ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Diario de un jubilado en Nueva York (61): García Martín: ironía, sarcasmo, inteligencia

En «Sin trampa ni cartón» cuenta, con mirada inteligente, el mundo que le rodea

POR HILARIO BARRERO

Va a hacer treinta años que José Luis García Martín comenzó a publicar sus Diarios , en una época en que no se concedía mucha importancia en España a ese género literario. Empezó, antes que otros, con Días de 1989 y desde entonces ha publicado 18 volúmenes lo que puede considerarse una obra en marcha, uno de los acontecimientos de continuidad más sobresalientes en la historia de la literatura diarística. El último, por ahora, es Sin trampa ni cartón , desde el 29 de agosto de 2016 hasta el 21 de junio de 2017. El prólogo es de Bonilla y a uno le da la impresión de ser un ajuste de cuentas que, sin duda y de momento, parece hacer las delicias de García Martin. Algunos creen que, después de treinta años, el escritor tiene que repetirse, idea que el mismo diarista repite. Piensa que su vida es monótona, una especie de Kant ovetense , filósofo de esos primores de lo vulgar que Azorín elogiaba, su vida estructurada al milímetro: a las ocho se despierta, escribe un rato, se acerca a la redacción de la revista, a veces va a Correos a recoger libros, a las Salesas a tomar el café , a leer la prensa, a ver si hablan de él, y a hojear los libros que ha recibido; allí charla con amigos y enemigos, maquina alguna maldad, y un día a la semana va a la tertulia y, después de ver un poco la televisión, a las once se acuesta. Ironía, sarcasmo, inteligencia, una frase mordaz que hunde al enemigo y desazona al amigo, presumido, vanidoso, en las fotografías siempre busca el mejor lado, la mejor sonrisa, siempre aparentando ser mucho más joven de lo que es.

Amigo de confidencias es dueño de un mundo de fantasmas y presencias que le buscan en la noche, que se encontró en palacios venecianos, en sótanos de Manhattan, en alturas de soledad y en infiernos de indiferencia . Buscando un lugar para una fundación que analice su obra y su vida y que el futuro no lo olvide.

Portada del libro

En Sin trampa ni cartón , sigue el mismo método de siempre, contar, con mirada inteligente, el mundo que le rodea. Tiene un estilo directo, limpio, aparentemente sin pretensiones, pero mucho de lo que dice tiene un doble sentido, no es oro todo lo que reluce . No, no hay trampa, y mucho menos cartón, hay momentos memorables cuando habla de sus viajes, cuentos inolvidables, aforismos imperecederos, veneno en rama y peroratas políticas , que después de pasadas carecen de interés en su mayoría y que es lo que a uno menos le gusta.

De la misma manera que uno no se cansa de contemplar una obra maestra, de escuchar una sinfonía o de contemplar el mar, sus amigos (y hasta sus enemigos), no nos cansamos de leer , después de treinta años, un diario más , que no lo es, aunque lo parezca. En cada uno de ellos se encuentra la frescura, la ilusión, la fuerza creativa ante «la perpetua novedad del mundo». Y ya se sabe: donde hay creación no puede haber degradación.

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