Rafael del Cerro Malagón - CERVANTES Y TOLEDO

La aportación del periodista Francisco Navarro Ledesma (I)

En Toledo residió en la calle de Santa Justa 1, dedicándose a trabajar en los fondos de las Reales Órdenes Militares de Santiago, Calatrava y Alcántara depositados en un edificio provisional en el exconvento de Santa Ana, junto a la futura Escuela de Artes

Rafael del Cerro Malagón
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En otros artículos dedicados al modo de evocar el legado cervantino por parte de autores toledanos, abríamos con los textos de Antonio Martín Gamero, de 1869, y de los firmados por el singular sacerdote Ventura F. López, en 1905, coincidiendo éstos con el tercer centenario de la publicación de la primera parte del Quijote. El profesor Eric Storm en varios trabajos de investigación, aparecidos entre 1998 y 2012, repasa los centenarios y los grandes homenajes habidos en España, desde 1881 a 1914, en plena Restauración, a favor de Calderón, Murillo, Santa Teresa, Colón, Cervantes o el Greco, entre otros. En casi todos ellos, al hilo de los objetivos señalados, se resaltaron mensajes de apoyo a la monarquía, la tradición católica o el pasado imperial mientras se perdían Cuba y Filipinas.

Sin embargo, ante aquellos fastos, no faltaron críticas o evidentes muestras de indiferencia por parte de partidos no dinásticos o de ciertos intelectuales no comprometidos con las instituciones más oficialistas.

Portada del libro de Navarro Ledesma: El Ingenioso Hidalgo Miguel de Cervantes Saavedra.
Portada del libro de Navarro Ledesma: El Ingenioso Hidalgo Miguel de Cervantes Saavedra.

En relación a la efeméride de 1905, que recordaría los 300 años de la aparición del Quijote, según la idea inicial, convenía cambiar el foco de atención del autor hacia su obra más universal. De este modo habría más adhesiones que rechazos al implicar, por ejemplo, a todos los países hispanohablantes. Tal propuesta fue acunada por la prensa y, más concretamente, por Mariano de Cavia, en diciembre de 1903, desde las páginas de El Imparcial. De inmediato la apoyaron dos relevantes colegas suyos, Jacinto Octavio Picón y José Ortega Munilla que, a la vez, eran miembros de la Real Academia Española. Con el respaldo de esta noble casa, la idea del Centenario escaló hasta las altas esfera del Estado. Luego, en cascada, y tomando derroteros distintos, llegaría la oleada de fiestas y actos, de más o menos fortuna, que cubrieron todo el país.

En aquel proceso aparece la personalidad de otro periodista, vinculado a Toledo, Francisco Navarro Ledesma (1869-1905), que exploró la obra cervantina a través de artículos, conferencias y la publicación de un libro de éxito que dedicó al citado José Ortega Munilla con el título de El Ingenioso Hidalgo Miguel de Cervantes Saavedra. La obra (608 páginas, editada en Madrid por los Sucesores de Hernando, al precio de cinco pesetas) salió a la luz en el mes de marzo, con el deseo de «avivar» el afecto hacia el autor más elogiado de las letras españolas. Pero antes de avanzar hacia aquella obra conviene detenernos en su autor cuyo nombre hoy campea en una calle toledana.

Sello conmemorativo del III Centenario del Quijote en 1905
Sello conmemorativo del III Centenario del Quijote en 1905
Ángel Ganivet (1865-1898)
Ángel Ganivet (1865-1898)

Carmen de Zulueta (1916-2010), biógrafa de este conocido personaje ─y sobrina de Besteiro─, en su libro, Navarro Ledesma, el hombre y su tiempo (1968), indica que nació en Madrid, el 4 de septiembre de 1869, en la casa de su abuelo materno, en la plaza del Progreso, hoy de Tirso de Molina. Su padre, Mariano Navarro, era un abogado toledano, que había vivido junto a la iglesia de San Nicolás. Su madre, Paulina Ledesma, era de origen riojano cuyo padre había hecho fortuna en tierras toledanas. Así, la familia disfrutaba de casas en la capital, Argés (donde el escritor pasó varias épocas de su vida hasta 1894) y en el Quintilllo de Benquerecia, dehesa cercana a Algodor. También, por vía paterna, estaba un tío, con residencia en el inicio de la calle de Hombre de Palo, frente a la Catedral, cuya casa solía visitar al pequeño Francisco.

Su formación, hasta 1890, se desarrolló en Madrid donde cursó estudios de Filosofía y Letras, complementada con una gran afición por la lectura y tempranas incursiones literarias. Fue archivero por oposición en Alcalá de Henares y Toledo. Aquí residió en la calle de Santa Justa 1, dedicándose a trabajar en los fondos de las Reales Órdenes Militares de Santiago, Calatrava y Alcántara depositados en un edificio provisional, levantado por Arturo Mélida, en el exconvento de Santa Ana, junto a la futura Escuela de Artes. En 1892, con Rubio Borrás, fundó El Heraldo de Toledo, un semanario de cortísima vida que le ocasionó «multitud de disgustos», como dice su biógrafa En 1893, Navarro Ledesma logró el traslado al Museo Arqueológico de Toledo, donde trató con selectos visitantes como los «grecóficos» Aureliano de Beruete o Maurice Barrés. En 1894, atendió a sus padres y hermanas (postrados por una enfermedad en Argés), mientras tenía que hacer frente al pago de una gran deuda contraída con su tío y padrino, Francisco Navarro, que motivó la pérdida del patrimonio familiar. Poco después marchó a Madrid colaborando en varios periódicos. Allí vivió intensamente los ambientes literarios, manteniendo una caudalosa relación epistolar con Ángel Ganivet (1865-1898). Entre otros muchos, conoció a Unamuno, Azorín, Ortega y Gasset, Galdós, Pardo Bazán o Clarín a quien abofeteó, en 1897, tras una conferencia dictada en el Ateneo. Escribió en Blanco y Negro, ABC, Gedeón,El Globo, El Imparcial, La Revista Moderna y varias cabeceras más. En 1898 conseguía la cátedra de Retórica en el Instituto de San Isidro. En 1905, pensó presentarse como diputado a Cortes por Toledo, sin embargo, ante las presiones de cercanas amistades afiliadas a los principales partidos del momento, desistió de esta aventura. Acabado el verano, el 21 de septiembre, le sobrevino una súbita embolia que le ocasionó la muerte cuando contaba con 36 años.

Esquela publicada en ABC por la muerte de Francisco Navarro
Esquela publicada en ABC por la muerte de Francisco Navarro

A su sentido entierro en Madrid, como representante del Ayuntamiento de Toledo, acudió el concejal republicano Luis de Hoyos Sainz (1865-1951), gran amigo que, a su vez, compartía tareas municipales y docentes con Julián Besteiro (1870-1940). La corporación dio pronto los primeros pasos (que luego flaquearían) para homenajear a Navarro Ledesma, como también lo hacían sus colegas de la prensa. Se recordaron muchos de los temas abordados por Navarro Ledesma en periódicos, revistas y memorias particulares, de los que entresacaremos, en un siguiente momento, los consagrados específicamente al mundo cervantino.

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