Romeo y Julieta en Ucrania

Romeo y Julieta en Ucrania

A Vladyslav y su novia Nadiia, ambos de 16 años, el destino les deparó subirse al autobús de la Fundación Atlético de Madrid para escapar de la guerra

POR FERNANDO LALLANA
El autobus del Atlético de Madrid vuelve a la capital de España con refugiados ucranianos

Cuando Shakespeare terminó de escribir en 1595 la Tragedia de Romeo y Julieta no pensó, o quizá sí, que estaba inmortalizando el arquetipo de los llamados amantes desventurados o star crossed lovers. Tampoco que la Verona de entonces transcurriría hoy en Piskivka, una localidad a las afueras de Kyiv (Kiev en ruso, aprovechando estas líneas para sugerir el cambio a los medios de comunicación como apoyo a la causa). En medio de sangre, sudor y pólvora, una entrañable intrahistoria ajena a los telediarios se abre paso para seguir creyendo en el ser humano. Y para confirmar que el amor siempre vence a pesar de Montescos y Capuletos.

«Mi nombre es Vladyslav, tengo 16 años», escribe un joven con mano temblorosa, cuya historia, junto a su permiso para publicarla, me llega a través de Kateryna —amiga ucraniana que vive en Toledo—. «Su nombre es Nadiia, ella también tiene mi edad. Comenzamos a salir hace dos años. El 24 de febrero nos despertamos con la noticia de que las tropas rusas habían lanzado una operación en mi país. La distancia de tres kilómetros que me separaba de Nadiia se convirtió en una verdadera prueba. Mi familia, salvo mi anciana abuela, decidió abandonar temporalmente Ucrania. Pero mi novia no tuvo la oportunidad. Me quedé solo con mi abuela, por mucho que me insistieron, nunca dejaría a mi amada en una situación tan terrible. El frente se acercó a nuestra ciudad, se escucharon disparos y los bombardeos aéreos fueron constantes. Ante la amenaza, la familia de Nadiia decidió salir. Entonces era yo quien no podía cruzar la frontera al ser menor. Mi pobre abuela cambió de opinión al verme tan angustiado y abandonamos nuestras casas. El camino junto a la familia de Nadiia fue difícil y peligroso, pero en dos días llegamos a Varsovia. Todo el tiempo estuvimos juntos, comimos juntos, incluso un viaje tan difícil fue tranquilo y agradable, porque mi amor estaba conmigo.

Encontramos un autobús con destino a Francia, pero por casualidad conocimos a Kateryna, gracias a la cual nos subimos al autobús de la Fundación Atlético de Madrid. Nos quedamos impactados, porque nos dirigíamos a la capital de España. Los españoles que nos acompañaron fueron muy amables, nos proporcionaron todo lo necesario. Nuestra ida a Polonia se convirtió en un verdadero viaje por toda Europa. El viaje fue uno que no se ofrecerá en ninguna agencia de viajes, lo más importante es que todos estuvieran listos para ayudar, todos sonrieron y se apoyaron como familiares de toda la vida, aunque la comunicación fue un poco difícil. En el autobús hemos comenzado a aprender español para comenzar una vida en un nuevo país. Pero nuestra Ucrania siempre está en nuestro corazón. Sin duda volveremos, pero ya sabremos que España es nuestro segundo hogar, en el que no nos perderemos. Y en esta historia, quiero agradecer a nuestros soldados ucranianos que defienden nuestro país ¡Dios los salve! Confiamos en ellos. Y por supuesto a mi abuela. Esta historia aún no está terminada, porque fue escrita de camino a Madrid».

Me permito añadir al diario de Vladyslav las palabras que Romeo lanza a Julieta durante la Escena II de la Tragedia: «Con las ligeras alas de Cupido he franqueado estos muros; pues las barreras de piedra no son capaces de detener al amor: todo lo que éste puede hacer lo osa».

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