Guarrazar bajo las estrellas

El arqueólogo Juan Manuel Rojas ofrece en verano una original ruta nocturna para dar a conocer la importancia de este yacimiento visigodo, situado a solo unos pocos kilómetros de Toledo

Juan Manuel Rojas explica los hallazgos durante la visita nocturna Amador Cuartero
Valle Sánchez

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Juan Manuel Rojas le está poniendo muchas ganas e imaginación para que se reconozca la importancia del yacimiento arqueológico de Guarrazar (Guadamur), que considera fundamental para el conocimiento de la historia del reino visigodo de Toledo. Este arqueólogo toledano, que ha dirigido desde 1990 más de seiscientos trabajos relacionados con intervenciones arqueológicas en obras públicas y privadas, entre ellas, el hallazgo de tumbas neolíticas o el descubrimiento de la puerta mudéjar del convento Madre de Dios y la adecuación del Cerro del Bu (ambos en Toledo), lleva tiempo dedicado en cuerpo y alma a Guarrazar, proyecto en el que está descubriendo los restos de grandes edificios que formaron parte de un complejo monástico-palacial vinculado a los reyes visigodos.

El arqueólogo, con el apoyo del Ayuntamiento de Guadamur, decidió hace tres años abrir al público el yacimiento y, desde entonces, realiza visitas guiadas y actividades arqueológicas y medioambientales con estudiantes, que llegan desde muchos puntos de España. Rojas, director del complejo, sabe bien que hay que reinventarse para sobrevivir y la falta de presupuesto la suple con ilusión y mucho trabajo. Así, los sábados de verano pone en marcha las «Noches de Guarrazar» , una original iniciativa con una visita guiada nocturna al yacimiento arqueológico, con música en directo y que finaliza con un aperitivo bajo las estrellas. En agosto se celebrarán los días 3, 10, 24 y 31. Una forma diferente de acercarse al lugar en el que en el siglo XIX se encontró en el gran tesoro de orfebrería compuesto por las coronas y cruces que varios reyes del reino visigodo de Toledo ofrecieron en su día como exvoto. Actualmente las diez coronas que se conservan están repartidas entre el Musée Cluny de París y la Armería del Palacio Real y el Museo Arqueológico Nacional, ambos en Madrid, aunque la finca del hallazgo guarda más secretos, relacionados por lo que podría ser un gran santuario visigodo a pocos metros de Toledo.

AMADOR CUARTERO

El arqueólogo comienza la visita guiada con una charla sobre el origen de Guarrazar, uno de los descubrimientos más importantes de su carrera profesional, recordando las primeras excavaciones, de abril de 1859, realizadas por Amador de los Ríos, cuando se encontraron los restos de una capilla funeraria en la que había sido enterrado, a finales del siglo VII, un presbítero llamado Crispin. Tuvieron que pasar muchos años para que se volvieran a retomar los trabajos que realizó el arqueólogo alemán Christoph Eger entre los años 2002 y 2005, fundamentales para el proyecto actual, que comenzó en 2013, y que se centra en la zona donde, según las hipótesis de trabajo, se ubicaría un importante complejo monástico-palacial de época visigoda al que debió pertenecer el famoso tesoro.

Y arranca la ruta, con una primera parada en el lugar en donde, recuerda Rojas, Escolástica Morales , hija de Francisco Morales y María Pérez, sintió una necesidad fisiológica al volver desde Toledo en el verano de 1858. Al ocultarse tras unas piedras vio un hueco y dentro de él un objeto que brillaba. Así comenzó la historia y así continúa el viaje nocturno que dirige el arqueólogo por Guarrazar, en la charca, con ranas y luciérnagas, donde lavaron las piedras y, en donde, en 2014, ocurrió otra increíble historia. Cuenta el arqueólogo que la alcaldesa de Guadamur, Sagrario Gutiérrez, comenzó a remover con una palita en la charca buscando de dónde procedía el manantial que llenaba la balsa y escarbó hasta que la pala hizo aparecer algo azul, un zafiro que se había desprendido de las coronas cuando los Morales las lavaron y que ahora se conserva en el Museo de Santa Cruz.

La ruta continúa, con linternas y faroles, por el yacimiento en donde se pueden ver los descubrimientos de los últimos años, como los muros de un edificio de más de 30 metros de longitud, los restos de un posible palacio, un cementerio visigodo y hasta lo que podría ser una una edificación que servía de hospital para los peregrinos. La hipótesis de que durante el reino visigodo de Toledo hubiera existido una basílica en este lugar se apoya en la presencia de un gran número de sillares de granito, junto a dos basas de mármol, trozos de capiteles y de fustes de mármol y frisos decorados con motivos vegetales y geométricos, dice.

La principal teoría de Juan Manuel Rojas es que el lugar donde se encontró el tesoro es un santuario similiar al de Lourdes en Francia, con aguas milagrosas. Y a demostrarlo está dedicando su trabajo y su tiempo.

AMADOR CUARTERO
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