La X Batalla de Órganos, que bajo el título 30 Aniversario Toledo Patrimonio de la Humanidad, se celebró anoche en la Catedral de Toledo
La X Batalla de Órganos, que bajo el título 30 Aniversario Toledo Patrimonio de la Humanidad, se celebró anoche en la Catedral de Toledo - Batalla de Órganos

Una excelente batalla de órganos para una Ciudad Patrimonio de la Humanidad

Tercer concierto del Festival de Música El Greco en Toledo

TOLEDO Actualizado: Guardar
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El tercer concierto del Festival de Música El Greco en Toledo ha consistido en una nueva batalla de órganos en la catedral, que ya hace la décima desde que se iniciara esta interesante propuesta en el año 2014. El evento ha estado dedicado a la conmoración del treinta aniversario de Toledo como Ciudad Patrimonio de la Humanidad y, como no podría ser de otra manera en una ocasión tan especial, ha contado con la presencia de la primera autoridad, la alcaldesa Milagros Tolón, a la que acompañaban parte del cabildo catedralicio con su deán, siempre tan bien hablado, al frente, el obispo auxiliar, el rector de la Universidad y un numerosísimo público ávido de cultura y de una experiencia musical sorprendente.

Tradición y modernidad, música antigua e improvisación creativa, música del Barroco y del Clasicismo, se ha dado cita en los siete órganos catedralicios, hechos sonar por cuatro organistas expertos y prestigiosos: la organista y cembalista italiana Patrizia Salvini, el superpremiado organista francés Baptiste-Florian Marle-Ouvrard, el organista de la Iglesia de Saint Pierre de Chaillot de París, Samuel Liégeon y el muy conocido director del Conservatorio de Toledo, organista y organero, Juan José Montero.

En un programa diverso y variado, con los habituales cambios de formación, ya sea tocando los cuatro organistas o tres o dos o uno solo, la música pasaba de la potencia y la fuerza sonora del órgano del Emperador o la más moderada del Berdalonga y el Echevararría, a la más cálida del órgano del Sagrario y los tres realejos. Con Johann Kuhnau, cuya música influyó en Bach, comenzó y terminó el concierto, interpretando los cuatro artistas una de las «Sonatas Bíblicas» del autor alemán. Otras músicas de autor que sonaron fueron: «Fuga para dos teclados en do menor» de W. A. Mozart, «La béatitude» de Ch. Piroye, dos sonatas de D. Scarlatti un tocata de D. Paradisi, la «Batalla imperial de primer tono» de J. B. Cabanilles y el «Concierto BWV 1062» de J. S. Bach.

Entre las músicas con nombres propios de autores históricos se fueron entremezclando las improvisaciones, con ese toque tan descriptivo y tan narrativo que, en ocasiones, parece que estamos escuchando música de películas. Muy interesante la que llevaron a cabo Samuel Liégeon y Baptiste-Florian Marle-Ouvrard con el motivo del transparente de la catedral como tema de inspiración; y no menos llamativas fueron las que evocaron las leyendas del «pozo amargo» y la becqueriana de «La ajorca de oro»; pero la que resultó más impresionante fue la improvisación imaginativa que describió o narró con notas la famosa «noche toledana», en donde lo trágico y lo emocional se percibía con claridad a través de unos sonidos que acordaban perfectamente con la consabida historia de la «noche del foso».

Bien es cierto que todo es impresionante en estas bien coordinadas batallas; pero cuando los cuatro organistas deslizaron sus manos por las teclas de los tres realejos y el del Sagrario, para tocar la obra de Bach, es cuando te das cuenta de que también en la música hay seres superiores, que tienen ese don, ese no sé qué que, cuando escuchamos su música, nos lleva a pensar con San Juan de la Cruz aquello de «Tras de un amoroso lance y no de esperanza falto, volé tan alto, tan alto, que le di a la caza alcance»; vamos que, cuanto más alto volamos con esta música bachiana, menos palabras necesitamos porque lo inteligible se presenta cada vez más simplificado y, el coronar la cima es como si reinara un completo silencio. Pero el silencio muchas veces se rompe con los aplausos extemporáneos, marcando una frontera que no se debiera marcar entre movimientos, porque ese mínimo silencio ayuda más a la elevación que la expresividad del palmoteo.

En suma, una batalla de órganos más y ya son cuatro años ganando tiempo al tiempo y asentando una cultura que hay que seguir haciendo propia, fuertemente toledana y universal, pues en ninguna catedral ni auditorio del mundo es posible hacer lo que aquí se hace con ese inmenso patrimonio que son los órganos de la catedral.

El Festival de Música El Greco en Toledo ha dado un paso más, pero aún le quedan varios en esta subida al Olimpo de la música, que culminará con la Orquesta y Coros del Teatro Real. El próximo será el sábado 27. Nereydas, con el director toledano, Javier Ulises Illán, al frente, vuelve, tras dos años de no actuar en la ciudad, para ofrecer un bocado tan exquisito como el mazapán, un concierto con las músicas recuperadas con las que el gran cantante castrado del siglo XVII, Siface, fue reconocido en toda Europa. Un importante peldaño más en esa maravillosa escalada musical del Festival.

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