«Si no se actúa, en 10 o 15 años las granjas de ovino se reducirán un 50%»

En 2018 han cerrado más de 100 explotaciones ganaderas en Castilla-La Mancha

En la región hay 2.600.000 de ovejas y 6.500 explotaciones de ovino (el 5,7% de toda España) A. Pérez Herrera
Mariano Cebrián

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Cuando uno va al campo, no hay una fotografía más bucólica que la de un rebaño de ovejas pastando. Una imagen que en muchos pueblos de Castilla-La Mancha está desapareciendo debido al cierre de un gran número de explotaciones ganaderas. Así lo pone de manifiesto a ABC el vicepresidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja) en Castilla-La Mancha y secretario provincial de la organización en Ciudad Real, Florencio Rodríguez , quien alerta de que «si no se actúa, en 10 o 15 años las granjas de ovino se reducirán en un 50%».

En la comunidad autónoma existe un censo de 2.600.000 de ovejas y unas 6.500 explotaciones de ovino (el 5,7% de toda España), de las cuales 1.047 eran de leche hasta octubre de 2017, pero en el mismo mes de 2018 la cifra descendió a sólo 943, lo que supone que en tan sólo un año han cerrado más de cien granjas. ¿A qué se debe ese descenso? Florencio Rodríguez explica que en los dos últimos años se ha producido una bajada importante de los precios de la leche de ovino, que ha afectado a la rentabilidad de muchas explotaciones del sector.

«Algunas de ellas estaban preparadas y han podido mantener sus negocios, pero las más pequeñas no han podido hacer frente a los bajos precios y a la competencia de las grandes industrias, pese a las ayudas procedentes de la Administración», señala el vicepresidente de Asaja en Castilla-La Mancha.

«La mayoría de estos pequeños ganaderos pasan una situación lamentable y están sobreviviendo de mala manera»

Aparte de la bajada de los precios de la leche, los ganaderos han tenido que hacer frente a la subida de los costes sanitarios y de la alimentación suplementaria de los animales, lo que ha provocado «un déficit importante en muchas explotaciones», a juicio de Rodríguez. Apunta además que «el sector ovino es de los más sacrificados de la actividad agropecuaria, ya que las ovejas tienen que salir todos los días a pastar y comer».

Debido a esta situación, asegura el responsable de Asaja, «la mayoría de esos pequeños ganaderos del sector ovino atraviesan una situación lamentable y muchos de ellos están sobreviviendo de mala manera debido a las pérdidas que han sufrido en los últimos años». Por eso, desde la organización piden a las administraciones que prioricen la ganadería, «haciendo una discriminación positiva, sobre todo en lo que se refiere a la extensiva en el medio rural porque es la que está sosteniendo la vida en muchos pueblos».

Concentración de la oferta

Del mismo modo, Rodríguez insta a las administraciones a concentrar la oferta, buscar incentivos y más ayudas directas a los ganaderos. « Es fundamental el apoyo a la ganadería en nuestros pueblos, que es una actividad que no podemos perder », insiste. Y, por otro lado, anima a las industrias del sector ovino a que reconozcan el «sobreesfuerzo» que están haciendo los pequeños ganaderos, «sin jugar con el precio de la leche para competir de manera desleal con ellos».

«Lo que se está consiguiendo es que la actividad ganadera esté cada vez en menos manos» A. Pérez Herrera

Para entender esta situación, un ejemplo claro es el de Aurelio Cuenca , que tiene 28 años y dentro de poco será el propietario de la explotación ganadera que hasta ahora ha cuidado con esmero su padre en el municipio de Minaya (Albacete). Pese a su juventud, es el responsable de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) en la zona de Villarrobledo, también en la provincia de Albacete. Según explica a ABC, el principal problema que ha sufrido el sector ovino es la bajada del precio de la leche en los dos últimos años, por lo que muchas granjas, sobre todo las más pequeñas, se han visto obligadas a echar el cierre debido a que no pueden mantenerlas económicamente. A ello se suma, añade este joven ganadero, que el precio de la carne del cordero está estancado , «ya que cuesta lo mismo ahora que hace diez años, cuando el precio de la vida ha subido».

Tal y como explica, la justificación que dan los que marcan el precio de la leche de oveja es que en 2014, 2015 y 2016 los precios eran más altos, aumentó muchísimo la producción y la industria dejó de necesitar tanta cantidad de este producto. Aurelio Cuenca recuerda que en 2016 él estaba cobrando a 16 pesetas (10 céntimos de euro) el extracto quesero —grasa más proteína—, mientras que ahora su precio está en torno a las 12 pesetas (7 céntimos de euro), es decir, unas 40 pesetas (24 céntimos de euros) por litro de leche.

Y, aunque se hablaba que en 2019 el precio iba a subir, aún no ha remontado, según apunta este joven ganadero. Así, si tienes una producción de 100.000 litros, pierde unos cuatro millones de pesetas (casi 30.000 euros), «lo que no da para mantener una explotación ganadera familiar en la que trabajamos mis padres, mi hermano y yo, más un chico que nos ayuda», se queja.

«Lo que se está consiguiendo es que la actividad esté cada vez en menos manos, con explotaciones más grandes»

La explotación de Aurelio está formada por unas 1.000 cabezas de ganado ovino más alguna cabra, pero de momento no se han visto obligados a tomar medidas drásticas, aunque sí han perdido bastante rentabilidad. Aun así, han tenido que diversificar el negocio, y la finca donde tienen al ganado la dedican también a la agricultura, de donde salen productos que aprovechan para obtener forraje para alimentar a los animales, con el consiguiente ahorro para sus bolsillos, al no tener que comprarlo. «Todo es cuestión de ajustar las cuentas del negocio a la situación de cada momento» , afirma.

«Como el mercado estaba tan saturado, a la industria del sector ovino de leche lo que le interesaba era recoger la mayor cantidad de leche recorriendo los menos kilómetros posibles, por lo que a muchas granjas pequeñas y aisladas las ha hundido», asegura el responsable de UPA. Lo que habría que saber, en su opinión, es si el cierre de esas 104 explotaciones ha supuesto que descienda el número de cabezas de ganado. Pero él está convencido de que no ha sido así, ya que en la zona de Villarrobledo las ovejas de esas ganaderías han sido adquiridas por fincas más grandes. De hecho, el censo de cabezas de ganado ovino que cada año publica la Junta de Comunidades muestra que el número, lejos de disminuir, se mantiene o incluso crece ligeramente.

Explotación de Arturo Rodríguez en Alameda de la Sagra A. Pérez Herrera

No obstante, este joven ganadero apela al valor sentimental de este oficio, no tan sólo al pecuniario. «Aunque se trate de ganaderías poco significativas, su valor va más allá de lo económico, ya que en muchos pueblos estos negocios suponen una forma de fijar a la población en los entornos rurales. Yo ahora mismo, si no pudiera mantener mi ganadería, me iría de Minaya. Pero, de momento, estoy entretenido porque todos los días hay que dar una vuelta a las ovejas , arreglar cuestiones de la explotación y todo el papeleo que conlleva; pero, si no fuera así, tendría que marcharme a buscarme la vida».

Falta mano de obra

Como consecuencia de la despoblación que asola las zonas rurales de gran parte de los territorios de Castilla-La Mancha, otro de los problemas que se están encontrando muchas de estas granjas de ovino de leche es la dificultad para encontrar mano de obra que trabaje en ellas. «Es muy escasa no sólo en este sector, sino en todas las tareas de la actividad agrícola y ganadera», subraya Aurelio.

La conclusión a la que llega el responsable de UPA en Villarrobledo es la siguiente: «Al final, lo que se está consiguiendo es que la actividad ganadera esté cada vez en menos manos, con explotaciones cada vez más grandes» . Sin embargo, recuerda Aurelio Cuenca, este comportamiento no es la primera vez que se da en el sector ovino, ya que en los años 2011-2012 pasó algo parecido a la situación actual, cuando desaparecieron muchas ganaderías de menos de 300 cabezas.

Este joven ganadero también rememora las numerosas historias que le ha contado su padre sobre Minaya, donde hace apenas dos décadas existían unas doce ganaderías con unas 100 o 200 ovejas cada una y la gente vivía medianamente bien del ganado y de la agricultura. Algo que dista mucho de la situación actual, como consecuencia de ese objetivo de producir más y al menor coste posible. A juicio de Aurelio, «muy pocos podrán competir con la gran industria del sector ovino de leche, que no tienen corazón ni paciencia , ya que estas empresas lo que buscan son ovejas que sean máquinas perfectas y, si no producen lo suficiente, se las elimina».

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