Ejercicio del Mando de Artillería Antiaérea en la capital grancanaria
Ejercicio del Mando de Artillería Antiaérea en la capital grancanaria - ABC

La eficacia de las baterías antiaéreas en Canarias en la II Guerra Mundial

En 1943 un total de 35 aviones norteamericanos recibieron fuego desde Canarias, ocho del Reino Unido

Las Palmas de Gran Canaria Actualizado: Guardar
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Que España fuera neutral en la Segunda Guerra Mundial no impidió situaciones de tensión en las islas por los dos bloques enfrentados. La colaboración de España con los países del Eje generó presiones por parte de los Aliados precisamente para que en Madrid se supiera que existían en las islas Canarias en su punto de mira.

Esto ocurría, por ejemplo, por el suministro ilegal a submarinos alemanes en aguas de las islas. Los aliados mandaban a sus aviones a África y, de paso, algún detallito de provocación entre principios de 1943 y el verano de 1944. Los Aliados estaban obsesionados con el control de Canarias por ese motivo.

Solamente desde Gran Canaria en 1943 se hizo 136 y en 1944 un total de 54 disparos.

La respuesta no era para derribar aviones que quizás hubiese generado una entrada automática de España en la II Guerra Mundial.

El objetivo era dejar claro que la soberanía española sobre Canarias no se cuestionaba y menos que se iba a permitir que el espacio aéreo de España iba a ser laboratorio alguno de generación de tensión política. Las baterías antiaéreas de Canarias dispararon 40 veces desde Gran Canaria y 13 desde Ifni. Con fuego contra aviones, por tanto, 53 ocasiones.

Pero las baterías antiaéreas de Canarias estaban en forma a pesar de las presiones de Estados Unidos para que sus aviones pudiesen observar la presencia marítima alemana que sospechaban. Además de disparos de advertencia, algunos cazas ubicados en las islas salieron a buscar aviones norteamericanos y británicos. Hubo fuego, por ejemplo, contra un hidroavión que regresó a Agadir con tres heridos y 40 impactos.

Estos acontecimientos en Canarias casi provocan la fatalidad de tener nuestro país que entrar en la II Guerra Mundial; pero las gestiones diplomáticas de la época siempre frenaban ese incremento de la tensión. También es cierto que Madrid ya en 1943 observaba que los Aliados iban a controlar toda la zona occidental africana.

El papel del ministro Francisco Gómez Jordana como jefe de la diplomacia española fue clave porque tenía claro que las fuerzas de EE.UU y Reino Unido tenían a Canarias en sus planes para desestabilizar España.

Por eso, al tiempo que desde Canarias las baterías antiaéreas estaban listas para frenar cualquier intento de ataque aéreo, mantenía buena conexión con el embajador británico, Samuel Hoare Belixa, que comenzó a trabajar en Madrid en 1940 tras sustituir Maurice Peterson.

Una correcta relación que mantenía, igualmente, con el que era embajador estadounidense Carlton Joseph Hayes, que llegó a la capital de España para relevar en su puesto a Alexander Wedell en 1942.

En todo esto, los diplomáticos se enfrentan a las presiones de los comandates americanos y franceses Dwight Eisenhower, Andrew Cunningham, George S. Patton, Lloyd Fredendall, Henri d'Astier, José Aboulker, François Darlan o Frix Michelier. Ellos opinaban que Canarias era clave para culminar con buen resultado la Operación Torch. Es decir: La maniobra de controlar el norte de África.

El comandante que estaba esperando con 11.000 soldados norteamericanos por invadir Canarias o la Dakar de Vichy (Senegal) era Joseph Stilwell, que finalmente se hartó de esperar terminó en Asia. Por nacionalidades, 35 aviones americanos recibieron fuego desde Canarias, ocho del Reino Unido y 13 de origen desconocido.

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