Siete horas de artillería pesada se empleó para evitar que piratas franceses entraran en Gran Canaria por Gáldar
Siete horas de artillería pesada se empleó para evitar que piratas franceses entraran en Gran Canaria por Gáldar - ABC

El cobarde y traicionero ataque pirata a Gáldar de 1745

Alertados por un pastor canario de La Aldea, los milicianos de Tejeda evitaron un gran desembarco en Veneguera, al sur de la isla en octubre de ese año

Las Palmas de Gran Canaria Actualizado: Guardar
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Los piratas que asolaban Canarias entre 1727 y 1748 tiraban de zonas pocas protegidas para abastecerse de productos y agua dulce. La defensa de los puertos insulares evitaba que España perdiera las islas en favor de ingleses o franceses. La colaboración de los canarios con el Ejército impidió que los corsarios sembraran el caos en zonas como Gáldar o Mogán.

En 1745 surgió entre las islas una escuadrilla integrada por cinco naves piratas que se dedicaban a bloquear el puerto de Santa Cruz de La Palma y vetar el paso de navíos ante Santa Cruz de Tenerife. El martirio corsario llegó a acabar con balandras cargadas de trigo para los isleños.

Táctica

Pero cambiaron de táctica. Cuando estaban bloqueando el puerto de Santa Cruz de Tenerife, cinco pequeñas embarcaciones, armados con material ligero y barcos que antes habían capturado con artillería, usando bandera de Francia, fueron a parar a Gran Canaria en busca de aguas y alimentos.

En la travesía, explica Antonio de Béthencourt Massieu en sus textos sobre conflictos navales en las islas entre de 1727 y 1748, se llevaron por delante fragatas francesas de la Compañía Real de Guinea que venían de Senegal. Esos barcos estaban cerca de Gran Canaria porque, tras un temporal en alta mar, buscaban reparaciones. En febrero de 1745 también se hicieron con un barco de pescado registrado en la isla.

Ese norte

Pero los piratas tenían un problema: Se les acabó el agua y víveres con tanto sabotaje en el mar. Al tiempo que bloqueaban con dos corbetas Santa Cruz de Tenerife, un navío con otras dos corbetas, cinco lanchones y barcos capturados se arrimaron a Gran Canaria. Eligieron para desembarcar El Juncal, situado entre Sardina del Norte, La Agazal y Agaete. En el Juncal desemboca el barranco de este nombre que separa en la actualidad los municipios de Agaete y Gáldar. Se encuentra cerca de la Ermita de San Isidro.

Por los datos que percibían los canarios desde zonas como Las Cruces, el Regimiento de Santa María de Guía se enteró de los hechos y fue en auxilio de los vecinos de Gáldar, según recoge el diario de Andoanegui, el jefe del Regimiento de Guía. Era el competente en seguridad en toda la zona.

La defensa de la playa de El Juncal, hoy en día un paraje ajeno a l turismo industrial, evitó un gran desembarco tras siete horas de lucha con uso de artillería. El refugio que habían encontrado los piratas se conviritó en una ratonera. Fueron capturadas lanchas y quizás barcos aunque esto último no estaría acreditado. Apenas pudieron avanzar en tierra los corsarios. Salieron como pudieron.

Meses después, según los datos recopilados por Antonio Rumeu de Armas, se repitió el mismo esquema de ataque sobre Gran Canaria. Fue una fragata procedente de Liverpool la que, con 30 cañones y una corbeta de apoyo, intentaron entrar en la isla por el barranco de Veneguera, que tiene un parecido similar al de El Juncal de Gáldar.

Barrancos

El comandante general de Canarias, Luis Mayoni, había ordenado cerrar los puertos para evitar que captaran víveres. Por eso los aparentemente abandonados barrancos canarios eran clave para los corsarios.

En Veneguera, bajaron 24 hombres y pequeños cañones. Tras la alarma dada por un pastor de La Aldea, los milicianos canarios basados en Tejeda se presentaron en Veneguera de forma ágil. Empleando los caminos reales que solamente los lugareños conocían.

Ya estaban capturando ganado, afirma el historiador y escritor Antonio de Béthencourt Massieu, cuando los valientes milicianos canarios se hicieron con las lanchas y les aislaron. Los invasores dejaron en su huida un muerto, un herido y cuatro prisioneros. Todos eran irlandeses. Entre los prisioneros, el capitán de la goleta y el práctico que los guiaba. Las armas se entregaron en depósito en Santa María de Guía.

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