Jaime Rubio - Tribuna Abierta

Adiós, maestro Bèthencourt

Tuvo una trayectoria brillante e innovadora

Jaime Rubio
Las Palmas de Gran Canaria Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Mi relación con Antonio viene de lejos pues era amigo de los Rosales, de Arucas, y en especial, de Pepe Rosales, hermano de mi abuelo materno. Pero fue en la Universidad de La Laguna cuando conocí bien a Bethencourt y a su adorable esposa, Marichu. Yo acudía a sus magistrales clases de Historia con verdadero interés en un aula abarrotada de alumnos. Aquellos años de carrera universitaria fueron fascinantes, en los que conocí a profesores que abrieron mi mente y mi corazón al mundo de la investigación histórica, que ha sido una de mis pasiones.

Como rector de la ULL, Antonio tuvo una trayectoria brillante e innovadora, únicamente empañada por la muerte del estudiante grancanario, Javier Quesada, en el campus durante unas manifestaciones antifranquistas.

A Antonio le dolía mucho que le culparan de la muerte de Quesada por haber llamado a a la Policía.

Lo hizo al ver que se iba a producir una especie de asalto a la Universidad que no podía controlar. Entonces se dijo que un tiro de los grises mató al estudiante de Las Palmas. Sin embargo, por investigaciones posteriores sabemos que eso no fue así, ya que parece que el disparo lo realizó un agente del KGB infiltrado entre la multitud con objeto calentar el ambiente contra la Policía franquista.

El caso es que cuando se abrió la Facultad de Historia en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), le faltó tiempo a Bethencourt para trasladarse a su ciudad natal. Aquí pasó sus últimos años feliz, combinando sus clases, con conferencias, dirección de tesis, y organizando seminarios y congresos.

Mi último contacto con mi maestro fue hace un tiempo, cuando presentamos, junto con Jerónimo Saavedra, el libro de Nicolás González Lemus sobre Agatha Christie, en el Club Prensa Canaria. Al terminar nos fuimos a la cafetería de al lado a tomar algo y hablar relajadamente, como es costumbre en estos actos. Al terminar la cena me llamó la atención que, a pesar de que nos ofrecimos a llevarlo a su casa dada su edad, el rechazó el ofrecimiento. Prefería ir andando “porque le encantaba atravesar la calle de Triana y el Guiniguada camino de su casa de Vegueta”. En fin, son recuerdos de una vida plena que hoy nos ha dejado. Descanse en paz mi maestro, y amigo, Antonio Bethecourt Massieu.

Ver los comentarios