Jorge Isiegas, la ilusión de los aficionados aragoneses

El escalafón de toreros aragoneses no atraviesa su mejor momento. Los diestros de alternativa viven de la esperanza por encontrar, y aprovechar, una oportunidad que les ponga en funcionamiento. Y si complicadas están las cosas entre los matadores, no son mejores para quienes luchan por destacar en la novillería.

Los aficionados aragoneses siempre han tenido, a lo largo de la historia, toreros a los que alentar, a los que apoyar y con los que ilusionarse. Ver a un torero aragonés subir peldaños ha sido una constante y una satisfacción íntima. Aunque, también es verdad, esa ilusión no se ha traducido siempre en un aliento incondicional, al contrario, las exigencias nunca han sido pocas.

El pasado 28 de abril, en el último festejo de la Feria de San Jorge , en la Misericordia surgió esa comunión, ese momento de aprobación que hace que la ilusión por un torero prenda entre la afición del bicentenario coso de la capital aragonesa. El zaragozano Jorge Isiegas comparecía por tercera vez en el ruedo de la Misericordia. En las dos anteriores, dentro de la Feria del Pilar, cortó orejas, pero no fue hasta esta última en donde prendió la llama que llegó plenamente a los aficionados. Su actitud, el sentido y el concepto del toreo más clásico , alimentaron el alma de una plaza que tarda en entregarse, pero que cuando lo hace resulta la más agradecida. La verdad de unos muletazos, pasándose los pitones muy cerca, la reunión, el temple, la entrega...

Los aficionados de Zaragoza ya tienen, de nuevo, un torero , y es que la buena tarde de Isiegas ante la seria y nada fácil novillada de María Cascón, no es casualidad, pues en su corta carrera ya sabe lo que es el triunfo en plazas como Las Ventas de Madrid o Valencia.

Ahora toca consolidarse y volver a Zaragoza con la misma responsabilidad. De novillero o en un cartel de lujo, pero con la seguridad de que ya es la ilusión de una afición con el rigor que siempre ha tenido la de la capital del Ebro.