Estado en que quedó el despacho tras desplomarse el techo y alumnos en clase y con casco, por si acaso
Estado en que quedó el despacho tras desplomarse el techo y alumnos en clase y con casco, por si acaso
Sociedad

La Filosofía se hunde (literalmente) en Zaragoza

Techos que se derrumban, grietas y alumnos con casco, por si acaso. Es el negro panorama que se vive, desde hace años, en la Facultad de Filosofía de Zaragoza

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Alumnos a clase con un casco en la cabeza. Y no es porque se impartan especialidades relacionadas con la construcción, sino porque el panorama de las aulas es tan precario que, de vez en cuando, se caen techos. Ocurre en la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza. Cascos en las testas de alumnos que tienen que dividir su atención entre las explicaciones del profesor y el techo. Por si acaso.

Lo del casco es, sobre todo, una señal de protesta. Pero también tiene su parte de prevención en cierto modo justificada. En la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza no es inusual que un techo se venga abajo. Ha ocurrido varias veces. La última, el viernes pasado.

En esta ocasión el techo que se desplomó no es el de un aula sino el de un despacho en el que instantes antes había estado reunida una profesora con un alumno. El estado en que quedó el despacho fue alarmante, lleno de cascotes.

Lo ocurrido no ha sido un hecho aislado. El delicado estado del edificio que alberga a la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza viene de lejos, y se han ido produciendo durante los últimos años incidentes similares.

Por seguridad, las autoridades académicas han decidido que en la tercera y cuarta plantas del edificio no haya actividad alguna. A los profesores solo se les ha permitido entrar a sus despachos para llevarse rápidamente el material que precisaran. Y las aulas han quedado clausuradas.

Un total de 350 alumnos han tenido que ser reubicados este martes en otras instalaciones de la Universidad de Zaragoza, fuera del edificio de la Facultad de Filosofía y Letras.

El inmueble data del año 1947 y sus estructuras acumulan una precariedad que hace tiempo que obliga a reformarlas en profundidad. Hace más de 15 años que empezó a hablarse del proyecto de rehabilitación como algo que había que acometer con urgencia, pero las obras aún no han arrancado.

Tanto se ha demorado que ha habido que readecuar los proyectos que se hicieron hace tiempo. Ahora el Gobierno aragonés se ha comprometido a sacarlo adelante. Lo anunció semanas antes de que ocurriera este nuevo desplome, con una inversión que se aproximará a los 20 millones de euros pero que no arrancará hasta el año 2018.

Ante lo urgente de actuar en la rehabilitación del edificio, ahora se está barajando la posibilidad de acelerar los trámites para adelantar el plan de obras. Pero no resultará sencillo, ni por las disponibilidades presupuesatrias del Ejecutivo regional ni por los plazos legales que hay que cumplir para licitar y contratar los trabajos.

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