Ildefonso Salillas, alcalde de Villanueva de Sijena (Huesca) desde junio de 1996
Ildefonso Salillas, alcalde de Villanueva de Sijena (Huesca) desde junio de 1996
Tribunales

El alcalde de un pueblo aragonés acorrala a la Generalitat en los juzgados tras 22 años de lucha

«Cuando me empeñé en hacer justicia por el expolio del Monasterio de Sijena me miraban como si estuviera loco»

Zaragoza Actualizado: Guardar
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Ildefonso Salillas tiene 55 años. Cuando contaba 33 se convirtió en alcalde de su pueblo natal, Villanueva de Sijena (Huesca), centro del histórico y durante siglos poderoso Señorío de Sijena que controlaban las monjas de la orden de Malta. Ildefonso Salillas era el descendiente de una familia estrechamente ligada a ese monasterio y conocedor, de primera mano, del expolio que había sufrido. A sus 33 años se empeñó en hacer justicia. Tras 22 años de lucha, ha conseguido acorralar a la Generalitat en los juzgados y forzarle a devolver el valioso «tesoro artístico de Sijena».

La batalla de este alcalde de pueblo de Los Monegros -lleva en el cargo ininterrumpidamente desde 1996- ha acabado fructificando justo cuando el independentismo catalán está forzando al máximo su particular máquina secesionista.

Por eso, en la Generalitat, los reveses judiciales que les ha ocasionado Ildefonso Salillas desde ese pequeño rincón aragonés les cae no solo como la pérdida de un pleito de obras de arte sino, también, como un batacazo en su órdago separatista.

Hace un par de años, Villanueva de Sijena conseguía que un juzgado de Huesca le diera la razón: declaró ilegales, por notoriamente fraudulentas, las compra-ventas realizadas (y simuladas, según la sentencia) entre unas monjas barcelonesas y la Generalitat. Unas supuestas compra-ventas -en 1983, 1992 y 1994- que culminaron el expolio de un centenar de obras de arte de altísimo valor histórico y cultural que formaron parte del patrimonio del Monasterio de Sijena.

«Nos costó muchísimo desentrañar la trama que rodeó a este caso, pero al final pudimos reconstruir las piezas y demostrar ante el juzgado que fue una operación fraudulenta que contó con el concurso, a lo largo de los años, del Obispado de Lérida, del Arzobispado de Barcelona, de la priora del barcelonés convento de Valldoreix y, por supuesto, de la Generalitat presidida entonces por Jordi Pujol y del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), controlado también por la Generalitat», explica Ildefonso Salillas.

El hijo del último cantero de las monjas

Ildefonso Salillas conocía de primera mano lo que había en el interior del Monasterio de Sijena, porque su familia, durante muchas generaciones, trabajó al servicio de esa comunidad de religiosas. «Tengo la certeza documental de que, como mínimo, mi familia trabajó al servicio de las monjas, de forma ininterrumpida, desde el padre de mi tatarabuelo». De padres a hijos pasó el título de canteros del convento, los responsables de trabajar la piedra y acometer las reparaciones y obras necesarias en este histórico cenobio. Pero sus funciones iban más allá de estas funciones. Como civiles de plena confianza de las monjas, se encargaban de asistirlas en otras funciones, incluidas «amortarjar a las religiosas que fallecían y enterrarlas», explica Salillas.

Sus antepasados vivieron y sufrieron por el Monasterio de Sijena. Como su bisabuelo, que «murió en 1936, diez días después de que una columna de anarquistas incendiara el monasterio; estuvo diez días sin comer y beber hasta que murió», cuenta el alcalde de Villanueva de Sijena.

Expolio con un camión de mudanzas

Conocedor de primera mano de lo que fue y lo que había en este cenobio, supo cómo se fue fraguando el expolio del «tesoro artístico» desde 1969. Primero, cuando en diciembre de aquel año el obispo de Lérida ordenó a las monjas que se marcharan a Barcelona para dejar vacío el convento y llevar a cabo obras de rehabilitación. Unas semanas después, el Obispado ilerdense -al que por entonces pertenecía Villanueva de Sijena- mandaba un camión de mudanzas para llevarse decenas de piezas de valor en dos viajes, con un cura como supervisor, «mosen Tarragona, recuerdo que se llamaba».

Pocos años después murió en su «exilio» barcelonés la útima priora que había tenido el Monasterio de Sijena. Y el «tesoro artístico» jamás regresó.

En 1996, nada más llegar a la Alcaldía con 33 años de edad, Ildefonso Salillas dirigió una carta al Obispado de Lérida para reclamarles el centenar de obras de arte desaparecidas. Fue entonces cuando les argumentaron que se habían vendido a la Generalitat y al MNAC. Lejos de darse por satisfecho, Salillas empezó a mover cielo y tierra para que aquello no quedara así. Empezó una batalla judicial en la que -recuerda- al principio le hacían poco caso. «Mi miraban como si estuviera loco, como si fuera un inconsciente por intentar plantar batalla legal contra la todopoderosa Generalitat de Cataluña del todopoderoso Jordi Pujol», rememora.

14 años de litigio en el Tribunal Constitucional

El caso dio sus primeros pasos jurídicos en 1998. Y acabó saltando al Tribunal Constitucional, que tardó 14 años en resolver sobre el litigio por la aspiración aragonesa a ejercer el derecho de tanteo y retracto sobre esa colección artística que había comprado la Generalitat. El Tribunal Constitucional, en una tardanza que marcó un récord absoluto de demora en resolver un caso, determinó que Aragón no tenía derecho a ejercer el tanteo y retracto. Pero aquella misma sentencia puso sobre la pista de una vía jurisdiccional civil que, a la postre, permitió destapar flagrantes ilegalidades cometidas en el trasiego catalán de ese centenar de obras de arte aragonesas.

En 2015, la Justicia sentenció en primera instancia que las compra-ventas formalizadas por la Generalitat de Jordi Pujol y por el MNAC fueron nulas de pleno derecho, por ilegales: se realizaron de tapadillo, sin los preceptivos permisos oficiales del Estado, sin una correcta autorización del Vaticano... Además, hasta se duda abiertamente de que hubiera sido realmente una compra-venta, porque nunca han aparecido los justificantes de pago que debía haber aportado la Administración catalana.

El caso está recurrido por las autoridades de Cataluña. Pero, mientras tanto, Salillas -en una extensa batalla judicial desplegada por el abogado Jorge Español- ha conseguido que se fuerce a la Generaltiat y al MNAC a devolver las 97 obras de arte objeto del litigio. Tras reiterados ultimátums judiciales, hace un año regresaron a Villanueva de Sijena 51 de esas piezas. Ahora, bajo amenaza de encausarlo por lo penal, la jueza de Huesca que lleva el caso ha ordenado al consejero catalán de Cultura, Santi Vila, que disponga lo necesario para que el 30 de julio vuelvan a Villanueva de Sijena otras 44 obras de arte que faltan de esa misma colección. Y, además, se siguen buscando otras dos piezas que el MNAC dice haberlas perdido. Incomprensiblemente, hace meses que reconoció al juzgado que están extraviadas.

Las valiosas pinturas murales

Veintiún años después de que emprendiera aquella tarea desde un pequeño rincón de la geografía aragonesa, Ildefonso Salillas no oculta su satisfacción por lo conseguido, y su agradecimiento por el acierto con el que el abogado Jorge Español ha conseguido hacer doblar la rodilla a la Generalitat ante los tribunales. Y no solo con el «tesoro artístico de Sijena», sino también con las valiosas pinturas murales que igualmente fueron arrancadas de ese viejo cenobio, que se conservan en el barcelonés MNAC -presume de ellas como parte destacada de sus fondos artísticos- y que la justicia también ha ordenado que regresen a su emplazamiento original en Los Monegros.

Ildefonso Salillas reconoce que esta larga, intensa y difícil batalla judicial contra el Gobierno catalán ha sido no solo un empeño en nombre de todo un pueblo, sino también una tarea respaldada por la motivación personal de la memoria de su familia, por su estrecha vinculación histórica con el Monasterio de Sijena.

Al final, el hijo del último cantero de las monjas ha hecho justicia, a costa de exasperar al independentismo instalado en la Generalitat desde un pueblo de Los Monegros que tiene poco más de 500 vecinos empadronados.

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