Don Juan Carlos, la vida de un Rey retirado

La vela, los toros, los viajes y los almuerzos con amigos llenan la agenda de Don Juan Carlos, que este verano navegará en Finlandia

Don Juan Carlos con el matador Enrique Ponce en Las Ventas PALOMA AGUILAR

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«He abdicado, pero no me he muerto». Esto es lo que Don Juan Carlos respondía, con su humor habitual, a muchas de las personas que se acercaban a despedirse de él cuando anunció, hace ahora cinco años, su voluntad de abdicar. En aquellos días se pensaba que, tras el relevo en la Corona, sería más difícil ver a Don Juan Carlos. Sin embargo, el padre del Rey siguió manteniendo cierta actividad institucional (unos 20 actos al año) y, sobre todo, empezó a tener mucha presencia pública en restaurantes, plazas de toros, espectáculos deportivos y regatas de vela.

Algo parecido ha ocurrido ahora con el anuncio oficial de la retirada de Don Juan Carlos , que algunos han llegado a comparar con la que protagonizó su antepasado el Emperador Carlos V hace 500 años, cuando se trasladó al Monasterio de Yuste. Sin embargo, Don Juan Carlos seguirá haciendo el mismo tipo de vida que en los últimos cinco años y se le seguirá viendo en público casi con la misma frecuencia que ahora e, incluso, acudirá a algún acto oficial puntual, cuando quiera, sin la presión del anuncio previo. En términos militares, dicen fuentes próximas, «es como si pasara de reserva activa a reserva pasiva».

A sus 81 años, la voluntad de Don Juan Carlos es disfrutar plenamente de su tiempo por primera vez en su vida, sin la atadura de los compromisos institucionales apuntados en la agenda. Ahora, su principal atadura es mantenerse en la mejor forma física posible para tener calidad de vida y, para ello, practica todos los días, con disciplina, una serie de ejercicios, ya sea natación, bicicleta o gimnasia, que le ayudan a fortalecer las piernas tras las numerosas operaciones.

Una jubilación diferente

Después de 40 años de reinado, Don Juan Carlos dispone de despacho –de momento, en el Palacio Real, aunque se le podría asignar otro– y recibe unas retribuciones –194.000 euros brutos este año–, a semejanza no solo de los ex jefes de Estado extranjeros, sino también de los expresidentes del Gobierno de España y de la mayoría de las Comunidades autónomas, que tienen garantizado por ley despacho, secretario, sueldo, escolta, coche y chófer vitalicios.

Y es que, aunque haya anunciado su voluntad de «dejar de desarrollar actividades institucionales», el Rey padre seguirá recibiendo correspondencia, visitas e invitaciones de personas, instituciones y Casas Reales extranjeras que quieran contar con él . Y lo más probable es que atienda algunas de ellas. La jubilación de Don Juan Carlos no se puede comparar con la de ninguna otra persona, ni por su pasado como Jefe de Estado, ni por su presente, ya que seguirá siendo Rey hasta el último de sus días. También es diferente por su personalidad.

Cuando abdicó, le costó adaptarse a su nueva vida. Aquello sí que fue un cambio radical. Al principio, disfrutaba al descubrir esa España que queda fuera de los circuitos oficiales; restaurantes y lugares a los que antes no tenía oportunidad de acudir. Y también viajaba mucho, con amigos, que le seguían incluso en sus proyectos más arriesgados. En el verano de 2015 Don Juan Carlos se empeñó en viajar al Tibet y recorrer algunas de las montañas más altas del planeta, para lo que era necesario ir conectados a equipos autónomos de oxígeno, y hasta allí le acompañaron.

A la vuelta de aquel viaje retomó la pasión de su vida, la vela, que había tenido que abandonar cinco años antes por problemas de salud. Fue entonces cuando creó un «nuevo Marivent» en Sanxenxo (Pontevedra), fascinado por su mar, su viento, su gastronomía y su buen tiempo. «Ahora, es muy agradable salir a navegar; pero en enero, cuando llueve, hace frío y te mojas, es mucho más duro, y esos días ves a Don Juan Carlos, que se pone su traje de agua y sus botas y se va en el barco. Y eso se llama pasión. Es como su padre, Don Juan», comenta un testigo de sus salidas al mar.

Y tanta pasión le puso que, a sus 79 años, Don Juan Carlos se proclamó en Vancouver (Canadá) campeón mundial de vela en categoría 6 metros , título que aún posee y que el próximo verano aspira a revalidar en Finlandia, donde se disputará la Copa de España. Por ello, en agosto no participará en la Copa del Rey de Vela, que se disputa en Mallorca, ya que coinciden ambas competiciones.

Su gran amigo

La otra gran afición de Don Juan Carlos son los toros y, como este espectáculo se encuentra perseguido por algunos sectores, su público valora enormemente el apoyo del Rey. Además, asiste con frecuencia a almuerzos que organizan sus amigos y antiguos colaboradores. Todavía mantiene una comida anual con algunos de los ministros de la Transición, y otra, que organiza José Luis Corcuera, con los titulares de Interior de la democracia. También se reúne de cuando en cuando con los ex jefes de su Casa, Fernando Almansa, Alberto Aza y Rafael Spottorno . Además, aún mantiene relación con sus amigos de la infancia, el grupo de Las Jarillas; con su promoción de la Facultad de Derecho y con algunos militares que conoció en las Academias.

De cuando en cuando, Don Juan Carlos cruza el oceáno Atlántico invitado por su viejo amigo Pepe Fanjul, que reside en Miami y cuya relación familiar se remonta a varias generaciones. Y es que la hermana de la abuela de este empresario del azúcar era Edelmira Sampedro, la cubana que se casó con el Príncipe Alfonso, hijo mayor de Alfonso XIII, abuelo de Don Juan Carlos. Sus descendientes no comparten ni una gota de sangre, pero es como si fueran primos.

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