ANÁLISIS

Las víctimas tienen nombre

Y ahora ETA las utiliza como arietes para derribar las puertas de las cárceles

Una viñeta del dibujante Mingote
Javier Pagola

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El reconocimiento del dolor causado y el «respeto» que ETA dice sentir por sus víctimas llegan con más de medio siglo de retraso y de malas maneras, a regañadientes. Admitir ese dolor causado es una de las tres condiciones que le exige el Gobierno para un traslado de los presos al País Vasco, junto a su disolución, que se anuncia próxima, y la colaboración con la justicia para esclarecer crímenes no resueltos.

Y la banda ha respondido a esta exigencia como quien cumplimenta un mero trámite. Se ventila más de cincuenta años de terror, despacha el drama que viven las familias de 857 víctimas mortales y de miles de heridos, en un par de folios. Le pone el sello y, dentro de unos días, otro trámite: «Nos disolvemos». Si de facto ya lo están. Asesorados por los mediadores internacionales, que en esto se juegan su reputación y el sueldo, pedirán algo a cambio.

Pero el acto de contrición sabe a farsa. Una más. ETA solo pide perdón a «las víctimas que no tenían una participación directa en el conflicto». Se referirá, por ejemplo, al niño de tres años Luis Delgado , muerto por la explosión de un coche bomba dirigido contra la Dirección General de la Guardia Civil, el 23 de noviembre de 1988. Pasaba por ahí con sus padres. ¿Y ha esperado 30 años para pedir perdón por reventar la vida de un pequeño que «pasaba» por allí?

No pide perdón, sino simplemente muestra «respeto», hacia «los muertos, los heridos y las víctimas que han causado las acciones de ETA, en la medida que han resultado damnificados por el conflicto». Tendría que aclarar la banda si entre los implicados en esta falsa «guerra», a cuyas familias no pide perdón, están el ingeniero de Lemóniz José María Ryan o el doctor Ramiro Carasa , secuestrados, interrogados bajo tortura y asesinados. Sí, que diga si los menores muertos en los atentados contra las casas cuartel de Zaragoza y Vic, «objetivos militares», estaban relacionados con el «conflicto». Que explique ETA y quienes aplauden su nueva farsa si José Luis López de la Calle , periodista e impulsor del Foro de Ermua, estaba entre los implicados en «la represión». O el pequeño Fabio Moreno , o la joven Coro Villamudria . Hay tantas víctimas… Y ahora las utiliza como arietes para derribar las puertas de las cárceles.

ETA habría tenido alguna credibilidad, se antoja imposible en una banda terrorista, si cada pistolero hubiera enviado a sus víctimas una carta personalizada pidiendo perdón. Y no este impreso. Los etarras recurren a la teoría del conflicto para distribuir responsabilidades: el Estado también causó sus víctimas y debe pedir perdón, dicen. Nada nuevo. Y justifican el nacimiento de Euskadi ta Askatasuna. «Las generaciones posteriores al bombardeo de Guernica heredamos aquella violencia». Tuvo que aparecer ETA como salvadora del pueblo vasco. Farsa tras farsa.

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