Los vascos celebran con aplausos y entradas agotadas la llegada del buque escuela de la Armada Española

Un numeroso público presenció la llegada al País Vasco del Juan Sebastián Elcano

La llegada del Juan Sebastián Elcano Manu Cecilio | El Diario Vasco/ Vídeo: ABC

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En 1519, Carlos I envió cinco naves comandadas por Fernando de Magallanes en busca de una nueva ruta hacia las islas de las especias. Solo una de ellas regresó: la «nao» Victoria, que pasaría a la historia por ser la primera en completar una vuelta al mundo. Una empresa que engrandeció la figura de su capitán, Juan Sebastián Elcano , así como la de los 17 tripulantes que le acompañaron. A todos ellos rindió homenaje ayer el buque escuela de la Armada española, que a última hora de la tarde atracó en el puerto de Guetaria (Guipúzcoa), tierra natal del marinero vasco y epicentro del V centenario de la gesta.

Un cielo totalmente despejado aseguraba a los cerca de 300 pasajeros y tripulantes del Juan Sebastián Elcano una travesía tranquila. El velero, embajador de España desde el año 1928, abandonó el puerto de Guecho (Vizcaya) en torno a las nueve de la mañana con dirección a Guetaria. Pese a la hora temprana, decenas de personas se desplazaron hasta el muelle de cruceros para despedir al velero. Los marinos, con la gorra en la mano, les devolvieron el saludo subidos a los tranvías del barco.

Los vecinos se vuelcan

Lo cierto es que no faltaron muestras de cariño hacia el barco, al que cerca de un millar de personas dieron la bienvenida en el puerto de Guetaria. Los vecinos del municipio guipuzcoano recibieron entre aplausos al buque escuela, que atracó minutos antes de las ocho de la tarde. Por otro lado, hace días que en la tierra natal de Elcano se agotaron las entradas para acceder al interior del velero, por lo que se espera que a lo largo del fin de semana más de 5.000 personas lo visiten. También tendrán la oportunidad de apreciar de cerca el resto de navíos que recalarán en su puerto: el Saltillo, el Lucretia y el Mater.

La plácida llegada del Juan Sebastián Elcano ayer a Guetaria contrasta con la polémica que se generó hace cuatro meses en Guecho, donde los grupos municipales de PNV, PSE, EH Bildu y Guk, marca afín a Elkarrekin Podemos, suscribieron un manifiesto de rechazo a la entrada de buques de guerra en el puerto vizcaíno. En contraste, la respuesta del pueblo vasco fue masiva: unas 10.000 personas ignoraron al ayuntamiento y acudieron a visitar el buque insignia de la Armada. Aunque nada indica que se vaya a superar esa cifra récord , también está siendo reseñable el caluroso acogimiento de los vecinos gechotarras, que este fin de semana realizarán cerca de una veintena de actos para conmemorar el 500 aniversario de la primera vuelta al mundo.

Un apoyo del que eran conscientes los propios marinos del Elcano, que durante el viaje a Guetaria dieron muestra de su «agradecimiento» a los vecinos. «Es un honor, tenemos muchas ganas de llegar después de un viaje tan largo», apuntaba uno de los guardiamarinas.

La primera parada del Juan Sebastián Elcano fue San Juan de Gaztelugache. Los guardiamarinas, vestidos de gala, rindieron en sus aguas honores a los 18 tripulantes supervivientes de la «nao» Victoria. No faltaron la ofrenda floral ni las salvas en el homenaje a los caídos acompasado por «La muerte no es el final». Del emotivo acto fueron testigos los cientos de personas que este sábado quisieron sumarse a la travesía, entre los que se encontraban personalidades de la Armada y autoridades civiles y militares , como el secretario de Estado de Defensa, Ángel Olivares; el jefe de Estado mayor de la Armada, Teodoro López Calderón, y los consejeros vascos de Turismo y Trabajo, Sonia Pérez y María Jesús San José.

El homenaje a los héroes de la vuelta al mundo fue uno de las grandes momentos de la jornada, aunque no el único. Porque los invitados tuvieron también la oportunidad de conocer los rincones más ilustres del velero, desde la cámara de los guardiamarinas hasta la del propio comandante, que esconde una hermosa réplica del escudo de Armas de Juan Sebastián Elcano coronado por un símbolo de la Tierra con el lema «Primus circumdedisti me» (El primero que me rodeaste).

El buque participó a su vez en el gran espectáculo que tuvo lugar en la costa vasca, escenario de una regata que atrajo a un centenar de embarcaciones. Fue el primer homenaje organizado de forma conjunta entre las cuatro marinas –pesquera, mercante, deportiva y Armada– a la gesta capitaneada por Fernando de Magallanes y culminada por Juan Sebastián Elcano.

La marea recibió mansa al Juan Sebastián Elcano, un navío acostumbrado sin embargo a la «mala mar». «Y a la muy mala», bromeaba su comandante, Ignacio Paz García, quien recordó que a lo largo de su longeva vida, el buque ha recorrido 1,8 millones de millas , el equivalente a 87 vueltas al mundo. En sus cubiertas han trabajado cerca de 22.000 marinos, 6.500 de los cuales pertenecen a la Guardia Marina, «la razón de ser de este barco».

Durante algunos tramos, el viento permitió a los marinos prescindir del motor y confiar la marcha del navío a las velas. Su despliegue es digno de ver. Desde el timón, el contramaestre guía a la tripulación al ritmo del «chifle», un particular silbato. En los cuatro palos, que reciben el nombre de diferentes buques escuela – la Blanca, el Almansa, el Nautilus y el Asturias –, los tripulantes abren la cangreja, los tres cangrejos, el trinquete, los velachos y el juanete. La precisión con la que los marinos acometen su trabajo es la misma en cada una de las instrucciones.

Aprender a vivir y convivir

Porque en el Juan Sebastián Elcano todo se rige bajo un código interno tan estricto como rico en sus formas. Lo que impera, asevera su comandante, es la «generosidad» y la «convivencia», necesarias para mantener el orden en un navío que puede pasar semanas seguidas en alta mar. «Buscamos que los jóvenes aprendan a vivir y a convivir en la mar –apuntaba uno de los oficiales–, que les influya el espíritu de ser navegantes».

Algo que requiere del total compromiso de los jóvenes, la mayoría de entre 20 y 21 años, que realizan el tercer curso de su carrera. En el interior del navío no solo aprenden navegación, astronomía, meteorología, táctica anfibia, seguridad y protección, sino que también desarrollan un fuerte sentimiento de «compañerismo entre ellos».

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