Torra llama a «resistir» como en 1714 en la víspera de la Diada

Un independentismo fracturado apela a los presos para la marcha de hoy Barcelona

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El presidente de la Generalitat, Quim Torra, en los actos previos a la Diada de Cataluña Inés Baucells

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Resistencia, coraje, encrucijada histórica... El presidente de la Generalitat volvió ayer a recurrir a la épica en su discurso en la víspera de la Diada del 11 de septiembre, una conmemoración planteada de nuevo como una demostración de fuerza para un independentismo que, un año después del octubre negro de 2017 , muestra claros signos de fractura y desorientación.

En un discuro emitido anoche por TV3, el presidente Torra recurrió de nuevo a la grandilocuencia, a las palabras graves, una épica sin embargo de nula concreción política, al igual que el discurso con el que abrió el curso político la semana pasada. Haciendo un símil entre el episodio histórico de 1714 –cuando Barcelona capitula ante las tropas borbónicas en el episodio final de la Guerra de Sucesión –, Torrra aseguró que «como hace 300 años, estamos en una encrucijada histórica para nuestro país. Tenemos que decidir si ante las injusticias, las amenazas, el miedo, la violencia, las prisiones y el exilio nos conformamos o resistimos y avanzamos».

Él mismo se respondió, recordando que «nuestro gobierno se ha comprometido a hacer efectiva la república», un propósito que «haremos por todos los presos políticos y exiliados». Las palabras de Torra, en un mensaje grabado, se produjeron de manera simultánea a la celebración institucional de la Diada este año más parcial que nunca, dedicada a los politicos presos y de la que se descolgaron Cs, PSC y PP .

La apelación a los presos es ahora mismo el principal motor de un soberanismo que, por primera vez desde el inicio del «procés», afronta la «Diada» cabizbajo y sin nada que ofrecer a sus fieles activistas, que han llenado las calles de Barcelona de forma ininterrumpida desde 2012. A pesar de llevar por lema un imperativo «Hagamos la República Catalana» la marcha espera sobreponerse al cansancio del movimiento apelando a los «presos políticos y exiliados». La Asamblea Nacional Catalana (ANC), organizadora de la marcha, aseguró ayer que contaba con 460.000 inscritos para la concentración de esta tarde en la Diagonal, solo por detrás de las «diadas» de 2014 y 2015.

Marcha por los derechos

Este año no habrá grandilocuentes peticiones al Govern para que convoque un referéndum, tampoco se pedirá el voto para ninguna formación como pasó en 2015 –año en que la marcha se produjo en plena precampaña de las elecciones catalanas, las llamadas plebiscitarias que acabaron con la investidura por sorpresa de Carles Puigdemont–. En esta ocasión, la ANC se limita a pedir de forma vaga la aplicación del «mandato» del referéndum del 1-O, consciente la organización de que Quim Torra ni tiene margen ni estrategia para ello.

El president –que asistirá a la manifestación escoltado por la plana mayor de su Ejecutivo– lleva semanas limitándose a pedir una movilización constante en forma de «marcha por los derechos civiles y nacionales» de Cataluña. Sus socios de ERC son todavía más reacios a prometer acciones concretas para implementar la supuesta república catalana. El independentismo lleva meses desnortado y mirándose de reojo a la espera de ver cómo reaccionan sus actores cuando llegue el juicio a los dirigentes que organizaron el 1-O, previsto para otoño.

En este contexto, no sería de extrañar que entre las consignas habituales en contra del Gobierno, el Rey y las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado también se cuele algún abucheo contra los dirigentes del «procés». No en vano, en el sentir de parte del independentismo se considera que los inquilinos de la Generalitat traicionaron a quienes se movilizaron durante el 1-O al no querer aplicar la declaración unilateral de independencia proclamada de forma «política» –y simbólica– en el Parlamento catalán el pasado 27 de octubre. En los últimos días, las declaraciones de los líderes de ERC señalados prácticamente como unos nuevos «botiflers» , van en esa línea: desde un Rufián llamando a acabar con el «independentimo mágico» a un Junqueras que ayer en TV3 aseguraba que «no hay atajos» para la secesión más allá de un referéndum pactado.

Sea como fuere, y a la espera de calibrar de nuevo su capacidad de movilizacíon, el soberanismo comienza hoy una romería de movilizaciones que tiene en el 1-0 su próxima cita.

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