El otro 1 de octubre del PSOE

Los socialistas reconocen ahora errores por intentar desmarcarse del Gobierno de Rajoy

La gestión del referéndum y del 155 «fue desagradable» en Ferraz: «Al principio teníamos dudas»

El Comité Federal del PSOE celebrado en noviembre de 2017 en Alcalá de Henares Óscar del Pozo
Víctor Ruiz de Almirón

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El 1 de octubre siempre será una fecha marcada en rojo, tal vez en negro, en el calendario del PSOE. Aquel funesto Comité Federal de 2016 que acabó con la salida de Pedro Sánchez y que evidenció la fractura del partido . Apenas un año después, y contra todo pronóstico, Sánchez estaba de nuevo al frente de la nave socialista. Y con un tema encima de la mesa que iba a poner en jaque a la democracia española pero también al partido socialista: la escalada independentista en Cataluña y la convocatoria del referéndum ilegal por parte de la Generalitat. De ahí al 155 y a la «obligación» de apoyar al Gobierno en su aplicación.

Un proceso, el de la respuesta al desafío independentista en Cataluña, que ejemplifica a la perfección las tensiones que genera la cuestión territorial en la familia socialista. Divisiones que son patentes hoy y que lo fueron entonces. Una persona que siguió en primera línea los acontecimientos desde la sala de máquinas de Ferraz reconoce que los sucesos del 1 de octubre fueron muy complicados de gestionar para los socialistas : «Fue desagradable», recuerda. Pedro Sánchez había recuperado la secretaría general del PSOE con un estratégico giro a la izquierda, reivindicando la plurinacionalidad del Estado y con el «no es no» a Mariano Rajoy como bandera. Sin embargo, la necesidad de presentarse como alternativa de Gobierno animó a Sánchez a presentar un perfil más duro contra los independentistas y a empezar a trabajar una comunicación fluida con el presidente del Gobierno.

Desde Ferraz se reconoce la incomodidad de ese momento porque con la celebración del referéndum y las cargas policiales se dan cuenta de que «algo va mal, peor de lo que esperábamos». Otra persona recuerda cómo a Sánchez le molestó que el Gobierno le hubiese asegurado que no habría ningún referéndum y ver las escenas de las votaciones: «El Gobierno no tenía información». Por la mañana de aquel día el secretario de Organización, José Luis Ábalos, comparecía en Ferraz sin preguntas y en un difícil equilibrio repartía culpas de los sucedido entre la Generalitat y el Gobierno de España. Eso sí, se evitaba criticar la actuación policial: «No quisimos criticar las cargas porque no somos Podemos» , cuentan hoy en Ferraz. Sin embargo, al finalizar aquel día era Pedro Sánchez quien aparecía en la sala de prensa y manifestaba el «profundo desacuerdo» por la actuación policial y para anunciar «responsabilidades políticas». Meses después se supo que el primer secretario del PSC llamó a la vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría para pedirle que los cuerpos policiales se retirasen.

La incomodidad de los socialistas en la respuesta al referéndum ilegal era evidente. No se quería apoyar al Gobierno. Por eso Sánchez comenzó a acuñar su expresión de «apoyar al Estado a pesar del Gobierno» . Pero existía una necesidad por desmarcarse del Ejecutivo. El 3 de octubre el grupo socialista en el Congreso anunciaba que iniciaban los trámites para reprobar a la vicepresidenta del Gobierno. Con el paso de los días esa intención se guardó en un cajón y se demostró fruto del nerviosismo. A día de hoy no existen problemas en reconocerlo: «Eso fue un fallo por intentar desmarcarnos».

Desde una de las presidencias autonómicas que ostenta el partido no se duda en calificar la reacción del partido en esos momentos como «confusa». Y sí se interpreta el 1 de octubre como «un punto de inflexión». Aunque se reconoce que hubo que esperar al discurso del Rey el 3 de octubre para ver como «se reconduce» una posición que hasta entonces se entiende como «contradictoria».

En apenas una semana Pedro Sánchez pasa de activar la reprobación de Saénz de Santamaría a estar reunido con Rajoy en la Moncloa para gestionar la respuesta a la declaración de independencia de Carles Puigdemont. Fue la noche del 10 de octubre. Se avecinaba el 155 y el PSOE necesitaba digerirlo . Durante todo el verano anterior los portavoces socialistas decían una cosa y la contraria respecto a si descartaban o no la futura aplicación del artículo 155. En la dirección socialista se reconoce que «al principio teníamos dudas», y que ni siquiera los sucesos del 6 y el 7 de septiembre en el parlamento de Cataluña sirvieron para despejarlas. Pero se justifican en que «tampoco el Gobierno lo tenía muy claro». Otra persona con responsabilidades asegura que «a Ferraz le pasaba lo que a la mayoría, que era no creernos que se atreverían a llegar tan lejos» . Cuando Sánchez comparece tras el anuncio del requerimiento a Puigdemont lo hace habiéndole pedido a Rajoy algo a cambio de su apoyo: la puesta en marcha de una comisión en el Congreso (hoy olvidada) para reformar la Constitución. Todos los pasos iban dirigidos a dulcificar una decisión que sabía que podía atragantarse en muchos sectores de su partido.

En Cataluña pero también en regiones como País Vasco o Baleares se reconoce que «nos costó mucho defender» en público la aplicación del 155. De hecho muchos evitaron hacerlo. La dirigente del PSC Núria Parlón dimitió de su cargo en la Ejecutiva federal , días más tarde, tras la aplicación del 155. En cambio, en otras federaciones del partido no existe incomodidad alguna con el papel que desempeñó el partido: «Es un respuesta coherente y de Estado. Aplicar el 155 no es un plato de buen gusto. No creo que haya nadie medio sensato al que le ponga ir haciendo estas cosas. No es algo de lo que felicitarse, pero no hubo más remedio que hacerlo», aseguran desde otra comunidad autónoma presidida por los socialistas.

Un ex dirigente destacado del partido hace suyas ahora las palabras de Felipe González que alguna vez ha defendido la necesidad de haber aplicado un 155 tras el 9 de noviembre de 2014: «Se reaccionó tarde y muy mal». En la dirección socialista los comentarios de los históricos son muy mal recibidos: «¿Y lo dicen ahora? Es muy fácil en 2018 decir que había que actuar en 2014 . ¿Por qué no lo dijeron entonces?», carga un diputado.

En Ferraz se rememora ahora cómo a esa primera reunión con el Gobierno acudieron Carmen Calvo, Meritxell Batet y José Enrique Serrano pero que luego «se decidió dejar solo a Carmen». Sánchez buscaba la máxima discreción a la hora de definir un 155 que sabía que lo asociaba sin remedio al PP en esta cuestión. Por eso el interés, todavía a día de hoy, del PSOE de presentar algunas de las decisiones que se adoptaron como su sello personal. «Teníamos que entrar nosotros para interpretar jurídicamente el 155», se atribuyen hoy los socialistas, que aseguran que el 155 fue lo que fue, y no más allá, «gracias a nosotros».

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