El historiador Santos Juliá tras su intervención en uno de los cursos de verano de la UCM en El Escorial
El historiador Santos Juliá tras su intervención en uno de los cursos de verano de la UCM en El Escorial - COCO MOYA

Santos Juliá: «La socialdemocracia europea está enfrentada a un problema político de atracción»

El historiador y sociólogo ferrolano recuerda en una entrevista a ABC las claves de esa Transición que tanta huella ha dejado en los políticos españoles

San Lorenzo de El Escorial Actualizado: Guardar
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La política, en su permanente capacidad para aclimatarse, intenta adaptarse a los cambios que inevitablemente surgen en su camino. La disputa por la gobernabilidad en España de nuevos partidos y mensajes de diferente calado ha agilizado la búsqueda de un modelo en el que encontrarse. Por eso, algunos hablan ya de Segunda Transición, y otros prefieren echar la vista atrás y recordar el periodo histórico de perdón por antonomasia, de entendimiento, y de consenso.

El reconocido sociólogo e historiador ferrolano Santos Juliá repasa para ABC, tras impartir uno de los cursos de verano de la UCM en El Escorial, las claves de esa Transición que tanta huella ha dejado en los políticos españoles y los errores que, por olvidarla, estos vuelven a cometer.

¿Cree que en la actualidad se está banalizando la Transición?

La Transición siempre ha sido un referente para los políticos tanto para encontrar en ella alguna inspiración o algún tipo de modelo que seguir en relación con actitudes, comportamientos, propuestas, estilo de negociación y demás que permitieron una Constitución pero también ha sido invocada como un tiempo de silencio, un tiempo de olvido en el que se crea el bipartidismo, un tiempo más bien de negación, de cosas que no tienen que repetirse. Y será así todavía por mucho tiempo porque la Transición que se creyó que ya era historia como decía en el 96 Juan Linz, pero su debate sigue siendo en buena medida un debate político. Es decir, dependiendo de qué quieras hacer ahora vas a dar una visión de la Transición que lo facilite o apoye.

¿Se puede considerar entonces un arma política?

Efectivamente, es un instrumento de la política.

¿Qué opina de los políticos que hablan ya de Segunda Transición? ¿Cree que están capacitados para establecer periodos históricos?

Se viene hablando de Segunda Transición hace tiempo. Uno de los primeros en hacer alusión al término fue José María Aznar mientras estaba aspirando a la presidencia del Gobierno. Yo creo que se ha empleado mucho de manera indeterminada porque no se sabe hacia qué es esa Transición. Más bien se ha empleado como una expresión que indica cierto malestar, cierto «lo que hemos hecho ya está hecho pero hay que partir de aquí y seguir hacia delante». Pero el que realmente esté pensando en una Segunda Transición tendría que concretar y definir exactamente cuál es el final de esa Segunda Transición que se propone, si es empezar un nuevo proceso constituyente, como en su momento dijo Podemos, si es introducir reformas constitucionales que permitan enfrentar problemas que han surgido después de la Transición… Ahí lo que se tendría que pedir es más claridad, más especificación.

¿Se muestra crítico Podemos con la Transición porque apuesta por un modelo de ruptura mientras que el resto de partidos la reivindican porque apuestan por un cambio más lento, más pausado?

Podemos estuvo en esa retórica de equiparar la Transición al bipartidismo, a la casta y a la corrupción hasta que cambiaron e Iglesias y Errejón optaron por reconocer que «la Transición fue un éxito, tuvo cosas muy buenas», y lo hicieron antes de pasarse a la socialdemocracia.

¿Pueden considerarse socialdemócratas entonces?

Ahí ha habido un cambio según entendían que su propuesta era más o menos aceptable por los públicos a los que se dirigían. Como todas las encuestas siguen dando que la Transición es un periodo de tiempo con el que la gran mayoría de españoles se encuentra todavía a gusto o encuentran una legitimación, un logro, pues cambiaron el discurso, no lo rebajaron, ya no dijeron «acabar con el régimen», etc.

-¿Qué opina sobre los que resucitan el tándem Alfonso Guerra-Felipe González comparándolo con Pablo Iglesias e Íñigo Errejón?

(Risas) Creo que cada tiempo tiene su maldad, digamos, no se pueden sacar los comportamientos, las figuras, las políticas del tiempo. Yo creo que sí hay algo que podría servir a Podemos de ejemplo. El PSOE dio en 1979 por seguro que triunfaba, recuerdo haber escuchado «esto está ganado». No ganaron y eso les sirvió de aprendizaje para ganar en el 82. Que aprendan de lo que hoy se puede considerar una derrota, un parón o un retroceso, dependerá de la administración de lo que hagan para repetir lo que hicieron los socialistas, de triunfar en una derrota.

¿Debería aprender entonces el PSOE también de su pasado?

Sí, bueno, yo creo que esa lección la tienen aprendida. La cuestión para el PSOE está en volver a presentar un proyecto socialdemócrata radical que sea capaz de volver a convencer a la gente que le votaba y ha dejado de hacerlo, de decirles «aquí hay algo». Eso requiere procesos de debate, de encuentro, requiere una recomposición de un liderazgo… pero si no lo hacen a lo mejor la línea declinante en la que han entrado puede continuar.

¿Está el socialismo de capa caída en España?

No creo que sea un problema específico de la socialdemocracia española o del socialismo sino de una cuestión que afecta a la socialdemocracia europea y al que debe darse una respuesta europea. La socialdemocracia europea está enfrentada a un problema político de atracción, de un programa que vaya a la raíz de las cosas y que no se puede resolver en términos nacionales sino que requiere una propuesta europea.

¿Por qué España se muestra tan reacia a una gran coalición que en algunos países europeos sí ha funcionado?

Las grandes coaliciones son cuando hay dos partidos muy fuertes, una derecha y una izquierda que comulgan y están de acuerdo en una parte sustancial de los programas que hay que desarrollar. Cuando es otro el sistema de partidos, lo que hay que encontrar es otra fórmula para formar un gobierno.

En los años 70 se sucedieron en Europa varias transiciones. En Portugal, Grecia, España… ¿Qué características concretas diferencian y definen a la española?

La española tiene algo que venía cociéndose de muy atrás. Se planteó en sus términos cuando se comenzó a plantear «¿después de Franco qué?», y esta pregunta venía rodando y siendo tema de debate político desde los años 60 y estaba bastante preparado todo para que ese después de Franco fuera un encuentro de gentes que venían del franquismo y otros de la oposición. Se fue cociendo, hubo una mirada, una manera de actuar que es la que después se pone en marcha, que es la Transición por transacción, fin de la Guerra Civil y acuerdo para una Constitución y eso fue específico español, porque solo en España veníamos de una Guerra Civil y la sutura del trauma de ese conflicto requería, como vieron muchos en los años 40 y 50, entre las dos herencias, y un encuentro como previo al consenso.

¿Por qué cree que Albert Rivera alude de forma reiterada, sobre todo en campaña, a Adolfo Suárez?

Hay en el espacio de la política un amplio sector que vota al PP o al PSOE pero son más bien de centro izquierda o centro derecha, entonces las propuestas que son por su propia naturaleza centristas tiene una figura originaria de lo que se llamó centro en este sistema que es Suárez. De él ha quedado el recuerdo, pero durante su presidencia sufrió descalificaciones e insultos. Suárez es un símbolo y más que las políticas concretas es con el símbolo con quien quieren que se le equipare, que se le identifique.

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