JpC reta a ERC: no investir a Puigdemont es apoyar el 155

Guerra de nervios en el soberanismo mientras negocian la investidura

Vídeo: Junts per Catalunya: "Sólo existe un plan: restituir al presidente Puigdemont" ATLAS

ÀLEX GUBERN

No hay tregua. La negociación continúa entre Junts per Catalunya (JpC) y ERC para desbloquear la investidura del presidente de la Generalitat -tanto en Bruselas como en Barcelona- transcurre en paralelo al toma y daca entre los dos partidos marcando terreno para colocar a sus respectivos candidatos en una posición de fuerza.

Al respecto, desde JpC se lanzó ayer un serio aviso a ERC advitiendo de que cualquier plan que no pase por «restituir al presidente Puigdemont y el Govern legítimo» es «dar por bueno el golpe de estado de Rajoy y no respetar el resultado de las elecciones». Aunque envuelto en buenas palabras y llamadas a la unidad, el posicionamiento de JpC -en base a un argumentario interno convenientemente filtrado a la prensa- es una durísima réplica a los republicanos, quienes de manera abierta, pero sobre todo bajo mesa, trabajan para colocar a Junqueras como presidente ante el convencimiento de que Puigdemont no podrá recoger el acta de diputado.

La réplica de JpC llegaba un día después de que el diputado de ERC en el Congreso Gabriel Rufián asegurase que la prioridad era investir a Puigdemont, pero que si éste no podía asumir el cargo, por «puro sentido común» el siguiente en internarlo debía ser Oriol Junqueras .

Las espadas están en alto, lo que obliga a Junts per Catalunya, y también a ERC después de que Rufián enseñase las cartas, a pronunciarse precisamente en sentido contrario: «Os pedimos que no hagáis caso a las especulaciones que van apareciendo. Insistimos: Junts per Catalunya solo tiene un plan. Y cualquier otro plan es aceptar el 155». El argumentario es exactamente el mismo que el que empleó la candidatura de Puigdemont en campaña, lanzando la idea prácticamente de que votar a Junqueras era lo mismo que votar a García Albiol (PPC) . Esta táctica, que tanto enervó los ánimos en ERC, es la que se emplea ahora, aunque con la fuerza que la da a Junts per Catalunya haber quedado por delante de los republicanos. Condescendientes, desde Junts per Catalunya se insta a «no caer en la trampa que está fomentando el estado español de enfrentar al presidente y al vicepresidente, JpC y ERC. No caímos en ella en campaña y tampoco lo haremos ahora».

La guerra de nervios está en su apogeo, y cada cual juega sus armas. En el PDECat por ejemplo no gastan mucha energía en desmentir la idea de que Junqueras, en realidad, es la opción preferida por el Gobierno de España, una forma nada sutil de colocar a los republicanos en el frente del 155 en contraste con la actitud resistente del «legítim» Puigdemont. Por contra, en ERC se propaga, con una base ciertamente real, la idea de que tarde o temprano habrá que llegar a una solución ante la imposibilidad de que Puigdemont regrese al Palau: la investidura telemática no es planteable, las posibilidades pasan más bien por algún tipo de gesto simbólico, que salve la «dignidad» del presidente pero que será estéril en cuanto a lo ejecutivo.

«Ahora la prioridad es constituir la Mesa del Parlament , y que esta tenga mayoría independentista», se sostiene en el seno de Junts per Catalunya, conscientes de que el plazo del 17 de septiembre -para cuando se ha fijado la constitución del Parlament- se va acercando. Para ello, desde JpC se señala que, además de los contactos ya establecidos con ERC y la CUP, estos se extenderán también a los «comunes», que conforman «el bloque democrático y anti 155». La posibilidad de atraerse a Catalunya en Comú a algún tipo de acuerdo -estos lo rechazan de entrada- permitiría a los cuatro consejeros «fugados» junto a Puigdemont en Bruselas a no tener que renunciar al acta, una posibilidad que se considera para salvaguardar la mayoría soberanista en la cámara.

La disyuntiva a la que se enfrentan los partidos independentistas es ciertamente complicada por las renuncias que implica cada salida. El empecinamiento de JpC en plantear a Puigdemont como único candidato conduciría de manera inevitable a una segunda vuelta electoral, algo que solo le conviene a su candidatura. Por contra, que Puigdemont tirase la toalla abriría el camino a Junqueras pese a que esté quedó por detrás del primero en los comicios. La situación no es fácil, más cuando en la misma se mezclan aspectos tan prosaicos como el del pecunio.

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