La familia de Albert Rivera, señalada
Los ataques se han intensificado en los últimos meses coincidiendo con los momentos más calientes del «procés»
A las siete de la mañana, como cada día desde hace cinco años, María Jesús llegó al pequeño establecimiento de venta de comida precocinada que, junto a su hermana, regenta en el centro de Granollers (Barcelona). Se encontró con una desagradable sorpresa. La persiana de la tienda que hubo de levantar amanecía ayer con una pintura amenazante: «Ciudadanos = Nazis. Viva el PP» . No era la primera vez que el negocio de la familia del presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, era blanco de sus detractores. Los ataques llegan a veces al ámbito más personal.
«Esto es un señalamiento», lamenta María Jesús, madre del líder del partido naranja. Sienten «impotencia». Lo explica sin demasiadas ganas mientras empana y fríe unas pechugas de pollo, que ayer formaban parte del menú «para llevar». Prefieren no darle más importancia. Creen que ya han hecho lo que tenían que hacer. Lo denunciaron ante los Mossos d’Esquadra y su hijo hizo lo propio en Twitter.
A primera hora de la mañana, Albert Rivera colgó la foto de una parte de la pintada -«Ciudadanos = Nazis»- y un extenso comentario vinculando el ataque al independentismo: «Así ha aparecido la tienda de mi madre. Los fascistas intensifican su violencia señalando comercios, sedes y hogares de las familias de los que defendemos la democracia y el Estado de derecho. Abandonar a los catalanes en manos del racista Torra sería imperdonable #NoNosCallarán».
Así ha aparecido la tienda de mi madre. Los fascistas intensifican su violencia señalando comercios, sedes y hogares de las familias de los que defendemos la democracia y el Estado de derecho. Abandonar a los catalanes en manos del racista Torra sería imperdonable #NoNosCallaran pic.twitter.com/SZbbOF2onB
— Albert Rivera (@Albert_Rivera) 30 de mayo de 2018
El negocio está en una tranquila calle peatonal de la capital del Vallès Oriental. El paisaje y el paisanaje del entorno es el habitual en muchas localidades catalanas. Hay banderas «esteladas» colgadas en algunos de los balcones y en la misma acera también pintadas a favor de los «presos políticos». Una mueblería que limita con el negocio de la familia Rivera luce en su escaparate discretas pegatinas por la «libertad» de los encarcelados. Todo ello convive en aparente normalidad.
A partir del mediodía comienza a entrar al local de María Jesús un goteo de vecinos y vecinas que, por falta de tiempo o de ganas, prefieren no cocinar y confían para su almuerzo en la habilidad de ella a los fogones. Es el caso de Montserrat (nombre ficticio) quien, ya fuera del local, explica que estar ideológicamente en las antípodas de Ciudadanos no es motivo para vetar a la familia: «Soy independentista, pero son buena gente. Nos respetamos nuestras ideas y ya está».
«Limpiamos y ya está»
Hace años que los ataques se suceden, explica María Jesús. Pero se han intensificado en los últimos meses coincidiendo con los momentos más calientes del «procés» independentista . Muchas veces son las sedes de los partidos los que están en el blanco de los radicales. La sede que Ciudadanos tiene en L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona), por ejemplo, despertó más de una mañana con excrementos lanzados contra sus escaparates y un olor insoportable. También locales del PP y del PSC han sido objetivos. Pero en este momento de crispación social y política que vive Cataluña no sólo los partidos constitucionalistas han sido víctimas de ataques. Formaciones independentistas, como Esquerra o el PDECat, sufren con asiduidad ataques y amenazas desde ámbitos de signo contrario.
La familia de Rivera está acostumbrada. Ya cerca de las tres de la tarde, antes de cerrar, Agustín -marido de María Jesús y padre del político- cogía un «spray» del mismo color que la persiana, que ya tiene preparado para estos casos, y trataba de borrar la huella de los radicales. No quiere echar más leña al fuego. Esparce unos periódicos por el suelo y se pone manos a la obra: « Lo limpiamos y ya está. Dos no se pelean si uno no quiere» , explica, concentrado en el bote de pintura.
