González con Rajoy: «Ahora mismo los dos, como mínimo, somos Churchill»

Los dos expresidentes comparten una conversación sobre España en el Foro La Toja

Manuel Marín

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El expresidente del Gobierno Mariano Rajoy se mostró partidario de que el PSOE y el PP conformen una «gran coalición» en España si tras el 10 de noviembre persiste un escenario de bloqueo institucional que impida la formación de un Gobierno. Sin embargo, Felipe González , que compartía charla con Rajoy en el Foro La Toja, en Pontevedra, matizó ese punto de vista y abogó por que sea el partido que no tenga los escaños suficientes para gobernar quien le permita hacerlo a quien más votos obtenga.

El encuentro entre ambos fue extraordinariamente distendido, incluso jocoso ya que intercambiaron comentarios en tono de broma durante la hora y media que duró, y aunque compartieron como comunes muchas opiniones contra el populismo, «los dogmatismos políticos», el independentismo como modo de fracturar las naciones, o la necesidad de que España pugne por lograr más liderazgo y protagonismo internacional, lo cierto es que difirieron en dos cuestiones relevantes: no solo en los criterios de formación de un Gobierno, sino también en la reforma de la Constitución.

A los dos ex presidentes, el formato de la charla ofrecida este mediodía les permitió soltarse, intercambiar bromas y concederse una altura institucional de la que, coincidieron, carece la política ahora mismo en España. « La mejor dieta para un político es comerse sus propias palabras », admitió Rajoy cuando ordenó una subida drástica de impuestos al llegar al poder para salvar a España del rescate, algo que, admitió, «no es precisamente de derechas». «En la situación actual –dijo González en alusión al bloqueo político y a la incapacidad de los partidos por alcanzar pactos- los dos, como mínimo, somos Churchill ». Rajoy sonrió y asintió.

Rajoy, como ha hecho durante los últimos años, se ha cerrado en banda a «abrir un melón que nadie sabe cómo acabaría», por lo cual es innecesario, y González sostuvo con matices que sería precisa, por ejemplo, para poder ampliar las funciones constitucionales del Rey para supuestos de futuro bloqueo político como el actual. «Y eso mismo –recordó González entre risas del público- lo ha planteado un republicano (en alusión a Pablo Iglesias), no un monárquico. Y estoy de acuerdo».

Rajoy recordó cómo en las elecciones de 2015 obtuvo 123 diputados, consciente de que era una mayoría insuficiente para poder gobernar. «Yo tuve esa cifra de escaños y lo que hice fue consultar al Comité Ejecutivo del PP si queríamos proponer al PSOE una gran coalición y romper una tradición absurda… con un éxito descriptible. En las segundas elecciones conseguí que Ciudadanos me respaldara y sacamos dos presupuestos generales del Estado. Pero no se puede formar un gobierno si no tienes mayoría . Hay que hacer un pacto para cuatro años».

Sin embargo González dijo que su opinión ahora es que «los partidos que no tienen posibilidad de formar gobierno no pueden impedir que se formen Gobierno. Tienen que facilitarlo », y por ello emplazó a PSOE y a PP, si persiste la parálisis tras las elecciones generales, «“a pactar los temas fundamentales y las reformas estructurales en las que vamos muy retrasados».

Respecto a los nuevos chantajes del separatismo catalán, ambos coincidieron en que « los sentimientos no pueden estar nunca por encima de la ley ». «En España, el enemigo de algunos eran España, la ley y la Constitución», dijo Rajoy, que coincidió con González en que «los sentimientos no son derechos», y en que la democracia, como voluntad del pueblo, no puede situarse por encima de la Constitución, que «marca las reglas del juego», porque eso «sencillamente no es posible».

En lo que ambos discreparon es en el «cierto fracaso de la política» que lamentó González cuando el resultado de este proceso es que «todos estamos pendientes de lo que decida la Sala Segunda del Tribunal Supremo». A esa opinión, Rajoy opuso que haber acordado la aplicación del artículo 155 de la Constitución , haber intervenido el Gobierno de Cataluña y forzar la disolución del Parlament para convocar nuevas elecciones fue «hacer política» y que la demostración de la fortaleza del Estado frente a quienes lo «atacan» es precisamente la de contar con una justicia independiente.

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