Manuel Marín

El PSOE condena a Sánchez

Manuel Marín
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El presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, se mostró ayer convencido de que Susana Díaz optará a liderar el PSOE tras el 26-J, y reclamó un escaño asegurado en el Congreso para Eduardo Madina. Una de dos: o Fernández Vara ha iniciado su particular precampaña con la idea de victimizar a Pedro Sánchez y presentarlo como una pieza de caza indefensa para Podemos-IU que genere empatía, y se le vote casi por pena; o sencillamente le están tomando medidas para su virtual ataúd político.

Si se parte de la base de que tradicionalmente ni un solo barón socialista dispara con munición de fogueo, e incluso de que alguno habla en la práctica por boca de Susana Díaz, la respuesta parece sencilla.

El «aparato» del PSOE no solo está preocupado con los daños irreversibles que la alianza entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón pueda causar a su partido si el 26-J queda relegado a tercera fuerza y se ve empujado a iniciar una refundación programática. Además de preocupado, está desmotivado, descreído de sus posibilidades y desorientado. Hoy, la socialdemocracia tiene poca fe en sí misma frente al empuje del neocomunismo populista, y esa es la peor tarjeta de presentación. Fernández Vara transmite la sensación preventiva de una derrota segura, y una percepción de miedo escénico a que Iglesias -Garzón es una mera comparsa- monopolice el control político e ideológico de la izquierda en España.

Susana Díaz es el eterno «plan B» del PSOE transformándose por días en el «plan A», incluso en el supuesto de que el PSOE ganase algún escaño respecto a diciembre, pero no sumase para lograr la investidura de Sánchez. Durante dos de los cuatro meses que ha durado la legislatura fallida, Sánchez consiguió llevar la iniciativa, sumar a Albert Rivera a su proyecto de cambio político y fracturar a Podemos. A punto estuvo de conseguirlo. Sin embargo, Iglesias ha impuesto por la fuerza la autoridad en su partido y ha recompuesto los daños de su fractura reforzando sus expectativas con la absorción de IU. Todo lo que Sánchez ganó mediáticamente cultivando su utopía imposible de poder se ha saldado con el más amargo despertar: lidera un partido inmerso en una profunda crisis de identidad… y le ponen la etiqueta con la fecha de caducidad antes de abrirse las urnas. Ningún barón habla por hablar. Nada es inocuo. La letra pequeña del mensaje de Fernández Vara es que el PSOE no apoyará un gobierno presidido por Iglesias, y que, salvo milagro electoral, la confianza en Sánchez se ha agotado.

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