Un presidente contra todos en Melilla: la odisea de gobernar en minoría absoluta

El nuevo regidor de la Ciudad Autónoma es el único diputado de su partido y se debate entre las denuncias de la oposición y las demandas de sus socios de Ejecutivo

El nuevo presidente, Eduardo de Castro (Cs), que es el único diputado de su partido EFE / Vídeo: Imbroda llama «traidor sin escrúpulos» a su sucesor en Melilla

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El encaje de piezas que busca Pedro Sánchez para ser investido presidente del Gobierno, el acuerdo a tres bandas de la Comunidad de Madrid o el difícil equilibrio del Ejecutivo navarro son juegos de niños comparados con el escenario político de Melilla .

Después de 19 años en el poder, una maniobra de última hora desbancó al PP de Juan José Imbroda, que ganó las elecciones, en favor de un tripartito imposible en cualquier otro punto de España. Los musulmanes de Coalición por Melilla (CPM) y el PSOE cedieron sus votos a la última fuerza con representación en los comicios, Ciudadanos, para hacer presidente al único representante de este último partido, Eduardo de Castro (5,55% de los votos). El día de la investidura, los insultos y malas caras de los populares contrastaron con la felicidad del nuevo presidente, que todavía no había comprobado la ardua tarea que le esperaba.

Menos de dos meses le han hecho falta al presidente autonómico, eso sí, para darse cuenta de la misión prácticamente imposible a la que se enfrenta cada mañana cuando llega a su despacho. «Para empezar todavía no tengo ni sueldo», reconoce entre risas De Castro, que se pone más serio cuando recuerda los procesos judiciales en los que se ha visto involucrado después de tomar posesión. Uno de ellos, precisamente, fue el recurso que el PP interpuso contra el acuerdo del Pleno en el que, contra pronóstico, fue elegido presidente al presentarse como candidato en el último segundo.

«Eso lo han echado para atrás. El PP intenta bloquear el Gobierno. Lo que quieren es recuperar el sillón», asegura a ABC De Castro sobre este recurso, que ha sido elevado al Tribunal Constitucional por el PP. «No aceptan la situación de estar en la oposición», añade el presidente de la Ciudad Autónoma, que también apunta hacia Vox a cuenta de otra denuncia que le pusieron en estos primeros meses en el cargo. La división melillense del partido que lidera Santiago Abascal denunció a De Castro por un presunto caso de delito electoral y falsedad documental. Le atribuyeron haber falsificado la firma de una de las candidatas del partido en la lista confeccionada para los comicios municipales. «Lo de la lista se ha sobreseído, pero siguen en su empeño. No aceptan que están en la oposición y utilizan a Vox como muleta », insiste De Castro.

Inestabilidad

«Dicen barbaridades, este Gobierno lleva dos meses manipulando », responden fuentes populares consultadas por ABC. En este partido, por su parte, restan recorrido a la denuncia de Vox -«será difícil que eso tenga alguna consecuencia», opinan- pero tienen fe en que su recurso ante el Constitucional por el modo en el que De Castro fue investido pueda prosperar y suponga un nuevo giro en la agitada política de la Ciudad Autónoma.

Al margen de las cuestiones judiciales, desde el partido que ha gobernado durante las últimas décadas en el lugar tildan como «desastrosa» la gestión del nuevo Gobierno y advierten de las especiales circunstancias que rodean a Melilla y que exigen, por ende, que el Ejecutivo de la Ciudad Autónoma tome las medias necesarias desde el primer momento para evitar males mayores. La inmigración, la cuestión de los menores no acompañados (Menas), el comercio atípico con los porteadores de la frontera o las relaciones económicas con las localidades marroquíes al otro lado de la valla complican el día a día de cualquier Ejecutivo en Melilla y, como reconoce De Castro a este diario, todavía no ha podido desarrollar medidas en estas áreas en la magnitud que le hubiera gustado.

Sin compañeros

Pero claro, este es uno de los peajes por los que debe pasar el presidente de Melilla, que en su Gobierno no tiene a ningún compañero de partido. Un hecho que también tiene inconvenientes, como asumir nombramientos formulados por los socios de Ejecutivo que permitieron su investidura. Es el caso de la polémica designación de Víctor Gamero como presidente de la Autoridad Portuaria después de abandonar ese mismo cargo en 2002 tras un escándalo con unos terrenos.

Gamero fue propuesto para volver al puesto -con un jugoso sueldo- por CPM y De Castro, aunque no era su candidato preferido, no pudo evitar la designación, según reconoce. «Igual que se nombra, se puede cesar», apostilla el presidente de Ceuta, instalada en el bloqueo político después de las elecciones. Sin embargo, y pese a las dificultades, el nuevo regidor no pierde las ganas de seguir adelante: «Somos servidores públicos y ahora sólo falta que podamos trabajar y que nos dejen hacerlo. Tanto los de dentro como los de fuera ».

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