La Policía recurre a patriarcas y abogados para calmar a los clanes en Algeciras

La muerte del pequeño Manuel enfrenta a grupos que son aliados en el tráfico de hachís

Miembros del clan Pantoja y allegados del niño fallecido a las puertas del tanatorio EFE | Vídeo: Presencia policial en Algeciras ante el aumento de tensión ATLAS
Cruz Morcillo

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Pedro Manuel Boza, el piloto de la lancha que el lunes acabó con la vida del pequeño Manuel, de 9 años, en la playa de Getares (Algeciras) pasará hoy a disposición judicial. Había bebido, lo suficiente como para dar positivo en un control de carretera, si bien la tasa que se aplica en el mar es diferente. No había tomado drogas, como se ha dicho, pero se dedicó a llevar la semirrígida de 7,5 metros de eslora y 300CV al límite; pisó el pedal a fondo y se empotró contra la barca en la que estaba Manuel con su padre echando la tarde. «Ese día no quería llevarme al niño, pero se empeñó», ha confesado Lolo, el progenitor, a su entorno.

La familia de la criatura, miembros del clan de «los Pantoja», punteros en el tráfico de hachís en el Campo de Gibraltar, han declarado la guerra a Boza y la gente con la que se le relaciona, el poderoso clan de «los Castaña» , liderado por los hermanos Francisco y Antonio Tejón, responsables de alijos millonarios. Los Pantoja han jurado vengarse, pese a que según fuentes policiales, unos y otros mantenían una alianza para controlar las gigantescas partidas de droga traídas de Marruecos. «Se ha dicho que son enemigos, pero en realidad los hemos visto compartiendo vigilancias y guarderías (escondrijos para el hachís en tierra)», explican a ABC quienes les siguen los pasos a unos y otros.

Posible homicidio doloso

La muerte de Manuel ha quebrado por el momento esas buenas relaciones y la Policía se ha apresurado a reaccionar. Además de incrementar el despliegue policial –ya muy reforzado– para evitar altercados, funcionarios del Cuerpo han recurrido a patriarcas de los clanes, a sus abogados defensores y a todo aquel que tiene ascendente sobre las familias con un objetivo claro: calmar los ánimos. «Bastante ha habido con una muerte. No más desgracias», ha sido la consigna que se ha hecho circular. Se ha pedido de forma especial que no haya ninguna concentración hoy de familiares a las puertas de los juzgados cuando trasladen al piloto ante el juez (el copiloto quedó en libertad el martes). La Policía lo acusa de homicidio por imprudencia, pero el fiscal podría apreciar que hubo dolo eventual en la muerte del pequeño por su conducción temeraria e imputarle homicidio doloso.

El comisario de Algeciras, Luis Esteban , confirmó a ABC que se ha hecho una labor de mediación para que impere el sentido común, sin precisar en qué ha consistido, y explicó que hay mayor presencia policial en determinadas zonas para evitar cualquier altercado. «Hasta ahora no ha ocurrido nada y confiamos en que esa calma se mantenga».

«Algún conato habrá»

Otras fuentes policiales no tienen tan claro que se haya escrito el final de este episodio: «Algún conato habrá, tenemos que estar muy alerta». El factor principal es lo ocurrido en la playa de Getares, pero a nadie se le escapa que los clanes de narcos están viviendo con gran inquietud los golpes policiales y la presencia de agentes llegados de toda España.

«Los nervios están a flor de piel porque se están levantando las alfombras», apuntan las fuentes consultadas. Solo en los cuatro primeros meses entre Policía y Guardia Civil han intervenido más droga en el Campo de Gibraltar que en todo el año pasado.

La presión policial, pese a la falta de personal y medios, se nota en el día a día. Hay un detalle más que llamativo. Algunos comerciantes de La Línea se han quejado porque las ventas de determinados artículos de lujo, del lujo hortera al que son tan aficionados los narcos, han caído en picado. «Los ingresos han bajado y están como locos porque no les dejamos alijar» , concretan fuentes policiales.

En Algeciras y en todo el Campo de Gibraltar hay desde hace varios meses unidades de seguridad ciudadana llegadas de numerosos puntos que van rotando y apoyando a las plantillas locales que no dan abasto, como no dejan de denunciar los sindicatos. Muchos de estos policías han pasado antes por Cataluña como parte del operativo Copérnico. Su presencia es activa, rotunda.

«El hachís mueve mucho, mucho. Se trata de que los traficantes nos vean, vamos en grupos numerosos y nuestro trabajo es no dejarles trabajar», explica uno de estos policías a ABC. «Los molestamos, entramos en sus bares, los identificamos, los seguimos, detectamos guarderías o posibles puntos de transacción de droga», concreta esta fuente. «Hemos venido a varear, a mover el árbol».

La Guardia Civil también ha enviado a sus hombres. Los grupos del GAR (Grupo de Acción Rápida ), como los agredidos el sábado, también rotan cada dos semanas. A unos se les ve mucho y a otros menos: se trata de poner zancadillas a los narcos. A los Pantoja, que ahora están de luto, a los Castañas, a los Chachos, al Messi y a los centenares de traficantes que inundan de hachís nuestras costas.

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