Podemos evita señalar a Iglesias, pero apunta a su gestión tras el 20-D como causa del fiasco

La formación cree que su labor en el Parlamento es la causa del desplome electoral

Madrid Actualizado: Guardar
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Todo fue un mal sueño. Aquellos días en los que Podemos se presentaba en un empate técnico con el PP no fueron más que una ensoñación. Las conclusiones que la formación extrae de los diferentes estudios realizados tras el fiasco electoral apuntan a que la contienda estaba perdida antes de empezar y que la desmovilización que le llevó a perder más de un millón de votos se produjo antes de la campaña y antes incluso del pacto con Izquierda Unida.

Tanto el informe del secretario político, Íñigo Errejón, como el estudio demoscópico de Carolina Bescansa, concluyen que esa desmovilización se debió a la gestión del trabajo parlamentario desde el mes de enero. Durante todo el día de ayer Podemos debatió en la reunión del Consejo Ciudadano las consecuencias del fiasco electoral, con ánimo de pasar página a una de las etapas más complicadas de la formación.

Esa enmienda a los meses de trabajo parlamentario apunta directamente a la gestión de Pablo Iglesias, aunque la formación ha blindado la cuestión de su liderazgo. Incluso el propio líder pidió en su discurso no caer en la «fetichización» de estos informes. En su intervención Iglesias no planteó atisbo de autocrítica, e incluso llegar a asegurar que en ocasiones fueron «víctimas de nuestra propia lucidez».

Pero el informe de Errejón destaca que existió una «disonancia» entre el tono de la campaña (muy optimista y con «la sonrisa de un país» como lema) y el empleado durante los meses en que se abordaron las gestiones de la formación de Gobierno (con Iglesias reclamando la vicepresidencia a Sánchez y luego votando contra su investidura o el polémico discurso de la cal viva).

Las conclusiones del informe de Errejón reconocen que la formación «subestimó» el peso del trabajo institucional. Y ese es el reto que se marca ahora la formación: «ser a la vez sexys y generar un discurso solvente» para llegar mejor a una parte de la población que «necesita tener certezas» y que quiere que Podemos pase «por el filtro de lo institucional». Es lo que el número dos del partido define como inventar «sentidos políticos nuevos» y «dejar de ser un vehículo frenético que corre y corre» abandonando la forma de la máquina de guerra electoral: del asedio al cerco: «No se ha cerrado el proceso de cambio español, pero se ha ralentizado», señalaban ayer desde el equipo de Errejón.

Respecto a cómo afectó la coalición con IU, Iglesias insistió ayer en la necesidad de construir «un bloque histórico», el análisis que presentó la secretaría política estima que porcentualmente se perdió más voto de quienes votaron a IU el 20-D que de quienes optaron por Podemos. «No ha funcionado como esperábamos pero la coalición no es la causa porque muchos apoyos los perdimos en el tiempo parlamentario».

Al análisis de Errejón siguieron las conclusiones del estudio demoscópico de Bescansa del que se desprende que el «clima de hastío» por la repetición electoral y la «pérdida de la percepción de importancia por parte de las elecciones» llevó a la desmovilización. Esa parte de pérdida de importancia la atribuyen a la negativa del PSOE a comprometerse en una alternativa progresista. Algo que, según Podemos, «hacía poco creíble la idea del cambio».

También concluye que «hay una relación estadística entre la caída del apoyo donde IU suele mostrarse fuerte y el descenso de Unidos Podemos». Su análisis identifica varias causas: la desmovilización, la «campaña del miedo» que generó una movilización hacia el PP y el desgaste parlamentario.

Todas las piezas del puzzle encajan cuando se comparan con el informe de Pablo Echenique, después de preguntar a los círculos. Un total de 400 trasladaron a Echenique que no creen que la alianza de IU haya afectado negativamente pero que tampoco ha aportado. Lo más llamativo es que las propias bases perciben que la gestión parlamentaria puede haber afectado en el resultado electoral.

Estos significantes no descienden al detalle de las causas de por qué esa gestión parlamentaria fue tan negativa, lo que evita señalar a Pablo Iglesias como responsable. El líder pidió «evitar las explicaciones en clave de facciones» para no ahondar en la división del partido. Iglesias defendió que el 26-J cierra un tiempo político y que ahora vamos a un «tiempo de ralentización».

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