El peligroso precedente italiano

Un joven primer ministro socialista italiano, Matteo Renzi, lanzó la mayor operación naval de rescate de inmigrantes. Ahora está en la oposición e Italia en manos de antieuropeos

Matteo Renzi ABC
Enrique Serbeto

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La invocación a Europa que hace el nuevo Gobierno español en relación a la política migratoria no se corresponde con la realidad. Europa, es decir, las instituciones europeas, tienen las ideas muy claras sobre lo que habría que hacer para intentar contener el problema. Y además esas ideas coinciden más o menos con las que se le suponen a los responsables socialistas. Pero si fuera tan fácil como «llamar la atención» o «lanzar un aldabonazo» como el que se dice que ha supuesto la operación de acogida del buque «Aquarius», la canciller Angela Merkel no tendría los problemas que en estos momentos amenazan la estabilidad de la coalición de gobierno del país más importante de la UE.

De hecho, Merkel tiene si cabe mucho más interés que Pedro Sánchez en lograr algún progreso en la solución de un problema que ha llevado a la Unión Europea a una crisis política y de identidad muchísimo más grave que la que provocó la crisis financiera.

En Alemania, la campaña electoral en Baviera han traído el tema a la mesa de la canciller en términos que no le dejan mucho margen de maniobra. Y en Bruselas, las perspectivas de que las fuerzas nacionalistas, xenófobas y antieuropeas sigan progresando y se conviertan en una mayoría a escala continental en las elecciones europeas de la primavera del año que viene horrorizan a las instituciones comunitarias. La amenaza es desgraciadamente real y la sensación de que Europa es precisamente la responsable de esta sensación que muchos ciudadanos tienen de ser víctimas de una invasión incontrolada es su principal alimento en términos electorales.

Merkel, que ya no niega haberse arrepentido de su generosa invitación indiscriminada a millones de demandantes de asilo, se ha reunido con el presidente francés precisamente para intentar buscar apoyos en este espinoso asunto. Pero el problema no es la opinión de Emmanuel Macron, que es bastante parecida a la suya, sino el férreo bloqueo que imponen los países del grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, Chequia y Eslovaquia) que se niegan a aceptar ningún tipo de refugiados de culturas tan alejadas (se refieren a los musulmanes y en menor medida a los africanos) ni siquiera como expresión de solidaridad, para repartir la carga con los demás países. Hasta ahora se han mostrado refractarios incluso a la amenaza de que se les recortarán los fondos estricturales.

Esta posición ha acabado por exacerbar la de Italia, un país del que hay que sacar una lección cuanto antes. En efecto, allí hubo un primer ministro socialista como Pedro Sánchez (Matteo Renzi) que en 2013 lanzó con gran pompa una fastuosa operación naval de rescate de migrantes («Mare Nostrum») con la esperanza de que los demás países se unirían y que compartirían el esfuerzo, pero todo eso ha terminado como ya se sabe: Renzi en la oposición y una coalición entre nacionalistas antieuropeos y demagogos en el Gobierno.

España hace bien en sumarse a la corriente más razonable de la Comisión. Es buen criterio que el presidente Sánchez se reúna con Macron cuanto antes. Pero si quiere contribuir a resolver el problema de la migración en vez de agravarlo.

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