Manuel Marín - Análisis

El peligro de desautorizar al militante

Las tres claves de la elección de los militantes en las primarias del PP: la posibilidad de destaque de su elección, la incertidumbre y la ausencia de datos objetivos que avalen el triunfo de nadie

Pablo Casado ayer en un acto en campaña de primarias con militantes de Toledo LUNA REVENGA
Manuel Marín

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En la virulenta pugna interna por el liderazgo del PP, tres claves marcarán el resultado de la elección de los militantes. La primera se basa en la posibilidad real de que la militancia destaque con su voto a un candidato frente a los demás , y que después sean los compromisarios quienes revoquen el sentido mayoritario de la primera votación. El filtro de estas “primarias mixtas” con que se dotó un PP acostumbrado a resolver sus liderazgos mediante la sucesión directa o el “dedazo” resultaría muy conflictivo si eso ocurriese, por muy legítimo que sea el criterio decisorio del congreso. Más aún, cuando hoy no se vislumbra una hipotética lista única de los dos finalistas, sino una inevitable fractura.

La segunda clave es la incertidumbre y desorientación que ha generado este proceso entre una militancia tan sobredimensionada artificialmente, que no resulta extraño que acuda a votar el 8 por ciento . Es indudable que el censo real del PP necesita mucho más que una revisión. Esa incertidumbre se ha acrecentado a lo largo de los días de campaña no solo por lo enconado de los codazos mutuos entre los tres principales aspirantes –Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal y Pablo Casado-, sino también porque hoy resulta dudosa la clásica teoría de que si un líder local o regional apuesta por un candidato, toda la militancia que pende de él seguirá disciplinadamente la directriz.

No hay datos objetivos que avalen preventivamente el triunfo de nadie, sino meras intuiciones y compromisos apalabrados que después se respetarán… o no. Susana Díaz creyó tener atadas unas primarias frente a Pedro Sánchez y Patxi López, pero los resortes de los “aparatos” funcionando como sargentos autoritarios para una militancia en primer tiempo de saludo han pasado a mejor vida. Desde esta perspectiva, la dureza de los argumentos de Cospedal y Sáenz de Santamaría contra Casado resultan llamativos en la medida que lo consolida como una “tercera vía” viable, con mensajes nítidos para recuperar principios perdidos o de severa autocrítica, y no como un “outsider” lanzado al vacío sin opciones.

Con la tercera clave pocos contaban. Es un congreso para dirimir liderazgos, no para abordar programas . “Eso, después”, se dijo. Sin embargo, la campaña ha derivado en un debate de ideas, incipiente pero real, con tres concepciones muy diferentes de partido, sin que hoy nadie tenga claro el rumbo de los ganadores. No se trata solo de designar sucesor a Rajoy para un rearme moral, sino de cómo volverá a identificarse el votante con sus siglas, sus valores y su ideología .

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