El PDECat no se resigna a Puigdemont y se plantea escindirse

Los dirigentes del PDECat, tras consultar con sus barones territoriales, estiman que al menos un 70 por ciento de los cuadros les guardarían fidelidad

Carles Puigdemont durante un acto esta semana
Salvador Sostres

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La vieja guardia convergente no se resiste a morir abducida por Carles Puigdemont y ante la opa hostil con que el expresidente de la Generalitat pretende liderar el independentismo -desde la calle y desde las instituciones, tal como adelantaba ayer Àlex Gubern en estas mismas páginas- el PDECat se plantea, cada vez con menos dudas y más determinación, una escisión basada en el poder territorial que todavía conserva, más allá del votante sólo motivado por la independencia inmediata y el enfrentamiento directo con el Estado.

Los dirigentes del PDECat, tras consultar con sus barones territoriales, estiman que al menos un 70 por ciento de los cuadros les guardarían fidelidad , en un partido que tradicionalmente ha trabajado cada pueblo y cada comarca generando una implantación y un arraigo que han sido sus principales argumentos electorales. Estos dirigentes del PDECat calculan que la mayoría de los alcaldes convergentes preferirían optar a la reelección con las siglas convergentes que optar por la incierta aventura de Puigdemont, que de momento no ha fracasado en su propósito transversal y no ha convencido ni a su propio partido. En este mismo sentido, el PDECat calcula que en unas elecciones al Parlament podría obtener entre 400 y 500 mil votos, que le otorgarían entre 14 y 16 diputados, especialmente si la participación, como se espera, no es tan alta como en las pasadas elecciones del 21 de diciembre y aquel 80 por ciento se ve rebajado 8 o 10 puntos.

La discrepancia del PDECat con Carles Puigdemont y su movimiento es a partes iguales estratégica y partidista. El PDECat quiere seguir siendo un partido independentista, un partido que no renuncia a esta idea como último objetivo, pero que entiende que en cualquier caso el camino es todavía muy largo. Y por lo tanto defiende el poder hacer política tanto en Barcelona, como en Cataluña y en el conjunto de España, en oposición a la agitación y a la movilización que propone Puigdemont, incapaz de llevar a cabo ninguna actividad política fértil por hallarse huido de la Justicia. Los dirigentes del PDECat, igualmente, quieren retener el poder que les da la implantación territorial del partido , el dinero de las subvenciones públicas que cada parlamento o ayuntamiento otorga a los partidos que están en ellas representadas, y muy especialmente el espacio mediático que sobre todo durante la campaña electoral le corresponde por ser la segunda fuerza del Parlament y del ayuntamiento de Barcelona.

Aunque de momento el PDECat sólo se plantea este primer y traumático paso, es evidente que con un Parlament cada vez más fragmentado ni gobierna -Ciudadanos- ni gobernará quien simplemente gane las elecciones, sino quien sea capaz de tejer más y mejores alianzas. Y si la escisión -como todo parece indicar- finalmente se produce, los postulados del PDECat se parecen mucho más a los de Esquerra (ampliar la base social del independentismo) y a los del PSC y Comunes (favorables a la liberación de los presos y a un referendo legal y acordado) que a los de Puigdemont y de la Crida, que pretenden colapsar la política catalana y española hasta lograr lo que persiguen.

Esquerra y Junqueras, que han rechazado de todas las maneras posibles cualquier ofrecimiento de Puigdemont de concurrir a las distintas elecciones bajo el paraguas de una candidatura unitaria, lo que de fondo rechazan es continuar fomentando esta mayoría parlamentaria del bloque independentista, al considerar que sólo convence a los previamente convencidos, mientras que una alianza con los partidos de izquierda -PSC y sobre todo Podemos- les permite “pescar” votos del bloque constitucionalista para la causa de la independencia de Cataluña. Una alianza con el sector moderado y posibilista del mundo convergente sería bien vista por los republicanos , en tanto que debilitaría a Puigdemont, al candidato que finalmente pusiera al frente de la Crida, y finalmente podría ERC alcanzar la presidencia de la Generalitat. Porque aunque parezca increíble, el único objetivo que durante todos estos años han tenido tanto Esquerra como Convergència no ha sido la separación de España sino retener/tomar la Generalitat, y ésta ha sido la motivación que explica la frivolidad, el farol, el infantilismo letal de sus actuaciones.

La escisión del PDECat, el nuevo mapa de alianzas entre las distintas formas de izquierda, y la facultad de conceder indultos que tiene el presidente del Gobierno, unida a su fragilidad parlamentaria, y a que igualmente el Congreso quedará muy fragmentado tras las próximas elecciones generales, dan un valor extraordinario a lo que antes eran unos 15 o 20 irrisorios diputados.

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