Manuel Marín

El pacto de la erosión

La del Partido Socialista y Podemos es una alianza parlamentaria de apareamiento fingido

Manuel Marín
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El PSOE y Podemos se han prometido apoyo mutuo para pactar iniciativas parlamentarias contra el PP en este Congreso de perfiles provisionales y escaños a tiempo parcial. Sin gobierno, la legislatura no terminará nunca de arrancar, y cualquier movimiento en el Congreso tiene mucho más de justificación de sueldos para cubrir unas falsas apariencias de normalidad institucional, que de control real a un Ejecutivo atado de pies y manos. A un gobierno en funciones, una oposición en funciones, cuyo único recurso es consagrar sus escaños -mientras duren- a una estrategia común de aislamiento del PP para amortizarlo en beneficio propio.

La del PSOE y Podemos es una alianza parlamentaria de apareamiento fingido. Tan artificial y oportunista como el intento de Ciudadanos de rentabilizar sus cuarenta diputados afeando al PP decisiones que, a fin de cuentas, son coyunturales a la espera de nuevas elecciones.

Un Gobierno como el de Rajoy no puede hoy aprobar una ley. Por tanto, pretender que este tiempo de parálisis discurra como si fuese una reprobación perpetua al PP de la anterior legislatura es la mejor señal de que ya no quedan pactos de gobierno que cerrar porque se ha abierto la veda de una nueva campaña electoral. Incapaces de cerrar conjuntamente esa eufemística «mayoría del cambio», lo que han pactado de modo transversal PSOE, Podemos y Ciudadanos es que Rajoy y el PP acusen el mayor desgaste y erosión posibles hasta que tenga que disolverse el Parlamento. De lo contrario, Sánchez y Rivera ya estarían repartiéndose los Ministerios que Iglesias tuviese a bien dejarles libres…

Es muy probable que Rajoy se vea obligado a comparecer en el Congreso después de Semana Santa para explicar si España comparte o no el preacuerdo alcanzado con el gobierno de Turquía para la regresión, a cambio de dinero, de inmigrantes y refugiados llegados a Europa. En vista del análisis hecho ayer por García-Margallo, según el cual un acuerdo así vulneraría la legalidad internacional y España nunca lo suscribiría, ningún de los cuatro partidos discrepa en nada.

Pero el drama de cientos de miles de personas en indefensión y miseria absoluta es un argumento rentable de propaganda preelectoral para amplificar una pretendida superioridad moral de la izquierda y gozar de una coartada ética frente a la derecha opresiva y represora… Aunque lo cierto sea que derecha e izquierda puedan opinar lo mismo en cuestiones sustanciales que afectan a los más estrictos criterios de legalidad y respeto de los derechos humanos, no es permisible dar bazas a Rajoy. Se le dibuja en el hemiciclo como el sumun de una perversa inhumanidad, y patada a seguir. «Wellcome Refugees», sigue sosteniendo Manuela Carmena en un inmenso cartel colgante de la fachada del Ayuntamiento de Madrid, cuando a la capital no llegan de momento. Sobredosis de buenismo ficticio y excesos de progresismo sobreactuado en otra carrera hacia las urnas. Que Sánchez, Iglesias y Rivera pacten de verdad, o callen para siempre.

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