Jordi Sevilla, durante la entrevista
Jordi Sevilla, durante la entrevista - JAIME GARCÍA
Entrevista

Jordi Sevilla: «Rajoy se está cargando de argumentos para justificar un adelanto electoral»

El exministro socialista presenta el libro «Vetos, pinzas y errores. ¿Por qué no fue posible un gobierno del cambio?»

Madrid Actualizado: Guardar
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Jordi Sevilla votó a Almunia, pero se convirtió en asesor de Josep Borrell. No votó a Pedro Sánchez, pero ha sido uno de sus estrechos colaboradores en los diez meses de vértigo que convirtieron la política española en algo excepcional. Tres investiduras y dos elecciones después, «la ilusión de un cambio» ha terminado llevándose por el camino a la dirección del PSOE, que vuelve a disputarse su liderazgo en unas primarias. «No voy a participar en la campaña de Pedro ni de nadie. No tengo temor de que gané ningún candidato. He vuelto al sector privado para quedarme», es su primera declaración de intenciones.

No es difícil para el ministro de Administraciones Públicas durante el Gobierno de Zapatero, que aprobó un Código Ético y la Ley de conflicto de intereses para regularizar las llamadas «puertas giratorias».

Esas que ahora Pablo Iglesias llama «trama». «Es igual que si ahora invento que hay una trama de profesores universitarios que no han sido capaces de ser titulares ni catedráticos y han montado un partido para tener poder. Sería absurdo. Es solamente ruido de alguien que no tiene nueces», apostilla Sevilla en la presentación de «Vetos, pinzas y errores. ¿Por qué no fue posible un gobierno del cambio?» (Ediciones Deusto).

Dos años y un mes después de la entrevista para ABC de su anterior libro, ya me decía en el titular: «Aquellos que apoyaron a Sánchez son los que intentan descabalgarlo».

¡Y no estaba ni trabajando con él! Es una frase profética. Es lo que ha ocurrido. Pedro Sánchez gana el Congreso con el apoyo de Susana Díaz, y los que le auparon son una parte importante de los que han sido sus críticos. Por qué se pasa del apoyo a la crítica, a mí se me escapa…

Pedro Sánchez vuelve después de una guerra civil que ha escindido al PSOE en dos…

No lo veo con ese dramatismo. Tampoco le puedo aceptar el concepto de guerra civil. Lo que ha habido son conflictos objetivos. Se ha ido incubando una incomprensión mutua. En la medida de que era el secretario general tiene más responsabilidad, pero no la única. Además, las razones de las discrepancias no responden sólo a veleidades personales. Pedro Sánchez se movió dentro de las resoluciones del Comité Federal, y no se verbalizó la discrepancia en torno a la abstención. Vemos incluso ahora la dificultad del PSOE para gestionar las consecuencias de esa decisión.

JAIME GARCÍA
JAIME GARCÍA

¿Fue un error dejar de hablar con los barones del PSOE?

No lo sé. Creo que él lo intentó, que habló con casi todo el mundo. Pero es aquello de que dos no se pelean si uno no quiere. No es un problema de buscar culpables ni que yo me ponga ahora a defenderle. Al final surge un problema en los dos últimos meses sobre cuál es el mal menor, si aceptamos la abstención o vamos a terceras elecciones, aunque él no explicitó que quería ir a terceras.

Es cuando relata en su libro que deja de hablar con su equipo de confianza, cuando realmente no se conocen cuáles son sus intenciones…

Cuando analizas los resultados de la votación del Comité Federal, no estaba tan aislado. Hay que mirarlo en clave de futuro. Hay problemas objetivos que están detrás de la definición de la política del PSOE para recuperar los seis millones de votantes que se han perdido, y esto pesa sobre los tres candidatos.

¿Por qué no se mostró el documento interno que os encargo Pedro Sánchez para negociar la abstención?

Es evidente que visto lo visto, las cosas se debieron hacer de otra manera. Nosotros barajamos la posibilidad de la abstención, pero la pregunta para mí es porqué dijimos «no es no». Hubo un cambio de opinión al percibir que los militantes y votantes preferían que el PSOE se abstuviera. Yo era partidario de pedir la cabeza de Rajoy en sentido político. No queríamos el abrazo del oso, que llevaba a que el PSOE desapareciera como oposición. Y, además, porque Rajoy tenía otras alternativas como posiblemente veamos ahora con los Presupuestos.

Por eso mismo, si hubierais explicado cuál era el precio de la abstención como se analiza en el documento, quizá el PP hubiera buscado otros aliados…

Puede ser.

¿Os convertisteis en presos de una situación imposible entre tanto mal menor?

Por eso fueron las razones por las que se recurrió a un Comité Federal extraordinario, donde dimitió el secretario general, para conseguir algo, que insisto, no llenó de ilusión a nadie. Era el mal menor, descartado un gobierno alternativo y las terceras elecciones.

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Pedro Sánchez no llamó a Felipe González para contarle que no piensa abstenerse, si le hubiera contado sus planes quizá no lo tendría en contra…

Puede ser.

Plantea Pedro Sánchez que si le apoyaban los independentistas era gratis y usted le dice que nadie le va a creer, ¿aun así descarta que pudiera existir el llamado gobierno Frankestein?

Era una operación imposible. Otra cosa es que la manera de gestionarlo fuera distinta cómo cuando éramos un equipo. Estamos hablando de septiembre, un mes que está en medio unas elecciones gallegas y vascas… No me siento identificado si se arguye que Pedro se quedó ensimismado.

Usted le describe como «un Sánchez poco menos que “enloquecido”»…

Pero recalco, lo dicen sus adversarios. Para mí no es una visión relevante. Si todo el problema del PSOE sólo fuera una persona, dichoso el PSOE, porque cambiando la persona se acaban los problemas. No es verdad. No es una persona la que hizo que perdiéramos seis millones de votos. Existe un problema colectivo, de partido, de equipo, de estrategia. Ahora estamos eligiendo al director de la orquesta, pero los músicos y la partitura también es importante.

Sánchez ha dejado claro que pactará con Pablo Iglesias, ¿es el único que no se ha dado cuenta de que Iglesias le ha dado con la puerta en las narices?

Él no es presidente del Gobierno porque Pablo Iglesias votó que no. El problema es que Pedro Sánchez mantuvo durante mucho tiempo la esperanza de convencerlo, que la razón se terminaría imponiendo, y que los deseos de cambio de la sociedad española se impondrían por encima de los deseos de «sorpasso» al Partido Socialista.

Alguien que ha purgado a su mano derecha, que dice una cosa en privado y otra en público, ¿es de fiar si sólo piensa en conseguir el «sorpasso»?

Esa lectura la hace mucha gente de Rajoy, y lo hace el propio Felipe González. La gestión del conflicto político desgraciadamente nunca es inocua en los partidos políticos. En la partidocracia que vivimos se impone la racionalidad del partido y no la del interés general.

Es crítico con el papel que jugó Alberto Garzón en las negociaciones.

Alberto Garzón nos defraudó, porque tenemos la convicción de que estaba jugando a dos bazas. Creo que al darse cuenta de que Podemos no quería el acuerdo con el Partido Socialista, él también cambió de tesis pasando de tenerlo firmado con nosotros, a encabezar el «no».

Con el parón del decreto ley de la estiba en el Congreso, ¿estamos ante unas terceras elecciones?

Rajoy se está cargando de argumentos para justificar un adelanto electoral. Siempre se ha movido por lo que los demás le obligan a hacer. Él quiere construir una narración de que pretende acabar la legislatura, pero son los demás los que lo hacen imposible. Y el decreto de la estiba es una pieza importante en ese relato. Es imposible haber gestionado tan mal un decreto ley que necesita apoyos parlamentarios, como lo ha tramitado este Gobierno. No tengo ninguna duda de que amenazará a partir de mayo con el adelanto electoral.

Un dirigente socialista me contó que en el arranque de la campaña de primarias de Pedro Sánchez estaba detrás Llorente & Cuenca, la consultora donde usted es vicepresidente…

Eso es falso. Por muchas razones, porque no es verdad y no podría ser verdad. Llorente & Cuenca es la primera consultora de comunicación de España y de América Latina. Es una empresa que en sus estatutos tiene prohibido trabajar para partidos políticos, mucho más para candidatos. Forma parte de las muchas maldades que se dicen. Es un rumor que alguien lanzó con mala intención y mucho desconocimiento.

¿Se dio un tiro en el pie Pedro Sánchez con la entrevista en «Salvados» donde reconocía que había sufrido presiones del Ibex 35, de Prisa y de todo el mundo?

A mí no me gustó esa entrevista y se lo dije. Lo entiendo en el calor cuando has vivido una situación difícil. Yo no he recibido ninguna presión del Ibex 35, es que además no las hubiera aceptado. Hablé con todos los empresarios y eso no significa que presionaran ni que yo les hiciera caso. De su entrevista con el director de Telefónica me enteré por el periódico, pero tampoco pasa nada. Ya sé que nadie es imprescindible.

No hay ninguna crítica a Sánchez en su libro, ¿tiene síndrome de Estocolmo?

No. No lo tengo. Simplemente me niego a entrar en la crítica. La vida política de hoy está sobrada de insultos, de ataques, y falta debate, racionalidad y reposo. No voy a contribuir a incrementar el nivel de tensión.

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