Juan Fernández-Miranda

El fin de la historia

Vocento ha sentado hoy en la misma mesa tres estilos absolutamente diferentes de ejercer la política, tres liderazgos fuertes convertidos ya en los jarrones chinos que en su momento popularizó Felipe González

Juan Fernández-Miranda
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Reunir en un mismo escenario a González, Aznar y Zapatero es un acto de alto voltaje, por el interés poilítico y -por qué no decirlo- el morbo que despierta verles conversar distendidamente. Los tres representan 30 años de gobiernos de España, tres estilos absolutamente diferentes de ejercer la política, tres liderazgos fuertes convertidos ya en los jarrones chinos que en su momento popularizó González («Yo estoy encantado de ser expresidente», exclamó un divertido Aznar).

Observar a tres personas que en sus años de coincidencia en la primera línea se han llevado tan rematadamente mal ofrece una extraña sensación de fin de la historia. El mismo Aznar que hace 20 años proclamaba el «Váyase señor González», reconocía hoy que está de acuerdo con su análisis «en un 95 por ciento o 97 por ciento».

Tal vez la perspectiva que da el tiempo, o la magnitud de los actuales desafíos, ayuda a buscar puntos de acuerdo y obviar viejas rencillas. El balance que de los últimos cuarenta años hacen quienes más mandaron en España es optimista: «Estamos mejor en todo», teorizó Zapatero tras los análisis optimista pero no autocomplaciente de sus predecesores.

El diálogo moderado por Bieito Rubido y Julián Quirós en el 15 aniversario de Vocento estuvo atravesado por la búsqueda del consenso, y este surgió explícito en el rechazo radical al desafío soberanista catalán y en la reclamación subyacente al hoy presidente del Gobierno, al que por cierto nadie citó ni de pasada: para resolver el problema catalán hace falta más política. «Hablar es muy importante», resumió Aznar.

Luego, claro, hubo discrepancias: González apuesta por la reforma constitucional, Aznar la rechaza y Zapatero le resta importancia («Más importante que la Constitución es la voluntad política»). Pero los tres últimos expresidentes del Gobierno se mostraron optimistas ante el mayor reto de la política española: «Cataluña no será independiente», dijo González. «Antes que España, se rompe Cataluña», añadió Aznar. Y Zapatero aseguró que la sobernanía reside en el conjunto del pueblo español, lo cual es tranquilizador teniendo en cuenta sus antecedentes (luego habló de «identidad múltiple», aunque en ningún caso lo vinculó al sentimiento de nación).

El encuentro fue elegante, pues nadie recurrió a viejas cuitas en aras de la provocación. Solo, si cabe, la broma que le lanzó Aznar a Zapatero cuando este abandonaba el escenario -requerido por un viaje internacional-. «¿Te vas a Venezuela?. Ten cuidado». La carcajada fue general en un auditorio en el que destacaba la ausencia de ministros del Gobierno. El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, fue el máximo representante de la actual clase política, lo que le permitirá enarbolar la bandera que ayer ondeó en el auditorio de la Mutua Madrileña: la enseña del consenso.

El acto central del aniversario por el decimoquinto aniversario de Vocento tiene un significado histórico y ofrece aportaciones significativas a la actual coyuntura política: Los últimos cuarenta años han sido positivos para España y desde el diálogo se pueden superar grandes desafíos. Los tres expresidentes ofrecieron ayer una lección que debería ser obligatoria al menos en el Parlamento: hablar bien de España.

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