Pasaba por allí...

El gazpacho de Pablo Casado

El líder popular recorrió Andalucía el día después del debate televisivo con el sueño de aplicar tras las generales la misma receta que ha hecho presidente de la Junta a Juanma Moreno

Manuel Contreras

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El dirigente local del PP se distrae ojeando la carta que el restaurante tiene expuesta en la calle como anzuelo para los turistas. Espera la llegada de Pablo Casado con más aburrimiento que entusiasmo; con suerte podrá estrecharle fugazmente la mano. Sabe que es un mero figurante en el cortejo de bienvenida que el partido ha dispuesto para recibir al líder popular. Observa la oferta de entremeses del establecimiento y comenta con sorna: «La receta del pacto que ha hecho presidente a Juanma es la más importante que se ha hecho en Andalucía desde el gazpacho». Y se ríe de su propio hallazgo político-gastronómico.

No iba desencaminado el mando intermedio del PP sevillano . Pablo Casado, de hecho, no acudió ayer a Andalucía -Sevilla, Granada y Málaga, en una maratoniana jornada- para pedir el voto, sino más bien para saborear el gazpacho del éxito andaluz. Un cóctel en el que el PP y Ciudadanos representan el tomate y el aceite, los dos ingredientes principales obligados a ligar entre sí, y Vox vendría a ser el aliño de verduras que se agrega a posteriori para completar el plato. Un complemento necesario pero ajeno al menjunje principal. Como ocurre ahora, en las elecciones andaluzas del pasado 2 de diciembre todas las encuestas veían gobernando al PSOE, pero las previsiones fallaron y los populares se hicieron con la Junta de Andalucía pese a sufrir un severo costalazo en las urnas. A Moreno le bastó cerrar un pacto de Gobierno con Ciudadanos y lograr el respaldo en la Cámara de Vox, el gazpacho del éxito. La receta funcionó porque había un factor que unía a los tres partidos por encima de sus diferencias: la imperiosa necesidad de que el PSOE abandonase la Junta tras 36 años. Casado sueña con que se repita el escenario a nivel nacional y que la urgencia por desalojar a Sánchez obligue a Rivera y a Abascal a cocinar el mismo gazpacho.

Casado, sorprendentemente lozano pese al desgaste del doble debate televisivo, se empapó del estado de euforia que vive el PP andaluz, todavía en esa ensoñación que se debe sentir cuando te ha tocado la lotería. A las puertas del restaurante le esperaban dos docenas de dirigentes populares, la gran mayoría de ellos con cargo público -cómo han cambiado las cosas en este partido-. Un par de colectivos se había concentrado con pancartas para protestar... contra la gestión del PSOE en la Junta. Los populares andaluces viven su sueño dorado y todavía no han despertado.

Para que el decorado estuviese a la altura de la coyuntura política, la organización eligió para el evento un restaurante ubicado frente al palacio de San Telmo, de forma que mientras el presidente popular se dirigía a los militantes podía ver a través de una monumental cristalera la sede de la Presidencia de la Junta. Su mítin reunió a medio millar de militantes, una cifra modesta en comparación con el gran acto que Vox iba a protagonizar horas después en el Palacio de Congreso de la capital hispalense. El partido culpó del gatillazo a la oportuna lluvia que afeaba la mañana: «Es una pena que esté lloviendo, porque hubiesemos llenado seis veces esto», aseguró Teresa Jiménez-Becerril, cabeza de lista al Congreso por Sevilla. En las primeras filas de público toda la plana mayor regional, desde Javier Arenas y Juan Ignacio Zoido -juntos pero no revueltos- a varios de los flamantes consejeros del Gobierno andaluz. «Os dejo con Juanma Moreno, nuestro presidente de la Junta. ¡Qué alegría da decirlo!», señaló, se diría que todavía un tanto incrédula, Jiménez-Becerril al ceder la palabra.

A Juanma Moreno le ha cambiado la Presidencia de la Junta. Es otro político, más resuelto, más seguro de sí mismo. Moreno fue un candidato apocado que parecía destinado a estrellarse contra el muro de la imbatibilidad socialista. Con cierto aire de dirigente a medio cocer, muy pocos apostaban por él frente a una Susana Díaz que menospreciaba sin disimulo a su oponente mientras centraba su atención en el pulso por controlar el PSOE. Pero la política es caprichosa; Moreno se sienta hoy en el Trono de Hierro andaluz y repasa los logros de los primeros cien días de gobierno con aplomo napoleónico. El gazpacho de la gobernabilidad andaluza actúa como la poción mágica de Astérix, y Moreno quería dar de beber ayer a su presidente del brebaje. «La autopista al cambio en España es el voto al PP, no hay voto indirecto. Lo inteligente es votar a Pablo Casado», resaltó Moreno ante un auditorio entregado.

Casado asumió la situación sin problema y no ocultó que su intención es exportar la «vía andaluza» al escenario nacional. «Lo que hiciste en Andalucía , recuperar la dignidad, la prosperidad, el empleo, la transparencia, los servicios públicos, lo vamos a hacer en España», señaló.

Cuando se bajó del estrado, el presidente popular no sabía todavía que Ciudadanos había fichado a Ángel Garrido . Se lo comentaron mientras saludaba a la militancia y encajó el golpe sin perder la sonrisa. Salió rápido del restaurante a la búsqueda del avión que debía llevarle a Granada. Ni siquiera tuvo tiempo de pedir un chupito de gazpacho, vaya usted a saber si por las prisas o porque había perdido el apetito.

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