Análisis

Fractura en el bloque constitucional

Con la «operación diálogo» puesta en marcha por Sánchez, se está produciendo el definitivo alejamiento de cualquier posibilidad de reinstaurar el artículo 155 de la Constitución

Pedro Sánchez saluda a Pablo Casado, ayer, frente a La Moncloa EFE
Manuel Marín

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La conclusión más preocupante de la primera reunión mantenida ayer por Pedro Sánchez y Pablo Casado es la seria fractura surgida en el bloque de partidos constitucionalistas tras la moción de censura. Con la «operación diálogo» puesta en marcha por Sánchez, se está produciendo el definitivo alejamiento de cualquier posibilidad de reinstaurar el artículo 155 de la Constitución , incluso mientras persiste la amenaza sistemática de la declaración unilateral de independencia. Ayer, mientras Sánchez y Casado se reunían, la Generalitat volvió a invocar la desobediencia como declaración de intenciones para otoño.

Todo en Cataluña parece abocado a un caos político sustentado en la permisividad del Gobierno central, que impulsa una negociación utópica en la que la Generalitat apela a la ilegalidad y la unilateralidad, y Sánchez a la legalidad constitucional… sin contar con el criterio de los otros partidos constitucionalistas. Sánchez apela al diálogo frente a la «judicialización» del proceso separatista , e invoca soluciones «intermedias» basadas en la cesión y los gestos políticos –aunque la comisión bilateral no tenga visos de resolver nada-, orientadas a una suprafinanciación de Cataluña frente al resto de autonomías, y rayanas en la perversión de la legalidad cuando se ofrece a la Generalitat la rehabilitación de todos los preceptos del Estatuto que el TC derogó por inconstitucionales.

Por el contrario, Casado maneja un discurso carente de complacencias y de negociaciones estéticas con quien nada quiere negociar, salvo la vulneración de la legalidad. Casado es proclive a una renovada aplicación del artículo 155 de la Constitución –también Ciudadanos pese a que fue el partido más reticente-, con la novedad de que la intervención fáctica de la autonomía se llevaría a cabo con más restricciones jurídicas y duración.

Cataluña no es solo el conflicto político más inquietante que afronta España. El triunfo moral del que se jacta el independentismo consiste en haber fracturado al bloque constitucional porque es evidente que la idea de España que tienen PP y PSOE no es la misma y sus soluciones, muy divergentes . Cataluña, concebida como coartada electoral, y no como cuestión de Estado común, es la peor noticia posible.

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