La Audiencia Nacional juzga a Liher A.R. y Alaitz A. J.
La Audiencia Nacional juzga a Liher A.R. y Alaitz A. J. - EFE

Los dos etarras que presuntamente atentaron en Madrid en 2005 niegan todos los hechos

La Fiscalía de la Audiencia Nacional pide para cada uno 718 años de prisión y una indemnización mínima de 677.000 euros por el coche bomba que explotó la mañana del 25 de mayo

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Cerca de una veintena de personas esperaban este miércoles en las proximidades de la Audiencia Nacional a que diese comienzo el juicio contra los dos etarras que presuntamente hicieron estallar un coche bomba la mañana del 25 de mayo de 2005 en la esquina de la madrileña calle de Rufino González con la de Alcalá, en el barrio de San Blas. A pesar de que la explosión no causó ninguna víctima mortal, sí dejó 46 heridos de diversa gravedad, entre ellos 14 agentes de la Policía, además de producir cuantiosos daños materiales.

En torno a las 11.30 de la mañana comenzaba la vista contra Liher A.R. y Alaitz A. J., como así se llaman los presuntos terroristas, para los que la Fiscalía pide 718 años de prisión para cada uno por los delitos de estragos terroristas y de tentativa de atentado terrorista, 14 de ellos en su modalidad agravada debido a que parte de los afectados eran miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, así como una indemnización mínima de 677.000 euros por los desperfectos ocasionados por la deflagración.

Ambos acusados rehusaron declarar en euskera, pese a que la magistrada Ana María Rubio les dio la posibilidad de hacerlo mediante la asistencia de un intérprete. Alaitz manifestó al inicio de la vista su voluntad de responder únicamente a las preguntas de su letrada, valiéndose de su derecho a la defensa, al igual que Liher, que solo respondió a las cuestiones formuladas por su abogado.

Durante su declaración, Alaitz negó que la noche del 24 al 25 de mayo se hubiera dirigido junto con Lither a la localidad madrileña de El Escorial para robar un vehículo en el que colocar la carga explosiva «con el fin de cometer un atentado en Madrid», como sostiene el Ministerio Fiscal en su escrito de calificación provisional. De igual modo, negó haber forzado la cerradura de un coche para desplazarlo posteriormente a la localidad de Valdemorillo, donde según el Ministerio Público «depositaron en el maletero un artefacto de entre 18 y 20 kilos de una mezcla explosiva compuesta, entre otros elementos, por clorato y sodio», conduciéndolo después hasta el número 4 de la calle Rufino González, donde lo aparcaron «con el fin de causar el mayor daño material posible y ocasionar la muerte o lesiones a las personas que se encontrasen en el lugar de los hechos o en sus inmediaciones».

«Yo no puedo explicar el resto biológico que la Policía encontró allí», dijo el acusado en relación con las pruebas que las fuerzas de seguridad hallaron en el coche bomba y que lo incriminan en los hechos. Además, manifestó que desde que llegó a Francia en marzo de 2005 «hasta que me detienen no coincidí con la acusada». «Tampoco recibí ningún curso de confección y colocación de aparatos explosivos y armas» por parte de la banda terrorista, pues según manifestó estaba integrado en el comando dedicado a las labores de falsificación de documentos. Además, insistió en que desde que ETA lo destinó al territorio galo solo viajó a España en una ocasión, y según dijo se desplazó al pueblo guipuzcoano de Villabona, «donde estuve una o dos noches».

Por su parte, Lither A.R. señaló que desde febrero de 2005, cuando pasó a Francia, hasta que se procedió a su extradición «no volví al Estado español». Durante su estancia en el territorio galo dijo que se había dedicado a labores de «alquiler de apartamentos» para la banda terrorista debido a sus conocimientos del idioma, pues «había estado de Erasmus» en el país. «No recibí ningún curso de manejo de explosivos», aseguró, «ni coincidí con el acusado».

En cuanto a los restos de su ADN que la Policía encontró en un botellín de agua y en bolsas de basura situados en el lugar de los hechos, Lither trató de desvirtuar la prueba apelando a sus funciones de logística, basadas en el traslado de militantes de la banda de unos inmuebles a otros. «Lo único que se confundieran con los de alguna persona con la que hubiera tenido contacto», señaló.

Pese a ello, el testigo protegido que declaró en el juicio, un taxista de profesión que el día de la explosión se encontraba prestando sus servicios en las inmediaciones de la calle Alcalá, manifestó que el día 25 de mayo de 2005 en torno a las 6,30 de la mañana recogió a dos personas, un hombre y una mujer, en la zona donde se produjo la explosión. «Me pidieron que los llevara a Ávila», dijo. «Al pasar el túnel del peaje ella recibió un mensaje», manifestó.

Además, dos policías municipales de Valdemorillo que declararon en calidad de testigos dijeron que la noche anterior a la explosión habían observado una furgoneta con un hombre y una mujer dentro, cuya descripción física coincidiría con la de los acusados.

Tras cerca de dos horas de duración, la primera vista por la explosión del coche bomba quedó aplazada hasta mañana jueves, cuando continuará el juicio con el resto de declaraciones testificales y con la práctica de la prueba pericial. Al finalizar la vista, una veintena de personas se congregó en las inmediaciones de la Audiencia Nacional, desde donde aplaudieron en símbolo de apoyo a los etarras.

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