Los etarras encarcelados van a decidir la disolución de la banda

Los «votantes» del documento serían 220 reos que cumplen en España y 60 en Francia

Cruz Morcillo

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No llegan a trescientos y son ellos, los presos de ETA en España (unos 220 en en este momento) y Francia (en torno a 60), los que van a decidir la disolución de la banda, estrategia anticipada en un documento difundido por Gara en el que dan por concluido su «ciclo y función». «E stán creando expectación , preparando el terreno, lo mismo que ha ocurrido siempre, con el alto el fuego, con el desarme... en definitiva a lo que se han visto abocados tras la derrota policial y operativa», explican fuentes de la lucha antiterrorista. Los militantes y la dirección están en prisión, por tanto, el posible debate y la conclusión a la que se llegue se desarrolla en los centros penitenciarios.

De hecho, la estrategia en teoría parte también de las cárceles, en concreto de la francesa en la que permanece el último líder, David Pla, detenido por la Guardia Civil en el país vecino en septiembre de 2015 junto a Iratxe Sorzabal . Su sucesor Mikel Irastorza nunca ha llegado a ser considerado jefe: no tiene ni muertos ni atentados a sus espaldas, aunque es el último dirigente de lo que quedaba del aparato logístico de la banda.

Interior mantiene la distancia habitual ante este tipo de comunicados publicados por los medios afines, si bien el ministro Juan Ignacio Zoido evidenció ayer la firmeza del Estado de derecho. «Igual que ETA no consiguió nada cuando dejó de matar, no conseguirá nada cuando deje de existir», dijo en la «Ser» frenando con esas palabras cualquier expectativa a los presos y sus familiares.

Las fuentes consultadas resaltan la importancia del proceso en las prisiones en varios sentidos: por un lado, el cese de los conflictos. Se acabaron las huelgas de hambre y las acciones reivindicativas después de que se diera libertad por parte del núcleo duro para que quien quisiera cumplir, lo hiciera. Ahora, incluso etarras históricos con muchos muertos en su cuenta piden destinos dentro del centro penitenciario y participan en cursos, trabajan y barren las celdas. «Creemos que esto se extenderá de forma pasiva cuando la disolución de la banda sea un hecho formal», indican fuentes policiales.

«De fiasco en fiasco»

Las cautelas, con todo, prevalecen. «Llevan 15 años de fiasco en fiasco en términos estratégicos, pero incluso así hay que modular el optimismo», insisten. En este mismo sentido, el experto en terrorismo y director del Centro Memorial de Víctimas, Florencio Domínguez, indicó ayer a Efe que ETA planea mantener una dirección clandestina incluso después de disolverse y concluyó que la disolución de la banda «llega tarde, 858 muertos tarde» . «Cuestión distinta es que tengan gente para mantener esa dirección», argumentan fuentes de la lucha antiterrorista que recuerdan que el último icono es Josu Ternera, «sin peso ni influencia y enfermo».

Las fuentes consultadas recuerdan que «ETA puede desaparecer pero no desaparecerá la responsabilidad penal de sus miembros ni los que nos encargamos de perseguirlos». Los rescoldos de ETA, como los llaman, esos que dicen que «caben en un microbús» tienen que seguir escondiéndose y vivir de forma clandestina y esa situación no variará pese a que den por acabada su organización terrorista. «No es fácil que mantengan una dirección fuera. Si lo hacen desde luego vamos a estar muy pendientes para impedírselo y ponerlos ante la Justicia».

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