Evo Morales
Evo Morales - AFP

España en Latinoamérica: de la admiración a las acusaciones

El rencor histórico late con mayor o menor virulencia en la región y suele aflorar cuando estallan conflictos o roces con empresas nacionales

CORRESPONSAL EN BUENOS AIRES Actualizado: Guardar
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Un exembajador de México en Montevideo, que hoy tiene hilo directo con el presidente Enrique Peña Nieto, reconocía hace unos días: «Lo que más fastidia de este nuevo colonialismo es la actitud prepotente y conquistadora de los nuevos ejecutivos españoles». El comentario vino acompañado de detalles de conductas, en la ciudad de México, de «la última camada» de «gachupines» (españoles en sentido peyorativo) que han enviado bancos y multinacionales al antiguo Reino de la Nueva España. Dicho esto, la misma persona, entusiasta de nuestro país pese a la crítica, echaba de menos el caudal de intelectuales que desembarcó en México como consecuencia de la guerra civil española. «Nos llegó lo mejor de las letras y universidades» y «supimos aprovecharlo», añadió.

La observación de este hombre de mundo no es una excepción en ciertos países de la región cuando se trata de describir a la última ola de expatriados de grandes empresas. Otra cosa es cuando se refieren a los nuevos emigrantes, aquellos que hicieron la maleta por su cuenta y salieron en busca de trabajo cuando el paro que arrancó con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se transformó en una curva ascendente hacia el infinito en la España que hoy intenta recuperar algo del terreno perdido.

En Chile, «a partir del 2008 comenzaron a llegar los emigrantes que consideramos de primera clase. Tienen una buena formación, hablan idiomas y resultan baratos», describe la profesora de Universidad Diego Portales, Soledad Pino, que vivió un tiempo en Madrid. Antes, con la llegada de «Endesa, Telefónica y los bancos se hablaba de la segunda conquista», pero «la crisis le bajó el pelo a España», matiza para explicar que la idealización de la «madre patria» comenzó hace unos años a hacer aguas. Dicho esto, «el afecto, la música, el cine y el fútbol nos mantienen unidos».

En la Argentina de los Kirchner y en los países del eje bolivariano, con sede en Caracas, el reflejó de España se deformó la última etapa por intereses políticos o, para que se entienda mejor, de «consumo interno». Con el exministro Axel Kicillof volvieron a resucitar expresiones como «espejitos de colores», «expolio», «saqueo» y otras vinculadas a la conquista de América.

Evo Morales, incondicional del Real Madrid y con simpatía manifiesta por los Reyes, fue de los primeros en advertir –antes de ganar las primeras elecciones– que ya era hora de que «España devuelva todo el oro que se llevó», como declaró en ABC. El rencor histórico late con mayor o menor virulencia en la región y suele aflorar cuando estallan conflictos o roces con empresas nacionales, caso Repsol, Aerolíneas Argentinas, Endesa a través de sus filiales, Telefónica y un largo etcétera.

En Ecuador, España es sinónimo de refugio. Más de cuatrocientos mil ecuatorianos viven en nuestro país y prácticamente la mitad, se han nacionalizado españoles. Perú ha pasado de exportar trabajadores a importarlos y de estos los españoles figuran en segundo lugar (el primero lo ocupan son los países vecinos) En Colombia también se aprecia el desembarco de españoles, la tierra que pareciera ser el nuevo Dorado es receptora de una avalancha de inversiones recientes españolas que son bien recibidas.

Cada país mira a España desde diferentes ángulos pero hay una imagen común que comparten recientemente: su incredulidad y asombro frente a la crisis de gobernabilidad tras las dos últimas elecciones y los amagos independentistas de Cataluña. Ambos asuntos son los primeros que ponen sobre la mesa en un intento de entender una nueva España a veces incomprensible. 

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