Daesh buscó iniciar su campaña de terror en Europa atacando Barcelona antes que París en 2015

Según un estudio sobre los atentados de agosto en Cataluña, la «tensión secesionista» dificultó la prevención antiterrorista

L. L. C.

Los yihadistas del Daesh planearon emprender en septiembre de 2015 en Barcelona la campaña de atentados que más tarde abrirían en París en noviembre de ese mismo año y continuaría en Bélgica. «Barcelona no solo era el objetivo principal del comando de Operaciones Exteriores del Estado Islámico, cuando todavía estaba dirigido desde Raqqa, sino la primera ciudad europea designada por la organización como objetivo de un ataque a gran escala» es una afirmación que figura en el documento «"Españoles vais a sufrir": La intrahistoria del los atentados en Barcelona y Cambrils de agosto de 2017» publicado el miércoles por los investigadores del Real Instituto Elcano Fernando Reinares y Carola García-Calvo en la revista del Centro de lucha contra el Terrorismo (CTC) de la Academia Militar de West Point, en Estados Unidos.

De acuerdo con el estudio, la intención de cometer en Barcelona un gran ataque inicial se vio frustrada por la detención en junio de 2015 en Varsovia (Polonia) de Abdeljalil Ait el-Kaid, un marroquí que había vivido en Torrevieja (Alicante) y que en ese momento estaba de vuelta en Europa con la misión de preparar la acción terrorista en la Ciudad Condal tras haber recibido entrenamiento en manejo de armas y explosivos en Siria. Quien le había enviado camino de España fue el belga Abdelhamid Abaaoud, miembro de Estado Islámico y presumible ideólogo de la masacre de París de noviembre de 2015, que murió abatido por la policía francesa poco después.

Con kalashnikov y bombas

«Los investigadores han tenido conocimiento de que el desarticulado ataque para golpear Barcelona iba a ser similar al luego ejecutado en París y fue pensado para implicar también agentes operativos de Francia y Bélgica», que habrían estado conectados con el-Kaid. «Como en los ataques de París -añade el documento-, el plan de Barcelona iba a incluir el uso de fusiles kalashnikov y bombas en múltiples espacios abarrotados de gente, como salas de conciertos, zonas de restauración y eventos deportivos. Los dos complots estaban pensados como parte de la misma campaña de terror dirigida por el Estado Islámico en Europa Occidental».

El estudio, que próximamente se publicará en España, está basado en entrevistas realizadas en el último trimestre de 2017 con fuentes vinculadas a la investigación de los atentados de Barcelona y Cambrils pertenecientes a los Mossos d'Esquadra, Policía Nacional, Guardia Civil, CNI, el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO) o la Fiscalía de la Audiencia Nacional, que han sido completado con información de fuentes abiertas «fiables».

«Compartido por la mayoría»

Este informe concluye con un epígrafe de lecciones aprendidas en el que, entre otros, se concluye que la labor de los Cuerpos de Seguridad que trabajan en la prevención del terrorismo se vio dificultada por «una implementación insuficiente» de la legislación en materia de control de explosivos y por «deficiencias en la coordinación entre agencias de seguridad». «Las rivalidades tradicionales y la competición inter-organizacional explican parte del problema. Pero es creencia de los autores, compartida por la mayoría pero no todos los funcionarios entrevistados para este artículo, -dice el documento- que las tensiones secesionistas en una Cataluña altamente dividida y polarizada han complicado la cooperación entre los Mossos y las agencias de policía estatales».

Como ejemplo, se cita que la policía local de Bélgica en Vilvoorde pidió en marzo de 2016 por canales no oficiales información a los Mossos sobre el imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty , que había viajado hasta allí, y recibió como respuesta que no constaba información de vínculos de ese individuo con la militancia islamista. Se contestó «sin consultar con otros servicios», indica el estudio de los investigadores del Real Instituto Elcano, que afirma que «de hecho, Policía Nacional y Guardia Civil habían investigado a Es Satty una década antes».

Centenares de muertos

El artículo aborda las intenciones de altísima letalidad que abrigaban los miembros de la célula de Ripoll a juzgar por la gran cantidad de material para fabricar explosivos que acumularon en el chalet de Alcanar siniestrado por accidente el 16 de agosto. El análisis calcula que podrían haber elaborado de 200 a 250 kilos de TATP (peróxido de acetona, conocido como «la madre de Satán») con los que pretendían convertir en gigantescas bombas dos furgonetas y recuerda que en los atentados del aeropuerto de Bélgica perpetrados en marzo de 2016 estallaron dos maletas con 20 kilos de esa sustancia y provocaron la muerte de 32 personas, además de 320 heridos.

Así, más allá de los 16 muertos que provocaron en Barcelona y Cambrils, el documento constata que «las evidencias existentes indican que la célula había planeado una operación mucho más ambiciosa y potencialmente mucho más mortífera» .

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