Susana Díaz a su llegada al Comité federal del PSOE
Susana Díaz a su llegada al Comité federal del PSOE - Oscar del Pozo

Susana Díaz «reinó» con su silencio en el comité federal que avaló a Lozano

Llegó tarde, no habló, compartió confidencias en el Comité Federal y volvió a Sevilla pronto

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«Susana brilla en la fricción, no en la cotidianeidad», sentencia no sin cierta admiración uno de los críticos con la presidenta andaluza. Dotada de gran sentido de la escena, su olfato político le dictó que ayer no debía hablar ni fuera ni dentro del Comté Federal. Y no lo hizo. Ya lo hacían por ella el resto de barones, parlamentarios, alcaldes y cuadros delante de los micrófonos... y detrás. Se limitó a llegar una hora más tarde que el resto –Pedro Sánchez se hartó de esperar y empezó su discurso– con la excusa de que el AVE de Sevilla había llegado 20 minutos tarde. Cierto. Tan cierto como que siempre dice algo a los medios de comunicación a su llegada y esta vez pasó de largo.

¿Para qué, si ya había dejado patente la noche anterior el malestar su secretario de Organización, Juan Cornejo, abandonando la votación de la candidatura madrileña en la Comisión federal de Listas? La protesta por la inclusión como «número cuatro» de Irene Lozano, por sus «insultos reiterados» a Andalucía había quedadoclara. Fin de la cuestión.

Así que llegó a una sala donde la «tensión» se cortaba, según el relato de varios asistentes, y se sentó antes de compartir confidencias. En un momento dado, y a falta del asturiano Javier Fernández, que ni vino, Díaz y Guillermo Fernández Vara se levantaron y los ojos de todos se posaron sobre ellos esperando una supuesta tragedia que se mascaba y que no llegó sencillamente porque no tocaba. Los dos se fueron antes del final, inusual en el caso del extremeño.

Desde la Dirección Federal se intenta aparentar normalidad pero la procesión va por dentro. Son conscientes de que la estabilidad que había logrado el secretario general a raíz del poder institucional logrado en las elecciones de mayo se ha cuarteado por una operación, el fichaje de Lozano, en el que ha fallado «la comunicación» con los más fieles; no Susana Díaz pero sí, por ejemplo, Vara o Fernández.

Y por si fuera poco, la inclusión de la ex de UPyD como «número cuatro» en la lista por Madrid estuvo a punto de dejar como cadáver político a quien ocupaba ese puesto, nada menos que la responsable de empleo de la Ejecutiva, la castellano-manchega Luz Rodríguez. In extremis, Emiliano García Page, la aceptó como «número uno» por Guadalajara. Según algunas fuentes, la alternativa para Rodríguez era bajar en la lista madrileña hasta el puesto diez o doce, sin posibilidad de salida, porque el PSM no estaba dispuesto a renunciar al ocho para Ángeles Álvarez. Realidad o no, la responsable de empleo no acudió al Comité Federal y se dedicó a retuitear a quienes afeaban a Sánchez su sustitución por Lozano.

Claro que peor suerte ha corrido la «madinista» Laura Seara, cabeza de cartel por Orense con abrumador apoyo y a quien Ferraz ha sustituido de un plumazo; lo mismo que Julio Villarrubia por Palencia. Ayer, Pedro Sánchez dirigió a todos ellos unas últimas palabras: «A quienes no continúan, toda nuestra gratitud. La mía personal».

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