anécdotas históricas del congreso

El diputado que se retó a duelo con Primo de Rivera

El carácter de Rodrigo Soriano le llevó a hacerse enormemente popular y también le granjeó muchos enemigos

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El diputado tradicionalista Juan Vázquez de Mella estaba hablando en el Congreso de los Diputados. Recordaba el nacimiento de Jesucristo en un pesebre, cuando el republicano Rodrigo Soriano, con fama de ser uno de los diputados más indisciplinados de la cámara, le interrumpió gritando: «Donde menos se espera, salta la liebre». Vázquez de Mella fue rápido en su réplica: «Y ahora ha saltado de la cabeza de su señoría», recuerda Luis Carandell en su libro «Se abre la sesión».

Lo cierto es que Soriano fue un personaje político con una trayectoria vital apasionante. Político y periodista, en el Parlamento como en la prensa fue muy apasionado y combativo, lo que le convirtió en tremendamente popular al tiempo que le hacía granjearse muchos enemigos.

Son conocidas sus broncas con Vicente Blasco Ibáñez, por su artículo «Revolucionarios de entretiempo»; con Alejandro Lerroux; con Antonio Maura, con Pío Baroja...

Pero en ocasiones, la cosa fue más allá de las polémicas más o menos encendidas: el diputado Soriano tuvo que batirse en duelo en varias ocasiones, tanto de espada como de pistola, con militares de la talla de Valeriano Weyler, Arsenio Linares Pombo o el propio Miguel Primo de Rivera, cuando era coronel. Con los dos primeros se desafió -a iniciativa suya- por atacar en el Senado a los republicanos; con el tercero, por «sus injurias en los pasillos del Congreso», decía él mismo.

El duelo con Primo de Rivera fue a espada, en marzo de 1906, y acabó con ambos contendientes heridos de carácter leve. Pero también se retó con Blasco Ibáñez, esta vez a pistola, en una finca del barrio de Hortaleza, en 1903. Salieron ilesos.

No fueron los únicos lances: el diputado también fue objeto de un atentado en Valencia, donde resultó alcanzado por dos disparos en el cuello y salvó milagrosamente la vida. Sobre esos sucesos, escribía el propio diputado poco después: «No es nada, señores. Gajes del oficio. Dos tiros nada más. Esto puede considerarse un accidente de trabajo».

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