Pablo Iglesias, en una imagen de archivo
Pablo Iglesias, en una imagen de archivo - Efe

Iglesias se apoya en sus críticos fundacionales frente a Errejón

El líder de Podemos busca aliados ante el fuerte arraigo del número dos

Madrid Actualizado: Guardar
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Hace menos de dos años Pablo Iglesias dejó sin opciones al sector que, encabezado por Pablo Echenique y Teresa Rodríguez, planteó un modelo organizativo más horizontal y un liderazgo compartido. La candidatura de Iglesias impuso un modelo organizativo que pronto se bautizó como una «máquina de guerra electoral», y cuyo inspirador fue Íñigo Errejón. El equipo que formaban junto a Carolina Bescansa, Luis Alegre y Juan Carlos Monedero funcionaba como un reloj. Mucho ha cambiado desde entonces aquella primera Asamblea en Vistalegre.

Tanto que en el mitin de cierre de esta última campaña, Iglesias se refirió así a su antiguo rival: «Gracias a Pablo Echenique por señalar el camino correcto». Iglesias ha trazado una estrategia de alianzas que ha convertido a sus antiguos oponentes en sus mejores aliados. Echenique, contra el que la dirección llegó a presentar a un candidato oficialista cuando optaba al liderazgo del partido en Aragón

, es ahora el secretario de Organización. Mientras, Íñigo Errejón se ha convertido, más que en número dos del partido, en un líder para un sector del mismo.

La sombra de un nuevo Congreso planea ahora sobre el partido con los papeles cambiados. Los que entonces fueron oposición ahora suponen un refuerzo fundamental para Pablo Iglesias, mientras que los posicionamientos críticos se asocian a la figura de Íñigo Errejón, cuyos tentáculos de influencia alcanzan todas las estructuras del partido.

«Centralidad del tablero»

Todo empezó a deteriorarse cuando las discrepancias se hicieron visibles entre Errejón y Juan Carlos Monedero, que empezaba a cuestionar el pragmatismo y la moderación del número dos, convencido de una estrategia tendente a ocupar «la centralidad del tablero», que aunque no es lo mismo que el centro, revestía la estrategia de una suerte de moderación. Los escándalos de Monedero facilitaron a Iglesias la elección que tenía que hacer una vez ambos liderazgos parecían incompatibles. Pero nunca renegó de la influencia que en él generaba Monedero.

Tras las elecciones del 20 de diciembre, y pese a un resultado en las urnas que fue recibido como un éxito, se empezaron a hacer cada vez más patentes las divisiones. Las crisis territoriales en muchas regiones fueron el argumento utilizado por Iglesias para cesar fulminantemente a Sergio Pascual, principal apoyo de Errejón, como secretario de Organización.

Con el nombramiento de Echenique en su lugar, Iglesias ganó para su causa a todo el sector procedente de Izquierda Anticapitalista, muy reacios a la transversalidad de Errejón. Con Monedero en el papel de «voz de la conciencia», Iglesias rehizo su núcleo de poder dando más peso a quienes son sus dos más fieles en el partido: Irene Montero y Rafa Mayoral.

El próximo sábado 9 de julio un Consejo Ciudadano dirimirá las posiciones y tratará de valorar la convocatoria de esa Asamblea, que los errejonistas quieren plantear para tomar decisiones sobre el pacto con IU, al que Iglesias quiere dar continuidad en el tiempo.

Los cercanos al líder prefieren posponerlo unos meses para que el resultado del 26-J no esté tan presente y no pueda afectar al liderazgo de Iglesias. La posibilidad de una candidatura alternativa de Errejón al liderazgo del partido nunca ha llegado a considerarse en serio. Por ahora.

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