Elecciones Andalucía 2018

Los señoritos del siglo XXI: cuando Andalucía es la suma del PSOE y la Junta

La falta de alternancia se explica a la luz de la historia. Hay que remontarse al siglo XIX y al latifundismo para comprender esta persistencia en el voto durante 36 años

Elecciones andaluzas 2018: resultados, ganador y reacciones en directo

Sondeo elecciones andaluzas de ABC

El partido socialista encadena 36 años gobernando en Andalucía; sólo en las elecciones de 2012 el candidato popular Javier Arenas consiguió ganar las autonómicas J.M.Serrano

Francisco Robles

Para entender lo que sucede en Andalucía no basta con echar mano de esos tres o cuatro tópicos que le han servido a la derecha para justificar sus derrotas… y para seguir ahondando en ellas. Las recurrentes mayorías del PSOE , sean absolutas o relativas, solo se rompieron una vez: cuando Javier Arenas logró ganar las alecciones autonómicas en 2012, aunque se quedara sin poder acceder al poder. Esa sucesión de gobiernos socialistas durante 36 años seguidos tiene unas explicaciones más profundas que el sistema clientela que el PSOE ha urdido durante estos años.

Hay que remontarse, como mínimo al siglo XIX , cuando se tejió un acuerdo tácito, sin firmas ni rúbricas, entre los empresarios industriales del norte de España -País Vasco y Cataluña mayormente- y los propietarios agrarios del sur que vieron enriquecidos sus respectivos patrimonios gracias a aquellas desamortizaciones que han pasado a la historia nacional de la progresa por arte de birlibirloque cuando fueron todo lo contrario.

El hecho de que la tierra se concentrase en muy pocas propiedades dio origen al latifundismo , un sistema que iba mucho más allá de la economía y que hundió sus potentes raíces en la forma de ver el mundo que desde entonces caracteriza a buena parte de la población rural de Andalucía . Frente a un norte burgués y emprendedor, industrial y urbano , el sur que mira a la cara del señor si la pone mala o buena porque es quien le da de comer a través de su trabajo. El señor se convertiría en el señorito de la caricatura que tiene mucho de verdad , y que dominaba su feudo con ayuda de las fuerzas de seguridad del Estado, como bien definió Chaves Nogales en sus artículo y reportajes sobre la Andalucía de los años de la II República .

Antes se esperaba el pan de la mano del amo; mientras que ahora se solicita la paguita de la Junta

El señorito se fue diluyendo durante los años del tardofranquismo y, sobre todo, de la Transición. Pero su figura dejó un hueco que pronto llenaría el partido que más se parece a Andalucía. En el PSOE presumen de ello, y tienen razón. Para lo bueno y para lo malo, el socialismo andaluz se ha fundido con una parte importante del pueblo andaluz gracias a ese poder camaleónico que le hizo convertirse, de pronto, en andalucista. Los jacobinos mutaron en nacionalistas en vísperas del referéndum aquel 28 de febrero de 1980 que fue la tumba para la derecha andaluza. Con una visión de futuro digna del protegido lince ibérico, los socialistas encarnaron el orgullo de ser andaluces frente a los supuestos y presuntos ataques de una derecha centralista que le negaba a Andalucía su autogobierno.

Este mensaje caló en las capas urbanas y en las populares, en las progresistas y en las más apegadas a las señas de identidad más tradicionales. En Andalucía no hay problema para que un alcalde socialista presida una cofradía de Semana Santa en la calle, o para que Susana Díaz acuda a la romería del Rocío como presidenta de la Junta de Andalucía. Todo cabe en ese gran contenedor de progres y folklóricos que es el PSOE andaluz . A cambio, la derecha tiene que soportar campañas de desprestigio que agigantan cualquier error que cometa un diputado, un concejal o cualquier cargo por mínimo que sea del PP que sí gobierna más allá de Despeñaperros.

Esa frontera natural también lo es en el plano electoral. Al norte de Sierra Morena , Susana Díaz no tiene nada que hacer , como se ha visto en las primarias que perdió frente a Pedro Sánchez. La mentalidad andaluza no casa bien con la del resto de la nación española. Por debajo del brochazo gordo, insultante para muchos andaluces, de la comunidad autónoma bendecida por los ERE, por las subvenciones y por los subsidios que permiten a los andaluces vivir sin dar golpe, la realidad nos muestra una Andalucía sometida al poder político de la Junta, que controla los resortes de la sociedad andaluza más allá del plano estrictamente administrativo.

El dinero público sirve para engrasar la campaña electoral, que en el caso del PSOE andaluz dura cuatro años justos. Desde el día posterior a las elecciones, los recursos fluyen para mantener en tensión esa tela de araña que casi todo lo atrapa. Desde los parados, a las asociaciones de todo tipo: culturales, recreativas, feministas, cofradieras, etc. Eso hace que el PSOE y la Junta sean la misma cosa . Y en ese doble salto vital y medio, Andalucía se confunde con la administración y con el partido que la gobierna. Tres en uno para que nada chirríe.

El PSOE ha perdido poder por culpa de la corrupción y las cifras del paro. Pero el entramado sigue en pie

Andalucía es la Junta, y la Junta es el PSOE . Esta identificación total, este nacionalismo partidista sin furor independentista alguno, ha hecho que la marca sea imbatible. Al otro lado, la oposición ha pactado cuando ha podido, aunque eso haya supuesto la desaparición del partido que lo llevó a cabo. Le sucedió al Partido Andalucista, el histórico PSA que ha deglutido el PSOE haciéndose dueño de su marca y de su identidad . Y le está ocurriendo al comunismo andaluz, tan potente durante los años republicanos. Aquel invento de Julio Anguita de Izquierda Unida se ha visto engullido por Podemos en esa coalición asimétrica y desigual que se llama Adelante Andalucía. IU ha pagado su pacto con el PSOE de Griñán y tiene que conformarse con ser la comparsa del partido de Pablo Iglesias.

El viejo señorito andaluz ha perdido el poder y el caballo, pero en la mentalidad de muchos andaluces subsiste esa forma de concebir la subsistencia. Antes se esperaba el pan de la mano del amo . Ahora se solicita la subvención , el subsidio o la paguita de la todopoderosa Junta de Andalucía . Esa cultura ha hecho mella en Canal Sur , la televisión autonómica que le sirve a la población más desabastecida de cultura una papilla de entretenimiento chocarrero . Los peores tópicos contra los que luchaba la progresía de antaño, elevados al cubo de la ordinariez en una tierra que ha dado grandísimos poetas, pintores que ocupan los mejores museos del mundo, escultores a lo divino y músicos de altura universal.

El PSOE ha ido perdiendo poder por culpa de la erosión que provocan la corrupción y las cifras del paro que no cesan . Pero el entramado sigue en pie . Se está más calentito junto a la estufa del poder que en el descampado de la oposición. Esto vale para los pobres y los ricos, que diría Jorge Manrique . Para el jornalero y el empresario. Porque en Andalucía, el PSOE es más que un partido . Y la Junta, mucho más que una institución. ¿Alternancia para qué?, se pregunta más de uno. Y más de un millón de andaluces.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación