Unos trescientos inmigrantes son arrojados al mar en Yemen en 24 horas

Las mafias de traficantes les obligan a saltar de la embarcación cerca de la costa por miedo a ser detenidos por las autoridades

Un trabajador de la Organización Internacional para las Migraciones ayuda a migrantes que fueron obligados a arrojarse al mar en una una playa en shabua (Yemen) EFE

MIKEL AYESTARAN

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) dan sepultura a los inmigrantes muertos y ayudan a los que han podido sobrevivir tras haber sido obligados por segundo día consecutivo a arrojarse al mar por los traficantes ante las costas de Yemen. De las 300 personas obligadas a lanzarse a las aguas , entre el miércoles y el jueves, más de cincuenta han muerto y al resto se las por «desaparecidas», la mayoría procedentes de Etiopía y Somalia y de una media de 16 años, según los datos recopilados por la OIM, que alertó del riesgo de que arrojar a los emigrantes a mucha distancia de la costa se convierta «en una moda» entre los traficantes de personas. «Temen ser detenidos por las autoridades, por eso les obligan a saltar», aseguró la portavoz de la oficina del organismo internacional en Adén, al sur de Yemen.

El director de la OIM en el país africano, Laurent de Boek, hizo público un comunicado en el que recogió los testimonios de algunos supervivientes que aseguraron al ser rescatados que, tras obligarles a saltar en alta mar, «el traficante regresó a Somalia para continuar con su negocio y recoger a más inmigrantes para traerlos a Yemen por la misma ruta». Los africanos que emprenden esta ruta tienen como objetivo final alcanzar alguno de los países del golfo Pérsico, pero para ello deben superar antes los fuertes vientos que azotan al Océano Índico estos días y cruzar luego un país como Yemen, sumido en una guerra abierta y donde una epidemia de cólera ha dejado ya más de 1.900 muertos en los últimos meses .

Pese a todas las dificultades en la ruta, cerca de 55.000 personas han hecho la travesía marítima entre el Cuerno de África y la costa yemení desde enero, según la estadística de la OIM, y de ellas al menos 30.000 eran menores de edad. De Boek señaló que «es indignante e inhumano. El sufrimiento de los migrantes en esta ruta es inmenso. Muchos jóvenes pagan a los traficantes con la esperanza de tener una vida mejor». Un drama migratorio que se suma al que se vive cada día en el Mediterráneo entre las miles de personas que se juegan la vida para llegar a las costas europeas, aunque en este caso es aún más cruel debido a la dureza del recorrido y a que desembarcan en un país destrozado como Yemen.

Cruzar el país

Los inmigrantes llegan a las costas de la provincia meridional yemení de Shebua, donde se han producido los últimos ahogamientos masivos, y desde allí ponen dirección hacia el norte. Se enfrentan a un país en el que la guerra ya ha causado más de 8.000 muertos desde que en marzo de 2015 una coalición árabe liderada por Arabia Saudí decidiera atacar a los milicianos hutíes que se hicieron por la fuerza con el control del Gobierno de Saná. Los saudíes apoyan al expresidente Mansour Hadi frente a los rebeldes hutíes, que son zaidíes, una confesión derivada del chiísmo, aunque se les conoce como hutíes por el clan que lidera al grupo desde 2004, y representan a un tercio de los 24 millones ciudadanos de un país de mayoría suní. El conflicto sectario que afecta a toda la región se ha trasladado también a Yemen donde Arabia Saudí, la gran potencia suní, trata de evitar que una milicia chií, a la que acusa de estar respalda por Irán, gran valedor del chiísmo, se haga fuerte en sus fronteras.

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