Las historias de Elcano: cocineros estrella, peticiones de mano, consuegros que se conocen y niños que vuelven hombres

Las historias de Elcano: cocineros estrella, peticiones de mano, consuegros que se conocen y niños que vuelven hombres

Las comedias románticas centran los reencuentros en los aeropuertos. Sin embargos, los muelles conceden a las historias un sabor especial, aderezado por el proceso lento que transcurre entre que se divisa a lo lejos el barco y sus tripulantes van bajando. En el caso de la llegada del Elcano a Cádiz, a las 130 personas que componían la dotación (una vez que los 72 alumnos habían bajado en Marín) correspondían otras tantas historias de familias y amigos. Algunas de las curiosidades iban dentro del barco. Tal es el caso de uno de de los cocineros más conocidos de nuestro país, el chef José Andrés, que integraba el pequeño grupo de civiles que viajaba en el barco.

Dentro de la embarcación había historias bonitas como la de los marinos María y Raúl, que se conocieron en La Carraca hace casi un año y que, como pareja, han realizado el 91 crucero de instrucción del barco. Ella (natural de Málaga) era la primera vez que realizaba el viaje, mientras que Raúl (gaditano) ya lo había hecho antes. Sus familiares les esperaban en el puerto juntos y con globos con sus nombres. Entre las familias, que se estaban conociendo en ese momento, había bromas. «Seguro que se han casado en Las Vegas y no nos lo han dicho», bromeaba un familiar de Raúl.

 

El de Raúl y María no era el caso habitual. Lo normal es que las parejas de los marinos y marinas estuviesen a pie de muelle para esperar su llegada. Luisa Aguilar era una de ellas, que llevaba una pancarta para darle la bienvenida a su pareja, Manuel. Ellos son jandeños (ella de Paterna y él de Medina) y, como le resto de los tripulantes, llevan seis meses sin verse. «De vez en cuando puedes hablar, pero el problema es cuando están en alta mar, que no hay conexión». Luisa bromea con que fue a visitar a Manuel cuando el barco llegó a Cuba «así que si se va de viaje de nuevo, me voy con él».

También lamenta lo difícil que es la comunicación Cristina, cuyo novio, Rafa, llegó este domingo en el buque-escuela. «Muchas veces no sabes qué es lo mejor, que te llamen o que no te llame, porque es frustrante cuando no se oye bien y no entiendes lo que te está diciendo», explica esta sevillana, que ha adornado la pancarta con el escudo del Sevilla.

 

Una de las novias que esperaba en el puerto, la gaditana Noelia Romero, no podía imaginar que su relación con Samuel Luzardo iba a cambiar el día de su desembarco. El marino, que pertenece a la Unidad de Buceo y Salvamento de la Armada, apenas se bajó del barco, se dirigió hacia ella y, poniéndose de rodillas, le pidió matrimonio. No fue un acto impulsivo, «cuando estás tanto tiempo en el mar y pasas por momentos difíciles te das cuenta de lo que quieres, nosotros ya llevábamos tiempo conviviendo y creo que éste era el lugar para pedírselo», explicaba con un característico acento canario.

Además del amor conyugal, el amor familiar se dejaba sentir en el muelle. Padres y hermanos gritaban como los primeros al reconocer a quienes se habían ido seis meses antes. Entre ellos estaba la familia Carrascosa, llegada de Cartagena para recibir a Sergio, al que jugando el baloncesto le pusieron el mote de ‘Carras’. Para recibirlo, un contingente de mujeres en el que estaban su abuela («no sabe que va a venir, se va a llevar un sorpresón»), sus hermanas, su sobrino («decía que no quería ver a su ‘titi’ porque iba a llorar mucho») y, sobre todo, su madre, Dori Bernal, que se emocionaba al pensar en el cercano reencuentro. «Se fue siendo un niño y ha vuelto hecho un hombre. Hace unos días me dijo mamá, cuando llegue, grita fuerte para que sepa que estás ahí». no hace falta decir que el abrazo que se dio la familia en el reencuentro fue de película. Y el sobrino, también lloró.

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