ENTREVISTA EN EXCLUSIVA

Felipe Benjumea: «Me convirtieron en un bandido, estaba hundido, era el árbol caído»

El expresidente de Abengoa desvela que perdió un patrimonio personal de 60 millones de euros con la caída de la compañía

«Estoy muy orgulloso de lo que logró hacer Abengoa entre 1991 y 2015»

«Éramos una gran oportunidad para jóvenes con talento»

Felipe Benjumea durante la entrevista Moeh Atitar

Luis Montoto

Los acontecimientos en la vida de Felipe Benjumea se precipitan en septiembre de 2015 cuando es cesado como presidente de Abengoa. «Entre noviembre de 2014 [cuando fue la crisis por el cambio metodológico de la Agencia Fitch en el cálculo de su ratio de deuda, que se superó en dos días] y el despido diez meses después, Abengoa había levantado, renovado y captado nueva financiación por valor de 7.800 millones… eso jamás lo habría hecho una empresa que despertara dudas», subraya. Sostiene que lanzó una nueva ampliación de capital porque «como otras firmas, las previsiones de negocio habían cambiado por la crisis brasileña, donde había proyectos importantes, y había que prevenir posibles desviaciones futuras».

En los últimos años la compañía había hecho siete ampliaciones, «algunas aseguradas y otras sin asegurar previamente, pero todas con éxito». El 14 de septiembre la ampliación ya estaba pactada y diseñada, y todo fracasó porque «de forma sorpresiva Santander impone mi cese, lo que hace que HSBC se eche para atrás , se genera una incertidumbre y la empresa pierde líneas de liquidez por valor de 1.500 millones» . Su diagnóstico de la situación es que «se produjo un ataque total y absolutamente frontal a la propiedad de la compañía, no hubo falta de previsión o de diligencia por parte de los bancos, tenían plena conciencia y voluntariedad de las gravísimas consecuencias que su conducta podía ocasionar… en eso se basa la demanda de Inversión Corporativa » (que reclama, junto a Finarpisa y Ardachón, más de 1.100 millones de euros).

Tras su cese y la denuncia por la vía penal de un grupo de bonistas —«uno de ellos muy vinculado a Santander»— Benjumea fue investigado por la Audiencia Nacional y la Fiscalía solicitó cinco años de cárcel . «En ese momento fui tratado como un bandido; aunque seguía siendo el representante del máximo accionista de Abengoa, me exigieron que no apareciera físicamente por la empresa porque decían que yo era una piedra en el camino».

Tras el juicio fue absuelto en una sentencia que le daba íntegramente la razón. Se le acusaba de haber fingido su despido, la denuncia prosperó y se juzgó porque «durante el proceso de instrucción las entidades financieras no expresaron de forma clara que mi cese fue una imposición inconfesable, por eso fui al banquillo, y en el juicio quedó demostrada toda la verdad».

¿Cómo vivió personalmente aquella caída a los infiernos? «Tengo fe en la justicia y en las reglas de juego, y todo el proceso fue fruto de una justicia independiente, aunque a título personal en esos momentos me sentí hundido… hundido de veras» . En aquellos días «era difícil levantarse por las mañanas, pensar con un mínimo de claridad... Ahora me tengo que concentrar para recuperar recuerdos porque el impacto es tan enorme que pierdes incluso la memoria; te encuentras de repente fuera del negocio, expulsado, atropellado, despojado de todo en un ejercicio de poder que considero violento; yo era entonces una persona denostada y cuando hay un árbol caído se hace leña, y a mí me dieron por todos lados».

Sentencia absolutoria

El resurgir llegó a partir de la sentencia absolutoria de la Audiencia Nacional, cuando pudo explicar con hechos objetivos que las acusaciones no eran ciertas. «Cuando caes, mucha gente que creías que era cercana a ti desaparece ; descubres que has pisado muchos callos en tu vida sin saberlo, porque afloran enemigos que se han sentido maltratados; pero también descubres a los verdaderos amigos y a la familia… A toro pasado, la experiencia es durísima pero también enriquecedora».

A la pregunta de si considera ético la indemnización que cobró al salir de Abengoa, su respuesta es contundente: «Gracias a la sentencia de la Audiencia Nacional puedo desmentir con un documento objetivo que yo haya cobrado esa abultada indemnización» . A Benjumea le activaron «la claúsula de no competencia contractual, por la que se pagaron 4,4 millones de euros» y estuvo un año sin poder trabajar en el sector en el que operaba Abengoa. «Con el contrato de alta dirección que había suscrito unos meses antes renuncié a una indemnización de 18 millones», recuerda. «Otros siete millones de euros formaban parte del plan de permanencia, que tenían más de cien directivos en Abengoa y que se cobraba al ser despedido o al cumplir 65 años». También señala que perdió un patrimonio personal con la caída de Abengoa de 60 millones . «Había invertido todo mi dinero en Abengoa, me había endeudado para comprar más acciones, y jamás me desprendí de mis títulos, los que se han vendido es porque alguna entidad financiera ejecutó las garantías».

Hasta septiembre de 2015 prácticamente nadie había criticado públicamente a Benjumea en Sevilla. A partir de ese momento surge una contestación hacia su figura . «Hay mucha gente que habla sin saber, es una constante, como las discusiones sobre las estrategias de un entrenador en un equipo de fútbol; en muchas ocasiones sentí que en las opiniones había superficialidad y ligereza, porque Abengoa era una empresa muy compleja que no se puede analizar con un titular y una descalificación... Era mucho más que eso».

Cuando Abengoa entra en preconcurso, y hasta la reestructuración, Benjumea es el representante del máximo accionista y se suceden en la presidencia José Domínguez Abascal y Antonio Fornieles, con los que mantuvo desencuentros. «Abengoa iba al colapso, el consejo de administración hizo lo que pudo en un ambiente de chantaje con un acuerdo que benefició a los financiadores del dinero nuevo ; hubo roces en un ambiente de crispación y una tensión brutal, fue una etapa terrible, pero hacia Fornieles y Domínguez Abascal solo siento hoy gratitud, creo que hicieron lo que pudieron para salvar lo máximo posible en una Abengoa destrozada».

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