AGRICULTURA

Cultivos bien «entrenados» para afrontar el cambio climático

Cuatro fincas del Valle del Guadalquivir llevan varios años ensayando buenas prácticas agrícolas para mitigar los efectos adversos del clima en el marco del proyecto Life Climagri

Explotación donde se realiza agricultura de conservación ABC

Inma Lopera

El impacto del cambio climático sobre los sistemas agrarios supondrá, previsiblemente, la reducción de recursos hídricos y el incremento de temperaturas , que impactarán de forma severa sobre la sostenibilidad de numerosas zonas rurales. Ante este escenario, es necesario el desarrollo y aplicación de medidas de adaptación para limitar el impacto del cambio climático en la agricultura andaluza y la provincia de Sevilla ya está caminando en esta dirección.

Así s e ha puesto de manifiesto en las jornadas sobre cambio climático y sostenibilidad celebradas por Asaja Sevilla en Carmona , donde se ha establecido un decálogo de buenas prácticas agrícolas para mitigar los efectos más adversos de la variabilidad climática y se ha hecho balance de la aplicación de estas buenas prácticas en las cuatro fincas agrícolas demostrativas del proyecto europeo Life Climagri , tres de ellas situadas en la provincia de Sevilla y otra en la de Córdoba.

Dicho proyecto es una iniciativa liderada por la Asociación Española Agricultura de Conservación Suelos Vivos , que cuenta con Asaja Sevilla , el Ifapa , la Universidad de Córdoba y la Federación Europea de Agricultura de Conservación como socios.

Efectos del clima

Los principales efectos del cambio climático sobre la agricultura andaluza, como un incremento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones , «provocará cambios en el patrón de los cultivos de secano y aumentará las dificultades en la planificación de los recursos , acentuando también la necesidad de una mayor inversión en infraestructuras de regulación», ha explicado la investigadora del Ifapa Rafaela Ordóñez .

En este sentido, la experta ha subrayado que «el sector agrícola es fuente de emisión de gases de efecto invernadero » pero, al mismo tiempo, «los campos de cultivo son un enorme sumidero de carbono, con un gran potencial para equilibrar los balances propios y globales».

Por tanto, «la agricultura es parte del problema, pero también es parte de la solución» , ha insistido Ordóñez, instando a los productores a «reducir emisiones contaminantes y a sumar estrategias de fijación de secuestro de carbono» mediante prácticas como «la reducción en número e intensidad de las labores agrícolas, la reducción de las dosis de tratamientos fitosanitarios, el uso de fertilizantes orgánicos y de cubiertas vegetales y la apuesta por variedades más vigorosas», entre otras.

Buenas prácticas

Muchas de estas buenas prácticas agrarias se están integrando ya en varias fincas productivas del Valle del Guadalquivir donde, en el marco del proyecto Life Climagri , se ensaya un sistema de manejo mitigador del cambio climático y que favorezca la adaptación de los cultivos extensivos de regadío a sus efectos.

Se trata de las fincas sevillanas La Jurada (368 hectáreas), El Lirón (400 hectáreas) y Vega de Coria del Río (60 hectáreas), además de la explotación cordobesa La Parrilla (340 hectáreas).

En todas se viene realizando desde que comenzó el proyecto en junio de 2014 y hasta que finalice en diciembre de 2018, un decálogo de buenas prácticas agrícolas , que el coordinador técnico del proyecto Life Climagri, Óscar Veroz , ha resumido en: el mantenimiento de una cobertura vegetal en el suelo , la mínima alteración mecánica del terreno en la siembra y el establecimiento de rotaciones de cultivo (los tres principios básicos de la agricultura de conservación); la optimización en el uso de agroquímicos y un adecuado manejo de estos productos , el uso de tecnologías avanzadas , la implantación de estrategias de riego óptimo y deficitario, la consideración conjunta de prácticas agronómicas , técnicas y económicas optimizadas para la mejora de la gestión del agua de riego, la implantación de márgenes multifuncionales y estructuras de retención y, por último, el impulso de medidas de fomento de la biodiversidad .

En definitiva, «un exhaustivo entrenamiento agrícola» que en dichas fincas está demostrando «la viabilidad de la agricultura de conservación en las campiñas andaluzas, con medidas de mitigación y adaptación al cambio climático, confirmando que es posible reducir emisiones y aumentar la capacidad del suelo como sumidero de carbono , al tiempo que se aumenta la eficiencia de los recursos hídricos y la resiliencia de los cultivos mediante estrategias de escape al estrés hídrico y a las altas temperaturas».

Más campos demostrativos

La jornada de Asaja Sevilla ha mostrado la experiencia de agricultores andaluces que llevan varios años apostando por la agricultura de conservación en sus explotaciones.

La agricultura de conservación «da muy buenos resultados con muy poca inversión, pero al agricultor hay que enseñárselo, por lo que la Administración debe hacer un mayor esfuerzo para incentivarla y divulgarla», han subrayado los agricultores.

Por último, el coordinador del Life Climagri en Asaja Sevilla, José Fernando Robles , ha expresado su deseo de que «la experiencia y la metodología de este proyecto sean una buena base para el diseño de nuevas medidas e iniciativas nacionales y europeas sencillas y de fácil aplicación por los agricultores, que sirvan para mejorar la sosten ibilidad de la actividad agraria y su papel en la lucha contra el cambio climático, desde un enfoque realista y que ayude a mejorar la rentabilidad de las explotaciones».

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