Tejerina, la zarina económica de Pablo Casado

Es necesario, para no caer en el mismo error del Gabinete Sánchez, la figura del interlocutor único, que no distraiga el mensaje, para ser claro, directo y transparente

El presidente del PP, Pablo Casado, junto a la exministra de Agricultura, Isabel García Tejerina EFE
María Jesús Pérez

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Como lo prometido siempre es deuda, la ministra más europeizada del Gobierno Sánchez, la titular de Economía, Nadia Calviño , acudía al Congreso de los Diputados el pasado viernes, a petición una semana antes de la portavoz Isabel Celáa -que entonces no quiso meterse «en un berenjenal» porque sabe de economía tanto como la ministra de Trabajo ...-, a desmontar, lo más didácticamente posible -para bajar a la tierra la aridez de esta materia, ¡vaya para que lo entendiéramos todos!-, esa idea tan «alocada» que muchos obstinadamente se empeñan en remarcar en los últimos tiempos (sorna): España empieza a sufrir síntomas de desaceleración.

Para tal fin, Calviño, que había dispuesto de toda una semana para buscar argumentos que le ayudaran a desbaratar la irrealidad de dicha tesis (para el Ejecutivo, digo), tiró de estadísticas oficiales con algunos indicadores económicos, pero en fechas muy concretas, sin evoluciones en las que se advierta la tendencia real (de primero de Economía, como bien sabe ministra). Mostró datos de momentos puntuales de consumo, gasto turístico, empleo, paro... Mentir, no mintió -del todo, porque la manipulación, para mi gusto, tiene más de mentira que de verdad abosluta-, pero sí dio la interpretación lógica de un Gobierno de corte social-demócrata.

A su entender, no hay motivos para «lanzar un mensaje alarmista» acerca de un cambio de tendencia de la economía en España, y el país mantiene un crecimiento «robusto» y unas bases «sólidas» sobre las que se asienta la actual expansión: el buen comportamiento de la demanda interna o de la inversión, entre otros.

La veracidad de su discurso está por ver, pero hay cosas que ya sabemos y, desde luego, lo retocan. Sobre todo, porque los vientos de cola ya no están y porque el exterior también cuenta (guerra comercial, encarecimiento del petróleo y tipos de interés al alza a la vista).

¿Conclusión como ciudadana que estuvo atenta a sus explicaciones? El Gobierno socialista sigue erre que erre en su afán por encontrar el «equilibrio» entre la consolidación presupuestaria y un «adecuado» nivel de gasto público, aderezado con subidas de impuestos... de «justicia social» (término acuñado por la ministra del ramo, mi tocaya María Jesús Montero ). ¿De verdad alguien se cree que una política fiscal responsable para aumentar ingresos y gastar «socialmente» más es un impuesto a las tecnológicas, otro a la banca, o al diésel, y subirlo a las rentas de capital, o a las empresas ya sea vía sociedades ya sea sobre sus beneficios en el exterior? Las explicaciones de la ministra no me convencen.

Hoy, el presidente del Partido Popular , Pablo Casado , tiene la oportunidad de articular un discurso económico que contrarreste al socialista en el poder. Pero único. A través de una sola voz y que se configure como la alternativa que sí entiendan los ciudadanos. Al menos, la mayoría.

Tuve la oportunidad de escuchar a Casado en vivo y en directo, hace una semana, en el Foro ABC-Deloitte . Su discurso fue, sobre todo, ideológico, con una clara defensa del ideario liberal («¡viva el libre mercado!», me pareció oír), un Gobierno reducido, la primacía de las libertades individuales, el Estado de Derecho, la separación de poderes, e impuestos a la baja. Pues... se me quedó «pobre», económicamente hablando. ¡Será deformación profesional! Esperaba que el líder del PP , ante un auditorio repleto no solo de políticos de los suyos, sino de empresarios, inversores y prensa, aprovechara la ocasión para explicar al detalle cómo hacer para evitar el ajuste que se avecina, lo más suavemente posible, y desmontar los bandazos económicos de Sánchez, tan dependiente del ideario podemita. Quizás, tuvo algo que ver que esa misma mañana nos desayunábamos con varias ideas fiscales de Alberto Nadal -en su equipo económico, sí, pero...- en prensa.

Cierto es que Casado ha confeccionado un programa económico que se resume en un discurso de rebajas generalizadas de impuestos en todos los terrenos, con el que me temo que dejaría de ingresar al menos lo que la ministra Montero quiere recaudar subiéndolos. Por ello, debe explicar cuanto antes, o al menos ir pensando, cómo dar respuesta -y explicar al ciudadano después- la necesidad de seguir reduciendo el déficit público sin esos ingresos y hacer frente al pago de unos intereses de la deuda del Estado que tenderán a crecer en los próximos años como consecuencia de la subida de tipos en la Eurozona, y también al déficit de la Seguridad Social . ¿Reduciendo solo gastos de Estado?

El equipo económico de Casado, con un sesgo marcadamente liberal, está en ello. Pero deben ser una única voz, a través de un solo interlocutor, mientras el resto de «fontaneros» trabaja en articular ese programa económico para el entendimiento del común de los mortales. Al frente de la secretaría de Economía y Empleo del comité ejecutivo, está Alberto Nadal. Como asesores externos, economistas de renombre - Daniel Lacalle, Manuel Pizarro, Lorenzo Bernaldo de Quirós ...-, que en el día a día le ayudan al líder del PP a preparar las palabras adecuadas de ese área tan árida, y contrarrestar la ofensiva mediática del Gobierno. Pero es necesario, para no caer en el mismo error del Gabinete Sánchez , la figura del interlocutor único, que no distraiga el mensaje, para ser claro, directo, transparente y eso: único. Y esa es Isabel García Tejerina .

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