Portugal fija por ley el tope de precios para el alquiler de pisos

El 1 de julio entra en vigor la medida estrella del Gobierno socialista luso, en pleno año electoral

ABC
Francisco Chacón

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Portugal ha hecho realidad la propuesta «estrella» de Podemos en España: intervenir el mercado del alquiler. En poco más de dos semanas, el 1 de julio, entrará en vigor la ley de alquiler accesible en el país vecino, una propuesta impulsada por el Gobierno socialista de António Costa en pleno año electoral (con comicios legislativos el 6 de octubre). El plan del país vecino pasa por fijar precios máximos a los alquileres para frenar la subida de las rentas. Los expertos del sector, sin embargo, ya han avisado que este tipo de medidas pueden generar el efecto contrario al deseado y tensionar aún más los precios.

La solución presenta un aspecto drástico: a partir de ahora, la renta por un estudio no podrá sobrepasar los 600 euros al mes. Se trata, pues, de una normativa claramente intervencionista, prueba de que el gabinete del primer ministro, António Costa, ha decidido pasar a la acción y tomar cartas en el asunto sin dilación.

En función de la zona del país en que se encuentre la vivienda y de su tamaño, la tabla de precios queda fijada en sus topes de antemano. Y se preparan fuertes sanciones para quienes hagan caso omiso de semejante iniciativa. También, eso sí, una contrapartida ventajosa para quienes respeten las reglas del juego y no maniobren por detrás: amplios incentivos fiscales, capaces de funcionar como aliciente para los propietarios.

Así, el límite máximo en Lisboa para un inmueble de cinco habitaciones alcanza los 1.700 euros al mes . Para las residencias de cuatro piezas, el arco se restringe hasta los 1.550 euros y, ya de tres, la cifra se queda en 1.375. Las dos últimas (y más frecuentes) franjas responden a los 1.150 euros si la casa posee dos estancias y 900 cuando únicamente nos encontramos en un piso con un solo cuarto.

Y no, no se trata de un baremo aleatorio, sino que la estimación se ha establecido ya publicándose a lo largo de las páginas del Diario de la República (equivalente al Boletín Oficial del Estado). En todo caso, surge una duda: ¿qué ocurre con los grandes espacios? Esos de seis, siete o más habitaciones. Por cada estancia de más, podrán añadirse hasta 150 euros.

El siguiente nivel está representado por Cascais, Oeiras (dos localidades próximas a Lisboa y con una elevada calidad de vida) y Oporto, donde las tarifas descienden proporcionalmente: 525 euros para estudios, 775 de una habitación. 1.000 de dos, 1.200 de tres, 1.350 de cuatro y 1.500 de cinco.

Pero el escalafón de ingresos de quien entra a vivir en el domicilio en cuestión también ha de ser tenido en cuenta. Por ejemplo, hasta 35.000 euros de ingresos anuales puede ganar un ciudadano que pretenda el alquiler de una vivienda individual. Y así sucesivamente para las eventualidades de familia al cargo. Es el Instituto de Habitación y Rehabilitación Urbana el órgano que gestiona todas estas cuestiones, que integran lo que se conoce de manera oficial como Programa de Arrendamiento Accesible.

Los altos precios del sector inmobiliario no solo han elevado el coste del alojamiento turístico en Lisboa y Oporto, también se ha visto afectado el antiguo negocio urbano de alquilar pisos a estudiantes.

Las dos principales ciudades del país vecino concentran el desembarco de los alumnos de toda la nación y las dificultades se revelan tan serias como que puede considerarse un milagro encontrar una habitación por menos de 450 euros al mes. Valores incluso superiores a los de Madrid , lo que desembocó en una protesta frente al Rectorado de la Universidad de Oporto, donde decenas de estudiantes pasaron la noche en la calle para quejarse de que así resulta imposible completar su formación.

Además, los propietarios de las casas se muestran hoy reacios a formalizarles el alquiler, toda vez que pueden obtener más dinero destinando sus inmuebles a usos más cortos en el tiempo y con fines turísticos.

Así las cosas, estamos ante una ‘burbuja’ paralela que puede estallar en cualquier instante, lo que amenaza con convertir la Universidad en un lujo para el portugués medio, con el subsiguiente perjuicio para la educación de las nuevas generaciones, algo clave para el desarrollo futuro.

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