Durante el proceso concursal, liderado por Deloitte, la pesquera no desatendió su negocio
Durante el proceso concursal, liderado por Deloitte, la pesquera no desatendió su negocio - REUTERS

Pescanova: historia de cómo es posible salir de un concurso

El nuevo consejero delegado empezará ahora a definir el plan de negocio que contempla una ampliación de capital de hasta 1.000 millones de euros

MADRID Actualizado: Guardar
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Ignacio González cogió ayer el timón de Nueva Pescanova. Entre las tareas pendientes del nuevo consejero delegado de la pesquera, que procede de Campofrío, está la de diseñar junto con el presidente, Jacobo González-Robatto, una más que probable ampliación de capital de hasta 1.000 millones de euros y, sobre todo, el nuevo plan de negocio para una compañía que, una vez superado el concurso de acreedores, quiere recuperar el rumbo perdido.

El complejo entramado societario y el desarrollo de líneas de negocio a la postre ruinosas fueron dos de las causas en el origen de la crisis de la antigua Pescanova. González llega para, en primer lugar, poner orden en la actividad de la compañía.

La multinacional opera principalmente en tres líneas de negocio: la pesca tradicional, el pescado al por mayor y el pescado procesado.

Según fuentes del sector, lo lógico es que Pescanova se centre en potenciar el último de esos tres: es decir, la venta de congelados, que es el de mayor valor añadido y por tanto más rentable. Ahora bien, para ello deberá explorar y abrir nuevos mercados, pues los principales en los que opera en esta línea -España, Portugal, Francia, Italia, Grecia y en menos media Iberoamérica- ya están muy maduros.

El nuevo plan estratégico incluirá no sólo la estrategia a seguir, sino que probablemente fijará unos objetivos financieros. Sin embargo, la compañía cree que con unos recursos propios de 100 millones de euros y un ebitda estimado de 30 millones, debe ampliar capital.

Atrás queda el tercer concurso de acreedores más grande de España, sólo por detrás de Martinsa Fadesa y Reyal Urbis, y por lo tanto el mayor fuera del mercado inmobiliario. También es el único que ha tenido un final feliz.

Lo cierto es que pocos en marzo de 2013, cuando la CNMV suspendía la cotización en Bolsa de Pescanova tras detectarse agujeros en su contabilidad, apostaban por que volvería a salir a flote. La pesquera era una auténtica maraña de sociedades con presencia en más de veinte países y, con la quiebra de su matriz, se desató un diabólico efecto dominó entre sus filiales, tanto nacionales como extranjeras. Como telón de fondo, más de 10.000 trabajadores tenían su futuro ligado al de la compañía.

Pero, ¿qué ha sido distinto en el caso de Pescanova? Cuando a finales de abril de 2013 el juez de lo mercantil número 1 de Pontevedra declaró el concurso de acreedores de la pesquera, apostó por nombrar como administrador a una de las llamadas «big four» del mercado de la auditoría.

Las grandes firmas no suelen pelearse por este pedazo del mercado pues no resulta tan rentable como la prestación de otros servicios. Pero la ventaja de contar con uno de los grandes es que ligan el prestigio de su marca al destino de su cliente. Esto es, se juegan algo más que un sueldo. En esta ocasión fue Deloitte quien asumió el reto de levantar la compañía y se marcó como objetivo encontrar una hoja de ruta que permitiera la salvación del grupo.

Oficinas centrales de Pescanova en Chapela, Vigo
Oficinas centrales de Pescanova en Chapela, Vigo

El juez decretó también la suspensión de la capacidad de disposición del consejo de administración, con lo que permitió que Deloitte tuviera además de las funciones de intervención, las de gestión. Así, Senén Touza, experto en reestructuraciones empresariales y Santiago Hurtado, abogado experto concursal y uno de los padres de la modificada ley concursal del año 2011, se pusieron al frente de un equipo de más de 100 personas.

Lejos de echar el amarre, la flota de Pescanova siguió pescando por las aguas de América, África y Oceanía, se mantuvieron las granjas de acuicultura de langostinos, rodaballos, tilapia y salmón y, en definitiva, se siguió vendiendo pescado en más de 20 países.

Pero para que ello fuera posible, el «expertise» del equipo de Deloitte fue indispensable. Nada más llegar a las oficinas de Chapela se puso en marcha un maratón de reuniones con las entidades financieras que acumulaban el grueso de la deuda. Tres semanas después se firmó una línea de crédito de rescate de 56 millones de euros sindicado por los grandes bancos españoles y la ayuda de la Xunta de Galicia. Se trata de uno de los pocos ejemplos de nuestros país de deuda nueva concedida en un entorno de concurso y los expertos coinciden en que fue clave a la hora de conseguir mantener el día a día en la empresa.

Una vez estabilizadas las operaciones y asegurada la financiación de rescate, la negociación se centró en diseñar una propuesta de convenio que obtuviera la aprobación mayoritaria de los acreedores. En un primer momento el consejo de administración que presidía Juan Manuel Urgoiti, elegido en la primera junta de acreedores celebrada tras la entrada en concurso, intentó liderar una propuesta de la mano de la cervecera Damm. Pero todo quedó en papel mojado y finalmente fue el grupo de entidades, el llamado G7 (que incluía a Banco Sabadell, Caixabank, Banco Popular, Bankia, Abanca, BBVA y UBI), quien lideró la propuesta de convenio de acreedores de Pescanova S.A. y Pescafina. Los acreedores aceptaron entonces quitas de más del 90% de la deuda declarada, lo que aupó a Pescanova al décimo puesto del ranking mundial de quitas de 2014, según datos de Thomson Reuters.

Se abrió así la segunda fase del complicado proceso de reestructuración en el que se declararon los concursos de acreedores de otras 10 filiales españolas de la pesquera que finalmente han conseguido salir a flote. No obstante, buques insignia como la planta en Chile, que llegó a representar el 30% de las ventas, o las plantas de Portugal y Australia se han quedado por el camino.

Finalmente, el complejo proceso se cerró en noviembre del año pasado, con la creación de la Nueva Pescanova. Los principales acreedores se han convertido en propietarios y controlan el 80% del accionariado de la nueva sociedad matriz dejando el otro 20% para la antigua Pescanova ,que es ahora una mera tenedora de títulos. La facturación se mantiene saneada, con casi 800 millones hasta agosto de 2015, un ebitda de 37 millones de euros y una deuda que supera los 1.000 millones.

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