Los países bálticos, un milagro económico amenazado por el drama demográfico

El crecimiento continuo de Estonia, Letonia y Lituania no ha podido frenar la sangría de la emigración

El príncipe heredero Haakon de Noruega (izq),y su esposa la princesa Mette-Marit (2ª izq) son recibidos por el presidente letón, Raimonds Vejonis (2º dcha), y su esposa Iveta Vejone (R) EFE

J. P. JOFRÉ

Noruega fue uno de los primeros países en reconocer la renovada independencia de Letonia en 1990, razón por la cual los príncipes noruegos Haakon y Mette-Marit han visitado esta semana los Países Bálticos –Estonia, Letonia y Lituania– para celebrar un éxito económico sin precedentes cuya sangría demográfica podría revertirlo: en pocos años, los Países Bálticos han pasado de ser de los países más pobres de Europa a codearse en términos de PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo con Grecia o Portugal, de ahí que hayan recibido el título de «Tigres bálticos».

Culturalmente y lingüísticamente, solo Letonia y Lituania se consideran pueblos «bálticos», ya que los estonios poseen mucha mayor afinidad con el pueblo finlandés, y de hecho hablan un idioma próximo al finés, mientras que en los otros se hablan las denominadas lenguas bálticas (lituano y letón en la actualidad).

Convergencia extraordinaria

A pesar de sus diferencias sin embargo, estas tres ex repúblicas soviéticas ribereñas del Báltico –junto a Suecia, Noruega, Finlandia, Polonia, Alemania, Dinamarca y los óblasts rusos de Kaliningrado y Leningrado– han superado con creces en los últimos 20 años al resto de Europa; el propio Banco Central Europeo no ha dudado en señalar en su boletín económico que «la evolución de la convergencia de estos países ha sido extraordinaria».

Un ejemplo: según datos de Eurostat (la agencia de estadística de la Unión Europea), en el año 1999 el PIB per cápita de Grecia era de 16.100 euros, mientras que el de Estonia apenas alcanzaba los 7.400 euros; en 2016 sin embargo, este indicador en Grecia se situaba en los 19.500 euros mientras que en Estonia alcanza los 21.500 euros.

El éxito de estos tres países tiene sin embargo otra cara: la sangría demográfica. La despoblación en las próximas décadas podría revertir la capacidad económica de los bálticos si continúa la actual despoblación por emigración juvenil, falta de inmigración y baja natalidad. Estonia, Letonia y Lituania ya tienen fuera de sus fronteras a más del 14% de su población, mientras que en países como España, Francia o Italia este dato se encuentra entre el 2 y el 4%. Las últimas proyecciones demográficas de la ONU muestran la pérdida de cientos de miles de habitantes para los países bálticos en las próximas décadas. En 1990, Lituania tenía 3,7 millones de habitantes, mientras que Letonia sumaba 2,6 millones; veintisiete años después, Lituania tiene menos de 3 millones de habitantes y Letonia menos de dos.

Letonia y Lituania ya tienen fuera a más del 14% de la población; en España o Italia el dato está entre el 2 y el 4%

La emigración desde los Países Bálticos ha sido constante, aunque ha tenido picos a principios de los 90 (caída del Muro de Berlín), en el año 2004 después de la adhesión de los Países Bálticos a la UE y en 2009, año en el que la crisis golpeó con especial dureza a estos países. Durante el resto del periodo, la pérdida de población ha sido un goteo continuo –algo más leve en Estonia– que se prevé que continúe en las décadas venideras. En el periodo postsoviético, el PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo se ha disparado en Letonia desde los 4.600 euros en 1995 hasta los 18.400 (2016), desde los 5.000 euros hasta los 22.000 en Lituania y de 5.300 euros en 1995 a 21.600 euros en 2016 en Estonia, un salto impresionante debido en parte a su cercanía con Finlandia. A pesar de lo anterior, el éxodo no se ha detenido.

El éxito económico no impide que la población siga prefiriendo instalarse en otros países del bloque, según la Organización Nacional para las Migraciones, la tasa de migración neta para los próximos años seguirá siendo negativa. Sobre todo en Lituania la situación es crítica, donde jóvenes entre 25 y 29 años con estudios superiores prefieren emigrar a las grandes capitales de Europa occidental. Según el demógrafo letón Mihails Hazans, la emigración de jóvenes con formación puede suponer un peligro para las pensiones: la salida de los jóvenes de Letonia deja una población cada vez más envejecida que tiende a ser más conservadora y como resultado, los partidos que gobiernan en los bálticos rechazan la llegada de inmigrantes que no sean occidentales blancos.

Paraíso digital

Un ejemplo con efecto a quedarse es el que intenta Estonia al promocionarse como un paraíso digital, un esfuerzo de marca que puede estar resonando entre inversores extranjeros. Con todo, las proyecciones de la ONU también prevén que este país que ahora tiene más de 1,3 millones de habitantes pierda población en las próximas décadas.

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