Jorge Badía: «Las empresas no están solo para maximizar los beneficios»

El consejero delegado de Cuatrecasas defiende las llamadas puertas giratorias entre la política y la empresa, en un momento en el que la sociedad exige cada vez más compromisos de buen gobierno

Jorge Badía, consejero delegado de Cuatrecasas, posa para ABC en la sede de su empresa en Madrid IGNACIO GIL

Daniel Caballero

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Jorge Badía (Barcelona, 1962) llega sonriente; acelerado pero relajado al mismo tiempo, de fácil conversación y cercano. El ahora primer ejecutivo de Cuatrecasas , uno de los despachos de abogados de mayor prestigio en Europa, tiene lengua para hablar de España, las empresas, la abogacía... pero en estos momentos su ojo está puesto en otro asunto. El 24 de octubre, en el Palacio de la Bolsa de Madrid, la Fundación de su compañía entregará a Amadeus el II Premio Manuel Olivencia al Buen Gobierno Corporativo . Un galardón que mantiene viva la memoria de un jurista como pocos en la abogacía española.

¿Cómo afrontan la segunda edición del Premio?

La afrontamos con el reto de mantener el éxito de la primera. El interés que ha suscitado es alto. Esperamos que sea un premio de renombre y que mantenga el prestigio con un jurado de mucho nivel. Con esto buscamos mantener la memoria de Manuel Olivencia , que fue muy importante para el despacho y la comunidad jurídica española. Siempre he dicho que hay muy buenos juristas, y Don Manuel era más que eso; un avanzado a su tiempo que supo leer los cambios que la sociedad iba a demandar. Así fue con el Código de Buen Gobierno , cuyas recomendaciones hoy se han convertido en normas jurídicas de obligado cumplimiento. Es muy importante recordar su memoria.

El buen gobierno corporativo quizás sigue pareciendo algo intangible difícil de ver y medir.

Un premio como este ayuda. El jurado explicó bastante bien el año pasado por qué IAG era un caso destacado. Es una materia que va calando porque la gente entiende cada vez más que es importante. Las empresas no están solo para maximizar el beneficio de los accionistas, sino también para atender las necesidades de nuestros trabajadores, tratar de forma adecuada a los proveedores... y nosotros respondemos ante la comunidad en la que estamos. Cada vez el nivel de exigencia es mayor y el gobierno corporativo tiene que ser más riguroso.

¿Cree que los ciudadanos perciben el esfuerzo de las empresas?

Nunca es suficiente en este tema. Ha habido una mejora muy importante. Desde este año todas las compañías publicamos estados no financieros que explican la brecha salarial, las medidas de conciliación, las facilidades de formación... El hecho de que todos puedan saber qué hace una empresa en todo esto provoca que se aumente la autoexigencia. Pero nos enfrentamos siempre a nuevos retos.

«Hay que estar vigilantes y es bueno que la sociedad esté en guardia ante las puertas giratorias»

¿Cómo casa el buen gobierno con las puertas giratorias entre la política y la empresa privada?

Nuestro ordenamiento tiene reglas claras sobre este tema. Ya hay un sistema para verificar si hay conflicto de intereses, si alguien que sirvió en la Administración puede servir en la empresa privada. No se puede olvidar ni prescindir de esto, ni tampoco demonizar el trasvase entre el ámbito privado y el público. Es justo que personas que han tenido un buen desempeño público luego puedan tenerlo en el ámbito privado. La decisión no depende solo de la persona y el empleador sino que hay que pasar unos requisitos legales.

Entonces, ¿no son justas las críticas? Cuatrecasas estuvo en esa situación cuando fichó a la exvicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.

No tengo la percepción de que haya habido una gran crítica. Ese caso pasó por el comité de incompatibilidades de las Cámaras , se examinó, no había conflicto de interés y llegamos a un entendimiento para que se pudiera incorporar. Hay que estar vigilantes y es bueno que la sociedad esté en guardia en estas situaciones y se cumplan las reglas del juego.

Jorge Badía, consejero delegado de Cuatrecasas, durante la entrevista con ABC IGNACIO GIL

¿Qué valoración tiene de los políticos? Ahora que vivimos una situación convulsa.

Hay intereses generales en juego enormes que exigen que en una situación del tipo de la que vive España se piense en los intereses generales y no partidistas, y haciendo el máximo esfuerzo para llamar a los ciudadanos a las urnas. Es el peor de los resultados. Estamos en una coyuntura política y económica muy exigente, hay un montón de retos sobre la mesa. Y un país como España no puede estar en una situación de interinidad. Tenemos presupuestos prorrogados y no es bueno.

¿Cómo afecta la parálisis a las empresas?

A las empresas no les ha ido mal porque se han acostumbrado a la incertidumbre. El mundo está más globalizado , tienen sus intereses repartidos por el mundo, y la inestabilidad en un determinado territorio no frena especialmente sus planes.

Es decir, que las compañías han superado a la política.

Diría que las empresas se han tenido que renovar; no es que la hayan superado, sino que tienen que vivir con ello. El empresario no puede parar porque la clase política no se pone de acuerdo.

¿Deberíamos exigir una especie de «código de buen político»?

Hay que adaptar culturalmente la política. Ha habido una transformación grande, de una situación de dos partidos dominantes, de una cultura poco pactista, el panorama ha cambiado... Lo que es necesario es introducir una política de pactos . No es tan extraño en nuestro entorno europeo y ahí hay países, con los que tenemos una proximidad muy grande, que están habituados a esto. Existe el ejemplo de Alemania, que antepone la estabilidad por encima de los partidos, o el ejemplo que nos acaba de dar Italia con una alianza que era impensable. Y es que los intereses en juego son muy altos.

¿Qué autocrítica hace a su propio despacho, Cuatrecasas?

Tengo muchas (ríe). A mí me haría ilusión que el despacho mejorara, y es un tema central en nuestro plan estratégico, en temas de igualdad. El despacho tiene datos positivos, el 54% quienes se incorporan de las universidades son mujeres; no tenemos brecha salarial, e incluso ligeramente favorable a la mujer. Pero en la carrera a largo plazo no somos capaces de retener el talento femenino.

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